El jazz se lanza a la conquista del Lejano Este
JOAN ESTRANY Y MARTA LARA
Diana Krall, Chick Corea, Bobby Mcferrin… leyendas de la música negra en la convulsa Ucrania
Ha llovido desde que el jazz era recibido como la tercera llegada del anticristo entre algunos sectores soviéticos. Tras treinta años de oxidación del telón de acero el producto cultural made in USA por excelencia triunfa más allá de los confines de la UE. La última prueba la tenemos en Ucrania, pese a su diezmada economÃa, su encrucijada diplomática y su latente conflicto en la frontera con Rusia, el jazz empieza a florecer al Este de Polonia. Mientras Netflix cosecha su enésimo éxito de taquilla con su particular Chernobyl, a 500 kilómetros de la ciudad fantasma algunos de los nombres más consagrados de la música negra actual se reúnen en Lviv, para reivindicar la paulatina y dubitativa occidentalización de una de las ciudades más prósperas del Imperio Austrohúngaro, apenas un siglo atrás.
Chick Corea, Diana Krall, Bobby Mcferrin o Kenny Barron, entre otros, comparten escenario en este maratón de 72 horas. Uno de los carteles más envidiados por cualquier festival de jazz. A finales del pasado junio en apenas un fin de semana los melómanos de Lviv pudieron disfrutar de ellos, aunque la segunda ciudad de Ucrania, resulte a dÃa de hoy una perfecta desconocida para muchos.
Del Báltico hasta la frontera polaco-ucraniana, la ingente nómina de festivales cada vez tiene menos que envidiar a Montreux, Vitoria o Turku. Polonia, antaño la hermana pobre de la UE, ha abandonado la mendicidad, si juzgamos por su elenco de invitados. Pasemos revista a algunas de las citas jazzÃsticas más recientes en Polonia. El Grand Prix Ladies Jazz de Gdynia (Madeleine Peyroux, Beth Hart), el Warsaw Summer Jazz Days (Stanley Clark, Scott Henderson, Kenny Garret Quintet y Jazzmeia Horn) o el Festival de Jazz de Verano de Cracovia (Terence Blanchard, Bill Evans, EGM Quartet y Nigel Kennedy). A bote pronto, solo alguno de los conciertos que se han podido escuchar en Polonia durante el mes de julio. Aunque para cartelón, sin duda el que exhibió a finales de junio el Festival de Jazz de Lviv.
Lviv para los ucranios, Lwów para los polacos. La tercera ciudad de Polonia antes de la Segunda Guerra Mundial, hoy en territorio ucraniano, ha puesto los dientes largos a algún vecino polaco, cuando lo habitual es que sea al revés. De la imparable occidentalización de Europa del Este, constituye una prueba más la visita oficial en breve del presidente Donald Trump a Polonia, con motivo del 70 aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial en la base militar de Westerplatte. A menos que el mandatario acuda a tierras del Este a rusificarse. Con Trump nunca se sabe.
Veamos por dentro que se cuece desde hace una década en el Leopolis Jazz Fest.
El Leopolis Jazz Fest es un festival internacional anual de jazz en Ucrania, que tiene lugar el último fin de semana de junio. La primera edición tuvo lugar en 2011 y hasta 2017 era conocido bajo el nombre de Alfa Jazz Fest (siendo Alfa Bank Ukraine su principal patrocinador).
La idea de comenzar tal evento fue del magnate y mecenas Michael Friedman, uno de los fundadores del Grupo Alfa. Natural de Lviv, el multimillonario ruso consiguió en unos pocos lustros, a golpe de talonario es de suponer, situar la ciudad en el mapa jazzÃstico de Europa. En 2017, se tomó la decisión de cambiar el nombre del festival a Leopolis Jazz Fest para enfatizar su ubicación (Leopolis es uno de los nombres antiguos de Lviv).
El festival se celebró por primera vez en entre el 3 y 5 junio de 2011. Superó las expectativas de los organizadores y ya en su segunda edición el Festival fue visitado por 30.000 personas. Por entonces no estaba aún circunscrito en exclusiva a los dominios de Ucrania. Fue en 2012 que la concesión del Alfa Jazz Music Award, otorgado a John McLaughlin en esta ciudad, consolidó a Lviv como epicentro del encuentro. En los años siguientes, músicos como Charlie Haden, Charles Lloyd, Herbie Hancock, Pat Metheny, Chucho Valdés y Ahmad Jamal recibieron sendas distinciones.
2014 no fue el mejor para el festival: fue boicoteado por activistas locales, porque el principal patrocinador y organizador del evento, el Alfa Bank ruso, no era precisamente bien visto por los sectores más europeÃstas de la ciudad. Algunos eventos del festival fueron cancelados: el 15 de junio fue declarado dÃa de luto por la muerte de soldados ucranianos. Los boicots contra el patrocinio ruso duraron todos los años posteriores. En 2018, finalmente el Alfa Jazz Fest mudó en el actual Leopolis Jazz Fest y con ello volvió a recuperar el impulso y la pegada inicial.
Durante las ediciones anteriores del festival se presentaron, entre otros, Ahmad Jamal, Herbie Hancock, Chucho Valdés, Pat Metheny, Arturo Sandoval, Charles Lloyd, Marcus Miller, Ron Carter, Dianne Reeves, Wayne Shorter, John McLaughlin, Charlie Haden, Dee Dee Bidgewater, Esperanza Spalding, China Moses, Kenny Garret, Miles Electric Band o Gregory Porter. Cada año el festival es visitado por más de 100.000 invitados de Ucrania y del extranjero. No es de extrañar entonces que, tanto por las cifras como por los linajes, el Leopolis Jazz Fest sea considerado hoy como uno de los festivales de jazz más emergentes de Europa. En 2016, The Guardian colocó el festival de Lviv en la lista de los 10 mejores festivales de jazz europeos. Los conciertos del festival se transmiten en Europa a través del canal de televisión Mezzo.
En la presente edición uno de los nombres más esperados era el de Diana Krall. La del pasado 27 de junio se convirtió en la primera actuación de la pianista, cantante y compositora canadiense en Ucrania. Por si fuera poco reclamo, Krall se presentó escoltada de músicos de fama mundial: Joe Lovano (saxo), Marc Ribot (guitarra), Robert Hurst (contrabajo) y Karri Riggins (baterÃa). Otra leyenda del jazz, Kenny Barron, también visitó Ucrania por primera vez. Este compositor estadounidense y considerado por la prensa especializada como “el pianista más lÃrico de nuestro tiempo” acudió a Lviv en compañÃa de su quinteto.
No menos esperado fue el concierto del siempre carismático y camaleónico Bobby McFerrin. Una vez más el improvisador vocal más famoso del mundo, transformó su voz en un politÃmbrico instrumento musical para asomo de los miles de asistentes. El artista diseñó para la ocasión un programa único bautizado como Gimme5 (cercles). La sala de conciertos del festival se adaptó para un coro improvisado que constaba de unas 80 personas, incluyendo: Lviv Choir de la National Music Academy, el grupo a capella ManSound y United People, Jamala, LAUD, Laura Marti, Kristina Marti, Olya Chernyshov, Liza Bairak y Uliana Holinei.
El famoso pianista, compositor y 22 veces ganador del premio Grammy, Chick Corea, fue el siguiente en pasar por la vetusta Leópolis. Lo hizo con el proyecto Spanish Heart Band, que incluye una brillante mezcla de fusión de jazz y música tradicional latina. El nombre en sà es un regreso al legendario álbum My Spanish Heart de 1976. Al espectáculo no le faltó de nada, bailarÃn de flamenco incluido.
Todo Lviv respira jazz
El escenario principal Eddie Rosner, en memoria del legendario trompetista germano-polaco, pionero del jazz del Este y opositor activo al stalinismo desde el stage, es el punto de encuentro habitual de los aficionados al jazz de Lviv. Ubicado en el Parque Bohdan Chmielnicki, allà se llevan a cabo los conciertos de los principales artistas y atraen a miles de personas todos los dÃas al parque.
Pero para todos aquellos que no pueden obtener o costearse los billetes, los organizadores han habilitado una fan zone, donde en grandes pantallas y con muy buen sistema de sonido, se retransmiten todos los conciertos que tienen lugar en el Eddie Rosner. El festival tiene cuatro de esas zonas abiertas a todo el público. La más grande de ellas, ubicada en la zona de picnic del parque a unos cientos de metros del escenario principal, puede acomodar hasta varios miles de personas.
Además de conciertos en el escenario principal se suceden otras actividades en dos enclaves adicionales en el centro de la ciudad: el escenario en la Plaza del Mercado y en el Palacio Potocki, ubicado en una de las calles más bellas de la ciudad. El Leopolis Jazz Fest brinda también una oportunidad a los jóvenes músicos, para que se presenten delante de un público más amplio. Durante el transcurso del Jazz Fest, no es nada extraño encontrarse algunas jams improvisadas a pie de calle.
Pero el Leopolis Jazz Fest no se limita a una sucesión de conciertos. Durante el dÃa, el evento estará acompañado de reuniones con artistas, clases magistrales con la participación de excelentes músicos y proyecciones de pelÃculas. Este año, durante los cinco dÃas del festival, se podÃa disfrutar de proyecciones de pelÃculas de la colección de Leonid Goldstein, uno de los más grandes promotores del jazz ucraniano.
Glamour post soviético
El Parque de Chmielnicki, un espacio abierto y amplio, adquiere un glamour añadido el último fin de semana de junio. En las taquillas se percibe ya ese lujo, que por momentos puede resultar incluso algo bizarro. A los ucranianos y especialmente a algunas ucranianas les encanta vestir ropa de cuento para las fiestas de guardar. Diferentes colores, cortes, tipos de vestidos y peinados originales. De repente parece uno estar asistiendo a un ejercicio de revisionismo muy sui generis: pretenciosidad post soviética, ansias de alfombra roja y una pizca del ya periclitado estilo vintage austrohúngaro de preguerras. Todo ello, mientras suenan riffs jazzÃsticos por megafonÃa. Otra aportación más que añadir al melting pot del Lejano Este.
En definitiva, el pujante swing cirÃlico proporciona un motivo más para visitar la ciudad mágica de león. Fundada alrededor de 1250 por el rey de Rus de Kiev. El monarca Daniel Halicki nombró a la ciudad de Lviv en honor a su hijo Lev (León). Durante sus casi diez siglos de existencia Lviv ha pertenecido al menos a cinco paÃses distintos: Polonia, Rusia, Austria-HungrÃa, URSS y ahora Ucrania. Gracias a esto acumula una historia y atmósfera única, difÃcil de plasmar en unas pocas lÃneas.
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