Lanzamiento histórico de Hippocampus con el sello Arsis, un pulso al envejecido CD
El sello discográfico Arsis nació hace catorce años. Su producción ha sido muy selecta con no pocas gotas de exquisitez. Su principal franja de actuación ha sido la música barroca o antigua, pero no ha menospreciado las incursiones hasta el siglo XX.
Es un sello valiente y que ha mantenido una apuesta constante por lo mejor que ha podido encontrar en un panorama musical como el español que ya apenas desmerece en el contexto internacional.
Deberíamos estar hablando, por tanto, de un proyecto artístico y empresarial de corte europeo si no fuera porque nuestro país mantiene zonas de inseguridad que la razón no entiende.
Y justo cuando peor están las cosas, cuando el ánimo parece abandonar a los espíritus emprendedores, Arsis se reinventa e insufla dosis de optimismo y confianza al problema central de las empresas de difusión musical: la renovación del venerable y añoso disco compacto. Quizá haya que ser de Huesca, que es donde está la sede de Arsis, para mantener ese optimismo tozudo y a prueba de bombas.
La otra pata del proyecto que han presentado la constituye el grupo Hippocampus, un excelente colectivo que no ha dejado de ganar madurez y clase en sus diez años recién cumplidos de trayectoria artística. Diez años compartidos con Arsis, y con los que esta reciente entrega hubiera sido el séptimo disco si no fuera porque no es un disco sino otra cosa.
Y esa otra cosa, digámoslo ya, es un pendrive, ese popular pincho que, a través de las entradas USB que contienen todos los ordenadores y otros aparatos, se ha convertido en un soporte universal hasta que el Universo imponga otra cosa.
Las ventajas de un pendrive (a partir de ahora PD, para confrontarlo al popular CD) son tremendas respecto al soporte redondo. Su capacidad de almacenamiento deja al CD en la antesala del desván de los trastos: 8 gigas proponen Arsis e Hippocampus en esta ocasión. Eso permite incluir todo lo que es imaginable en un proyecto que, por envergadura artística, sea análogo a lo que antes era el proyecto de un CD. Es decir, vídeos de alta definición, galerías fotográficas, material de texto sin más límite que el que dicte el sentido común, varios tipos de formatos (PDF, HTML, MP3, MP4…)
Fernando Rivera, responsable de Arsis, sostiene que nada de esto es nuevo. Se trata, en efecto, de aplicaciones tecnológicas que ya existen, están bien probadas y se encuentran en la práctica totalidad de los equipos que todos manejamos.
De hecho, las ventajas del PD sobre el CD son tan abrumadoras que el debate debería quedar zanjado si no intervinieran otras consideraciones de orden psicológico: especialmente, la pereza tradicional de la escucha de los viejos discos; el fetichismo de quien considera los soportes discográficos como “objetos” de colección y fondos catalogables; la vaga sensación de que también este soporte quedará viejo pronto, lo que parece una evidencia, etc.
Para evitar los rechazos más inerciales, Arsis propone un objeto “estuche” de características muy parecidas al CD, una elegante presentación e incluso un cuadernillo de texto similar a los tradicionales que, por otra parte, no hace ya ninguna falta a poco que consideremos la gran cantidad de información escrita incluida en el PD. Quedan al albur de los humores de cada cual cómo comportarse ante un objeto que reclama del comprador comportamientos nuevos ya que es más interactivo (o simplemente es interactivo y el otro nada en absoluto), hay que seleccionar lo que se quiere ver y oír, cómo hacerlo, en el formato que uno elija o demande su aparato, etc.
El resto es aventura
Y a la aventura hay que darle siempre alas. Un soporte comercial nuevo no es fácil de imponer ya que depende de infinitas decisiones de carácter imprevisible en el consumidor de a pie.
Pero hay otros elementos de fortaleza en esta decisión: un sello pequeño como Arsis no tiene nada que perder. De entrada, le permite graduar la producción, ya no es obligatorio realizar tiradas de 1.000 o más discos con el riesgo de almacenar sine die una cantidad muy importante de ellos. El PD puede lanzarse con la tirada que se decida, incluso unas decenas, e ir encargando más en función de la demanda.
Además, si el soporte PD no funciona bien comercialmente o se modifican sustancialmente los canales de distribución de contenidos, siempre pueden mutar esos contenidos a donde sea; el problema será ya exclusivamente comercial pero nunca tecnológico.
Bach siempre innovando
En cuanto al contenido de este primer lanzamiento, se trata de música de Johann Sebastian Bach, concretamente las Cantatas BWV 32, 54 y 58, y el Concierto de Brandenburgo nº 6. Todo ello acogido al título “Liebster Jesu” (Amado Jesús), íncipit del Aria inicial de la Cantata BWV 32.
En este PD se incluyen grabaciones en vídeo de las obras, incluyendo alguna de ensayo y también, en algún caso con subtítulos de los textos, algo muy de agradecer. La calidad es máxima y tampoco es desdeñable el interés por mostrar una grabación visual novedosa dentro de las pocas posibilidades que ofrece la visión de un concierto.
El grupo Hippocampus se ha comprometido intensamente con este proyecto y brinda unas interpretaciones magníficas y muy competitivas para tratarse de un repertorio tan canónico. Pero su compromiso ha ido mucho más lejos y se ha concretado en toda una panoplia de decisiones que van desde el encargo de un cuadro (obra de Miguel Pérez Álvarez y Arturo Martín Burgos) del que se ha extraído la portada, hasta la seriedad con la que han acometido la grabación de los vídeos, parte neurálgica del proyecto.
Si a todo esto se le añade el precio final del producto, de 17 a 20 euros, similar a los viejos CDs, realmente estamos ante una propuesta irresistible, tanto si el formato se generaliza como si no.
La presentación
Para dar a conocer el proyecto a los medios, Arsis e Hippocampus han celebrado un acto que también merece la pena reseñarse, especialmente por los tiempos que corren.
Un moderno local, en la línea del Soho londinense, que fue una marmolería del barrio de Las Ventas, en la Carretera que conduce al Cementerio del Este, y que se llama Daroca 15 (por la sencilla razón de que está en la Avenida de Daroca, 15), se brinda a todo tipo de actos, principalmente comerciales. Hasta allí viajamos casi todos los que pululamos por el distrito informativo de la música clásica.
La presentación, prácticamente una “demo” a la moderna con despliegue de ordenadores y pantallas, dio la dimensión de lo que plantea el proyecto. Todo ello presentado por los responsables, Fernando Rivera, de Arsis, y Alberto Martínez Molina, responsable artístico de Hippocampus. Al final, un breve concierto ya real y un cóctel como los de antes de la crisis permitieron un cambio de impresiones en detalle con los protagonistas de una propuesta que desde ya aplaudimos, defendemos y deseamos que llegue a los mejores resultados.
De hecho, si no fuéramos españoles (o lo fuéramos como lo éramos hasta 2008), estaríamos hablando de uno de esos proyectos de la nueva España en los que se dan la mano la calidad artística y empresarial de un país vigoroso y lleno de autoconfianza. Pero como somos españoles de 2012, elogiemos el coraje de sus protagonistas y reconozcamos la fortaleza de esta propuesta, que podría ser metáfora de cómo están las cosas ahora mismo: no hay nada que perder y vaya usted a saber lo que se puede ganar.
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Enhorabuena a Fernando y Alberto!!
Estoy extrañado de que siendo la música de «mi tiempo» más (cuantitativamente) popular que la de «tiempos idos», éste 1er. soporte PD haya salido antes. Lo veo extraordinariamente útil para recopilaciones del tipo «Hippocampus» (10 años haciendo Música), pero para un par de éxitos actuales, de esos que machacan hasta el «aburrecimiento» pues …. no creo.
Un saludo. Joseba