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La famosa controversia Monteverdi-Artusi es una muestra de la lucha en Italia entre los defensores del stile antico o antigua práctica de componer, al estilo de Palestrina y otros maestros polifonistas; y los partidarios de la seconda prattica, cuyo representante más conocido es Claudio Monteverdi. Este nuevo estilo se centró en las obras para voz solista con acompañamiento de bajo continuo y en un nuevo modo de composición en el que la expresión del texto era el objetivo principal. Sería esta la base para el surgimiento de la ópera, en el cambio de siglo.

El libro que se nos presenta es el primer volumen de un total de dos con el título Word, Image and Song (El segundo volumen lleva por título Essays on musical voices), editados por Rebecca Cypess, profesora asistente de música en la Mason Gross School of the Arts en Rutgers, State University of New Jersey; Beth L. Glixon, instructora en musicología en la University of Kentucky School of Music y Nathan Link, profesor asociado en el Centre College de Kentucky. Todos ellos grandes especialistas en el tema y reunidos aquí para homenajear a la musicóloga americana Ellen Rosand, una de las pioneras en el estudio de la ópera italiana del siglo XVII y de figuras como Cavalli, Monteverdi o Barbara Strozzi; y a quien está dedicado el libro. El presente volumen cuenta con la participación de algunos de sus muchos alumnos en una obra multidisciplinar y heterogénea, que aborda la música italiana de finales del siglo XVI y sobre todo, del siglo XVII, desde muchos y diferentes puntos de vista.

La obra parte de la premisa de ofrecer un estudio variado e interdisciplinar, en el que la musicología se relaciona con otras disciplinas como son la literatura, la arquitectura o la pintura. Intervienen en este volumen nada menos que diecinueve autores para un total de dieciocho capítulos: Jennifer Wiliams Brown, Alan Curtis, Gary Tomlinson, Beth L. Glixon, Jonathan E. Glixon, Dinko Fabris, Deborah Howard, Álvaro Torrente, Suzanne G. Cusick , Wendy Heller, Andrew H. Weaver, Barbara Russano Hanning, Susan Parker Shimp, Robert R. Holzer, Giuseppe Mazzotta, Ruth I. DeFord, Margaret Murata, Mauro Calcagno y David Rosand.

Cada uno de ellos expone un estudio de investigación particular relacionado con el periodo que nos acoge pero sin relación específica entre sí, aunque sí siguen una organización general, pues el volumen aparece dividido en seis categorías temáticas, dentro de las cuales se agrupan los diferentes estudios: estudios de fuentes, estudios de representaciones, erotismo e identidades, música y literatura clásica, consideraciones poéticas y música y pintura. Cada capítulo corresponde al esfuerzo personal de su autor, dando lugar en algunos casos a investigaciones de gran valor musicológico, aunque no tanto en otros. Hay que tener en cuenta que algunos de los ensayos tratan temas muy específicos que, si bien, tienen un gran valor en cuanto a metodología y forma de trabajo, pueden resultar de escaso interés para el público general; aunque serán muy útiles para el investigador. Cabe destacar los dos capítulos sobre “estudios de representaciones”: el de Deborah Howard sobre las grabaciones en la Basílica de San Marcos de Venecia y el de Álvaro Torrente sobre los cambios de tesitura en la música de ciertos personajes en algunas óperas del siglo XVII, que además del ya comentado interés musicológico, aportan nuevas perspectivas para la interpretación de las obras estudiadas.

En general, se trata de un trabajo concienzudo y bien elaborado, con una gran cantidad de ejemplos explicados (tanto musicales como iconográficos) y una abundante sección de notas al final de cada capítulo. Además, se incluye una bibliografía seleccionada al final del volumen. No se trata de una lectura amena sino de una obra de consulta que puede servir como punto de partida de futuras investigaciones y destinada, por tanto, a un público entendido. Hay que añadir a ello la evidente traba del idioma, pues ambos volúmenes se encuentran por el momento tan sólo en inglés. La excesiva heterogeneidad de la obra hace difícil una valoración de conjunto, si bien, como ya mencionaba, algunos de los capítulos son fruto de investigaciones muy bien elaboradas y documentadas, que arrojan luz sobre algunos aspectos oscuros del primer barroco italiano.

En palabras de los editores, existe una multiplicidad de formas de acercamiento y de interpretación de la música del siglo XVII italiano, pues “los compositores que se consideran en este volumen no fueron producto de un mundo musical en el vacío. Sus intereses […] emergieron de una extensa cultura del arte, humanismo, ciencia y religión.” Una multiplicidad que queda plasmada en la visión de cada uno de los autores que componen este volumen.