Erbarme dich, Misere pro nobis, los dos viáticos bachianos
Todo nace o renace allÃ. Estos dÃas la Pasión Según San Mateo sonará en cientos, sino miles, de ciudades del mundo. Un milagro estacional en tiempos de agnosticismo cotidiano: “(…) y a los cien años Bach resucitóâ€.
La obra que pudo haber obviado el oÃdo humano –asà sucedió entre 1729 y 1829 (año en que Mendelssohn, judÃo para más inri, la rescató)– es hoy omnipresente. Debido a nuestra deficitaria espiritualidad presente, creyentes y no creyentes escuchamos con idéntico fervor la Pasión Según San Mateo o la Misa en Si Menor (ésta última reestrenada todavÃa más póstumamente que la Pasión).
Hagan la prueba. Tecleen en google “Erbarme Dichâ€. En seguida dios Google le derivará a la Pasión. Tecleen “Agnus Dei H†y les aparecerá en primer lugar “Agnus Dei H moll Messe†de Johann Sebastian Bach. La red está plagada de interesantes apreciaciones sobre estos dos monumentos a la voz humana. Vale la pena viciarse un rato con su lectura.
En ambas composiciones Bach bajó a la tierra, descendió de su elevada banqueta de la Tomaskirche, para situarse a la altura del hombre medio, del humilde feligrés. Las situarÃa entre las partituras más humanas del compositor alemán. Tanto su Agnus Dei como el Erbarme dich se sitúan al final de estas dos obras capitales. El gran director de cine Andrei Tarkovsky, sin ir más lejos, eligió esta última para culminar su última pelÃcula y cerrar asà su filmografÃa.
En efecto ambas piezas rezuman un cierto carácter epilogal. Ambas tienen una duración y métrica similar, una tonalidad muy vecina (curiosamente el Erbarme dich está en Si Menor, mientras que el Agnus Dei de la Misa en Si Menor modula en este pasaje a sol menor). La tesitura vocal, casi colindante: la tierra de nadie donde la voz masculina y la femenina se rozan. El Erbarme dich fue pensado para una contralto y el Agnus Dei para un contratenor. En lo lingüÃstico apenas difieren sus significados. Erbarmen en alemán se traduce por compadecer, la versión luterana, esto es, del misere nobis, súplica central del Agnus Dei.
Voy a ir más lejos. Puesto a teorizar, creo que mucha de la música religiosa posterior a estas dos obras serÃa menos imaginable sin estas dos ofrendas. El Introitus del Requiem de Mozart parece deudor de ese estado de reposo y petición de alivio. Aunque como hemos dicho al principio, Mozart, ni ningún músico de su generación, pudo conocer sendas obras. Y claro está, cada misa encierra, parcialmente, aunque sólo sea en un par de compases, un pequeño réquiem. La eucaristÃa es la que es y trata de lo que trata: la última cena de Cristo y su resurrección.
La Misa en Si Menor es única en su género. Esa tonalidad inicial cala. Pocas obras se recuerdan sólo con el sobretÃtulo de su carácter tonal. Con citar su modo y tono, no es preciso nombrar al autor. Sólo hay una H-Moll Messe.
Bach en Polonia
Desconozco si Bach pisó alguna vez suelo polaco. Desconozco que cuentan al respecto sus biógrafos extemporáneos. Sospecho que de Johann Sebastian Bach, de su vida y de sus inicios, se especula mucho y se ficciona otro tanto. En la casa museo de Eisenach se recrean su infancia y adolescencia, no sin advertir al visitante, nada más entrar, que uno visita la supuesta casa natal del genio. Todo lo que allà puede contemplar son aproximaciones a lo que pudo ser el modus vivendi de una de las estirpes más fértiles de Turingia.
En Weimar, la bella ciudad de las casas museo, se están planteando levantar otro Museo Bach en otro supuesto hogar bachiano. Según leÃa en el Der Spiegel hace unas semanas, habrÃa intereses en adquirir un inmueble en el que Bach residió en 1708. El semanario alemán ya avisa que, de fructificar el proyecto, el único elemento arquitectónico fiel a los tiempos de Bach es la bodega. Está por ver, si es esa realmente la morada. Lo que el marketing no consiga.
Sobre el origen de la Misa en Si Menor a ciencia cierta se sabe poco, aunque se ha escrito mucho. Un probable vÃnculo polaco puede ser el divino culpable. El rey de Sajonia August III (antes Friedrich August II), y a la sazón mecenas de Johann Sebastian, reinó también en Polonia, de hecho, tenÃa corte palaciega en Varsovia. El monarca, sajón y luterano, se casó con una muy devota princesa católica de Viena. He aquà quizás dos motivos por los que uno de los principales difusores del protestantismo compuso una misa católica para la posteridad.
Parece ser que en1733 cuando murió Friedrich August I, el padre de August III, se instauraron cuatro meses de luto musical. Entre mediados de febrero y principios de julio se vetó cualquier tipo de interpretación musical pública. Circunstancia que Bach aprovechó para componer su Misa Brevis, dedicada al futuro monarca de Polonia, y quién sabe si una de las fuentes de su posterior Missa en Si Menor.
Herreweghe en WrocÅ‚aw Â
Me puedo imaginar que Herreweghe sabe todo eso de memoria y mucho más. El director belga fue invitado por la Filharmonia WrocÅ‚awska el pasado mes de febrero para abrir el festival Akademia Bachowska, que tuvo lugar entre los dÃas 3 y 9. El público pudo disfrutar de su sobria meticulosidad y de la excelencia del Collegium Vocale de Gante en dos entregas. En sendos programas, las dos cimas católicas del compositor luterano: el Magnificat BWV 243 y la Misa en Si Menor BWV 232.
En el primero de los conciertos pudimos escuchar además la cantata Ich hatte viel Bekümmernis BWV 21 (TenÃa tanta pesadumbre). Cota máxima del sentir humano a través del verbo y la voz. En estos compases, la expresividad que atesora este coro de solistas (Peter Kooij, Hana BlazÃková o Damien Guilon) logra transformar la fonética alemana en verdadero bálsamo. Conocida es la importancia que Herreweghe concede a la dicción y a la traducción del texto. Es como si, en último extremo, pretendiera que los oyentes alcanzarán a entender, con ayuda de la música, cada una de las palabras, por poco familiarizado que esté uno con el idioma. Música y texto declamado como unidad indivisible. Un auténtico deleite para el oÃdo los pesares de esta cantata.
El chelista polaco JarosÅ‚aw Thiel y la WrocÅ‚awska Orkiestra Barokowa también cumplieron con creces con su parte. El solista dirigió desde el chelo cuatro obras concertantes de Johann Christian Bach, probablemente el más exitoso de los vástagos de Johann Sebastian. La formación rindió al máximo nivel y recordó por qué el apellido divino no se extinguió en la cantorÃa de Leipzig. La Orquesta y Coros del Festival abordaron por su parte un programa con música vocal de compositores coetáneos de Bach padre.
Según leo en el programa de mano, el Kyrie y el Credo de la Misa en Si Menor están compuestos de acuerdo con los patrones de la danza polonesa. No son estas las únicas polonesas del catálogo bachiano, las suites de Bach suelen incluir a menudo al menos una polonaise.
Sin atril y sin batuta, el perÃmetro circundante despejado, dirige el maestro Herreweghe la monumental obra sacra, que clausura el festival. Absorbido por la obra lo anota y denota todo. Y por momentos se deja llevar algo más de lo en él habitual, se acerca literalmente a los instrumentos, inconscientemente, como si quisiera ejecutar él esas notas que telegrafÃa. Hacia el final, el excelente contratenor Damien Guillon se incorpora y empieza a entonar el Agnus Dei. Su voz invita a ser escuchada, el oÃdo, la mente y el alma se liberan de cualquier distracción o tormento. Y he aquà el porqué de este largo inciso, que hemos empezado una docena de párrafos antes.
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Molt bé, Joan. M’ha encantat poder escoltar l’Agnus Dei mentre seguia la partitura. Sembla increïble que el mestre Bach pogués haver estat oblidat tants d’anys. Mai ho podrem agrair prou a Mendelsohn.
Que passis bona Setmana Santa i que resuscitem tots plegats un any més.
«Das Geheimnis der Liebe ist grösser als das Geheimnis des Todes».
Abraçada!
Miquel.