Toca sembrar de nuevo en la cultura y la música españolas
Hace unos días un conocido me preguntaba que qué tal me iba. Le comenté que muy bien en lo personal y muy mal en lo profesional, como la gente de mi sector de trabajo –la cultura– y como en el suyo –la educación–.
Insistió en la necesidad de considerar los incipientes brotes verdes para ser un poco más optimista. Si, algo mejor que el 2013 parece que será el 2014. Al menos no tan horrible como el 12… ni gratis aceptaban ofertas y proyectos. ¿Brotes verdes?… puede, pero más bien creo que se trata de pequeñas bolsas de aire –actividad– que quedan entre los restos del edificio cultural español que durante dos generaciones habíamos levantado. Pequeños orificios por donde se cuela algo de aire en esta mole de escombros.
Cuándo salgamos a la superficie veremos un panorama desolador, devastación y páramos yermos –caídas entre el 30 y el 50 por ciento de todos los indicadores: actividad, presupuestos, recaudación, ventas– en casos como la música popular, teatro, danza, cine, instrumentos musicales, obra discográfica. Van un poco mejor los libros y el IVA ha dado un respiro a las fallas… no, perdón, a las artes plásticas… ¿en qué estaría yo pensando?
¿Qué les dejaremos a nuestros hijos y las jóvenes generaciones? Me temo que habrá que sembrar de nuevo, como hicimos muchos en los setenta y ochenta. No será fácil, ya que estamos viendo que hay actualmente dos actitudes dispares frente a la falta de actividad. Como somos tan atávicos y gregarios son actitudes humanas que se repiten en todos los estadios de la civilización. Una actitud campesina, agrícola, favorable a la siembra y el cuidado de esa semilla para que fructifique y vuelva a procurar alimento espiritual a los tiempos futuros –nuevas políticas culturales, nuevas formas de gestión y financiación de la cultura, complicidad con nuevos agentes culturales como la educación, los movimientos sociales…– y otra actitud más cortoplacista, más volcada en volver a presentar rápidamente resultados de la década pasada.
Esta segunda actitud, más propia de mentalidades “ganaderas”, donde se trata de engordar rápidamente al animal para que pueda ser pronto sacrificado y reporte unas ganancias –nada ilegal, por supuesto- la vemos también en muchos de nuestros compañeros que nos repiten el mantra de los “brotes verdes”, de “salvar los muebles”, de volver a salvarse individualmente…como mucho salvarse como grupo social, como clase creativa, no como sociedad. Vemos cómo se trata de insuflar nuevos recursos a viejas políticas, sin renovar el aire del establo, ni para sanearlo.
Pongo dos ejemplos que ilustran estos hechos
El primero de ellos hace referencia al refugio ante la crisis que para muchos artistas empezaron a ser las pequeñas actuaciones en cafés, bares, librerías, cercenadas en muchos lugares por unas “leyes autonómicas de espectáculos en vivo” que no distinguen entre los Rolling Stones y un recital de flauta dulce. En todo espacio escénico debe haber camerinos, ducha, salidas de emergencias para grandes aforos, estrictas limitaciones de decibelios y horarios, etc… ante esta “censura administrativa” podemos organizarnos y luchar por cambiar la situación –sembrar– o “esperar a que escampe”, que la lucha la lleven otros y volver a recuperar “los cachets” lo antes posible y recoger los frutos de la siembra ajena.
Otro ejemplo doloroso es lo ocurrido con el “crowdfunding”, apoyo social a proyectos culturales, que han supuesto un complemento más que necesario de muchas de las actividades de estos tres o cuatro últimos años. He de reconocer que es un medio de financiación un tanto errático, caprichoso, pero ante la nada reinante se hizo imprescindible.
Con la excusa del ordenamiento financiero europeo –habían informes que así lo decían– el gobierno de español entra como un elefante en una cacharrería y cuela en las leyes unas restricciones que más que regulación parece un castigo, otro más, como el IVAzo por el No a la Guerra de cine, teatro y música.
¿Hasta cuándo? En mi opinión hasta el momento en que alguien de la oposición parlamentaria coja al toro por los cuernos y convoque una especie de Junta Democrática de la Cultura y como en los setenta empiece a proponer nuevas políticas culturales al margen de la inactividad del actual gobierno.
¿Lo harán? Uyyyy… como decía El Hermano Lobo.
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