Gustav Leonhardt ya para siempre
Tal vez sea un poco tarde para glosar la carrera de Gustav Leonhardt. Todos los medios nacionales e internacionales lo han venido haciendo desde que ayer martes 17, un día después de su muerte, la noticia se hiciera pública.

Gustav Leonhardt. ©Santiago Torralba / SMR Cuenca, 2011
Gustav Leonhardt ha sido el patriarca renovador de la interpretación de la música antigua, barroca y clásica y de Bach en particular.
Sí, no cabe la menor duda de que él y sus colegas Brüggen, Bylsma y Harnoncourt cambiaron los conceptos y la manera de interpretar la música, empezando por la elección de los instrumentos apropiados. En los años 70 españoles, con la aridez del panorama musical en cuanto a la música antigua, cambió también el rumbo de la vida de muchos de nosotros.
Mi primer curso con él, en 1979, supuso toda una revolución no ya solo en la manera de interpretar sino en la forma de aproximarse a la partitura. Todo estaba ahí, en las notas escritas en un papel y en esa tremenda soledad del intérprete al hacerlas música. Su manera exhaustiva de trabajar cada página, su visión global y analítica de cada uno de los repertorios, obligaba a un acercamiento sin condiciones al compositor.
Su radicalismo total impidiendo aplausos cuando interpretaba música religiosa, su negativa en los últimos años a interpretarla fuera de los recintos sagrados, ungía de respeto todos sus conciertos. Era apasionante verle inspeccionar y descubrir los órganos antiguos, tanto como los motores de los coches que también le fascinaban.
Ese respeto de su intimidad que hacía prácticamente imposible una entrevista con él, a las que ponía mil excusas generalmente de falta de tiempo. Y es que el tiempo le resultaba precioso para aprender y disfrutar de sus furtivas visitas al Prado, al Palacio Real de Madrid (su admirado Tiépolo) o a cualquier catedral o edificio histórico.
La última master-class en Madrid (Residencia de Estudiantes, 1991) con su visión de Frescobaldi, cerraba su faceta de profesor aunque paradójicamente siguió enseñándonos y dándonos lecciones en sus conciertos, en su infatigable entrega a la música. Son lecciones que superan la técnica del teclado, la forma de ornamentar o de mantener el sonido en esos instrumentos tan arcaicos. En realidad eran lecciones de forma de entender y vivir la música.
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Pilar te acuerdas del recital en Arcas….. Mi última imagen de él fue el pasado año saliendo del Parador tan piti con sus mutones protegiéndose esas delicadas manos. Qué pena que la gente tan inteligente se muera antes de lo que debe. A este paso no nos queda nadie. Espero ver a Harnoncourt en Salzburgo este verano…