Leopold Mozart y su olvidada pedagogía del violín
Leopold Mozart: Violinschule (de original Versuch einer gründlichen violinschule,entworfen und mit 4 upfertafeln sammt einer Tabelle versehen) Traducción crítica al castellano por Nieves Pascual León. Editorial Arpegio. Asociación Luigi Boccherini. Año 2013. ISBN: 978-84-15798-00-2
Si nuestro objetivo es perfilar la figura de Wolfgang Amadeus Mozart, no se deben olvidar una serie de hechos que acaecieron en su corta vida y que le marcaron hasta el final de sus días.
Pero sin ninguna duda, la figura que modeló la vida del genio Salzsburgués y es parte de las razones y sin razones que se movieron alrededor de éste es la de su padre, Leopold Mozart.
La gran mayoría de los amantes a la música hemos tenido siempre el recuerdo de Johann Georg Leopold Mozart (Augsburg, 1719 – Salzburg, 1787) como el personaje, quizás un tanto deformado, que nos mostró Milos Forman en su aclamada Amadeus. Y es que de nuevo cabe preguntarnos si el cine en ocasiones nos da una visión un tanto sesgada o incoherente del tema que se trata porque aún siendo una de las joyas del cine de los 90 fueron muy criticados los roles exagerados que se mostraban en el proyecto fílmico: muy criticado fue el papel de niñato egocéntrico y engreído de W.A.Mozart, más peligroso fue el de su archi-enemigo Salieri; pero por encima de ellos resalta un segundón al que se trató en el film con la crueldad de la ignorancia: ahí estaba, un rol indefinido pero que mostraba su parte más negativa, la del padre sumamente protector y nada más.
Y es que Leopold Mozart no sólo fue el padre del genio -puede que hasta su «cuidador» infatigable, mecenas o representante, como se le quiera llamar- sino que también fue su alma creadora, su maestro. No se puede negar que tras nacer Mozart se dedicó a llevarlo de corte en corte como un mono de feria para admiración de todos los reyes y emperadores de la Europa dieciochesca; y es verdad que en este caso, según las misivas que existen a lo largo y ancho del continente, este cruel papel es innegable. Y tras la independencia del hijo en 1777, ¿qué quedó del padre? El olvido. Las desavenencias mutuas que llegaron hasta negarle el hijo al padre la obediencia, no así el respeto que le debía como progenitor, llegaron a mandar al exilio histórico a Leopold y de estos años finales ni la Leopold Mozart: Dokumentation que escribió Ludwig Wegele nos da luz sobre los hechos.
Y sin embargo queda por descubrir la figura de uno de los máximos exponentes de la pedagogía del violín que dio el siglo, escritor además de un excelente manuscrito sobre este instrumento. Quizás el lector se sorprenda al leer que su tratado para el instrumento –violinschule– por su gran contenido y facilidad de uso es una excelente herramienta dirigida tanto a los docentes como al alumnado en general; junto con los métodos de violín de Rhode, Kreutzer y Baillot de 1803, el Campagnoli de 1820, el Spohr de 1832 o incluso los estudios técnicos ( y creo que dictados por el diablo, por cierto) de Gaviniès, Fiorillo y Paganini, el método de estudio de Leopold Mozart nos ofrece una visión anterior al S. XIX y por tanto es lo único que podemos encontrar relacionado con la pedagogía del violín hasta el momento. El propio autor en la introducción a la primera edición de 1756, en una de sus copias y concretamente la que se encuentra en la Biblioteca estatal de Baviera bajo la signatura 4 mus.th. 1064 (de la cual Nieves Pascual León ha hecho la traducción crítica), comenta que le llamaba la atención que no existieran buenas bases o reglas que controlaran la técnica del arco, lo que provocaba que incluso se encontrara en sus clases con alumnos a los que les tenía que cambiar malas posturas, haciendo que su trabajo fuera el doble. También nos cuenta que leyó por aquella época un tratado titulado contribuciones histórico-críticas sobre los avances de la música de Marpurg y se dio cuenta de la existencia de miles de tratados musicales pero ninguno relacionado con el violín. Así que se dedicó a la ardua tarea de escribir uno de los primeros tratados modernos que desmigaran la base para el correcto arte de tocar el violín junto con llamadas de atención a los malos criterios de algunos concertistas y la forma en la que un intérprete debe adquirir las reglas del buen gusto.
Muy humilde y sin grandes pretensiones, Leopold Mozart nos cuenta «…he escrito esta escuela de violín no solo para el uso de los alumnos el beneficio de los profesores, sino porque deseo sinceramente convertir a todos aquellos que, por culpa de su mal aprendizaje, frustran a sus propios alumnos. Pues ellos mismos cometen faltas que fácilmente reconocerían si renunciaran durante un momento a su autoestima.»
Lo más curioso de violinschule es que aún siendo uno de los métodos más famosos del momento, contando con cinco ediciones en alemán (de las cuales hay multitud de copias), en francés, en inglés y hasta en Ruso, de la traducción española hemos tenido que esperar casi 250 años, lo que hace que el método haya sido casi desconocido por los violinistas hispanohablantes, teniendo que echar mano de la copia inglesa de 1812 la gran mayoría. Sin grandes pretensiones nada más que la de acercar al público español la gran obra del padre de El Genio, Nieves Pascual León ha realizado la primera traducción crítica de la obra cuidando en muchos detalles que la obra apareciera tal y como aparece en la copia de Baviera. Por ello se ha respetado la redacción original junto con ese lenguaje accesible que hace, en ocasiones, que sonrías ante alguna genialidad; también se muestran las cenefas que abren los capítulos de la copia original junto con los ejemplos musicales que se realizaron en la impresión, perfectamente legibles, junto con algunas traducciones de nomenclaturas que ya no se utilizan y que harían que fuera más difícil de entender. Sin embargo, las eliminaciones de las anotaciones para el arco arriba-arco abajo en las partituras originales, que hubieran quedado mejor escritas y traducidas en ese mismo ejemplo para darle más veracidad a la obra, quedan un tanto extrañas visualmente al no haberse cuidado la tipografía.
Una gran suerte el poder contar con esta traducción crítica que seguro puede ayudar tanto al docente como al alumno en la buena práctica musical. Ahora, que otra cosa es el oído: » […] si, por el contrario, no lo tuviera, no es apto para la música y será preferible que coja un hacha para cortar madera en vez de un violín» (capítulo II-10). Sonrío, porque de estas hay muchas y para todos.
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Hola amigos, cómo y dónde se puede conseguir el libro de Leopold Mozart?
Gracias.