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El bailarín y coreógrafo cubano Carlos Acosta (La Habana, 1973) y el director artístico del Festival Perelada, Oriol Aguilà, han presentado en Barcelona el espectáculo Folclor, que se podrá ver en el Mirador del Castillo los próximos días 26 y 27 de julio (22 h.) y que forma parte del programa del festival ampurdanés. Acosta, que creó su propia compañía, Acosta Danza, en 2015, hará su tercera aparición en el Festival Perelada desde 2017, en esta ocasión sólo como director artístico del espectáculo Folclor. Tanto Acosta como Aguilà se han felicitado porque el festival haya vuelto a mostrar su confianza hacia el bailarín y su proyecto y, de hecho, ambos han coincidido en que se trata de una «historia de lealtades mutuas», según Aguilà.

Carlos Acosta ha explicado que en Folclor «existe la esencia de la compañía, lo que hace que ésta sea diferente», situando el espectáculo en la trayectoria de Acosta Danza hacia la búsqueda de una voz propia, que la haga reconocible. El bailarín cubano ha explicado que Folclor «es una simbiosis de talento cubano y extranjero», por lo que hay una mezcla de tradición, de folclore cubano y de contemporaneidad que aporta el talento foráneo. El espíritu de la compañía cubana es el de formar a bailarines que puedan combinar los géneros clásico y contemporáneo sin esfuerzo, imbuidos por las ricas influencias musicales y de la danza cubanas, para crear un repertorio apasionante y estimulante y que desborde las fronteras convencionales. Folclor responde exactamente a esa misión. El programa incluye piezas de coreógrafos muy inspiradores de Cuba, Suecia y España, con los que la compañía ha trabajado.

La coreografía Paysage, soudain, la nuit, del bailarín, cineasta y coreógrafo sueco Pontus Lidberg, abrirá la velada. Lidberg, pionero en la mezcla de danza y cine, festeja en esta pieza para 11 bailarines la celebración de la juventud entre el atardecer y el amanecer, sobre una partitura de Leo Brouwer -prestigioso compositor, guitarrista y director de orquesta cubano-, inspirada en la rumba. Se trata de algo más de un cuarto de hora de pura energía contagiosa y juego de piernas latino, pensado para una música tradicional frenética. Acosta ha remarcado que se trata de una pieza «caracterizada por una alegría casi juvenil», así como también la participación de la artista local Elisabeth Cerviño, autora de la escenografía.

La segunda coreografía de la noche es el dúo Soledad, que es obra del coreógrafo español Rafael Bonachela y según ha explicado Acosta, sólo se ha puesto en escena una sola vez. Se trata de una pieza elegante, sexy y emocionalmente cargada, una pieza que, dice Acosta, “contiene todo lo que es latino” y que explora los lados salvaje y tierno de una relación. La coreografía de Bonachela, también de una duración aproximada de poco más de 15 minutos, profundiza en las raíces españolas del autor, aunque fue concebida a partir de la música de la cantante mexicana Chavela Vargas y del Hommage à Piazzolla, Gidon Kremer.

Tras el descanso, la velada concluye con Híbrido, una pieza para 9 bailarines de los coreógrafos cubanos Norge Cedeño y Thais Suárez, que ilustra la energía y la destreza de los bailarines a la hora de mezclar, sin que se noten las costuras, las tradiciones africanas de los yorubas con un baile esencialmente contemporáneo. Híbrido, que tiene una duración de poco menos de media hora, está inspirada en el mito de Sísifo, que fue condenado a empujar una roca inmensa montaña arriba, para que rodara hacia abajo indefectiblemente una vez se acerca a la cima, y a repetir esta acción durante toda la eternidad, sin darse nunca por vencido. Los coreógrafos crean un universo muy particular, en el que se confunde la realidad con la irrealidad y los bailarines, que representan el poder de la danza para lidiar con los retos cotidianos, tratan de alcanzar futuros imaginarios en una isla –metáfora sutil de Cuba – que revela sus misterios a medida que la noche avanza hacia el día.

Un proyecto singular

El bailarín cubano ha aprovechado para dar un repaso a su proyecto, la compañía Acosta Danza, con sede en La Habana, y para describir su estado actual. La compañía incluye también un proyecto de academia de formación que ha llenado hasta ahora los tres cursos del ciclo que ofrece y que cuenta actualmente con 30 bailarines y bailarinas (10 alumnos por curso). Acosta, fiel a sus inicios, explica que «los alumnos ingresan en la academia a los 15 años y les proporcionamos no sólo formación artística, sino también educación y medios, porque provienen de entornos pobres». Los alumnos aspiran a formar parte de la compañía profesional, pero el bailarín explica que detectó que en el tráfico de la academia a la compañía, mientras cumplen 2 años de servicios sociales, existía un vacío, que llenó con la creación de una compañía junior, que cuenta con 8 bailarines y ya tiene repertorio propio y una gira comprometida, aunque cuando terminan en la academia, también tratan de encontrar caminos para algunos de ellos en otras compañías.

Acosta desgranó las vicisitudes que ha vivido la compañía, que cuenta con el apoyo del gobierno cubano y de un número no determinado de fundaciones y mecenas del Reino Unido, donde Acosta ha hecho gran parte de su carrera como bailarín. De hecho, actualmente, el coreógrafo cubano es director del Ballet Real de Birmingham desde el año 2020. Sin embargo, Acosta lamentó que en La Habana hay muy pocos espacios donde poder presentar espectáculos de danza y que desde la muerte, en 2019, de la legendaria Alícia Alonso, prima ballerina assoluta y directora del Ballet Nacional de Cuba, la situación ha empeorado, porque la prestigiosa bailarina, coreógrafa y directora, una verdadera personalidad cultural en la isla, velaba porque la danza contara con suficiente reconocimiento.

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