Contra el olvido (En la muerte de Gloria Collado)
En muy pocas semanas se ha ido apagando hasta desaparecer del todo el pasado 11 de julio la luz cálida y potente de Gloria Collado.

Editora, gestora cultural, fotógrafa, crÃtica de arte, era persona comprometida y sensible a la cultura, el arte y el pensamiento, canalizando todo ello a través de la música en estrecha compenetración con su marido, el compositor, crÃtico e investigador Jorge Fernández Guerra. A velocidad de vértigo Gloria habÃa ido perdiendo poco a poco la memoria, pero en una de esas jugadas incomprensibles del destino, la vida le ofreció la posibilidad de que una enfermedad incurable le permitiera no perderla del todo, llevándosela con tal rapidez que al menos los que la conocimos podemos guardar de ella el recuerdo de toda su plenitud.
De todas las empresas que acometió brilla con luz propia la fundación de la revista Doce Notas, que creó con Jorge en 1996 y codirigió con él durante una década para luego asumir ella la dirección en solitario a partir de 2001, acometiendo su transformación del papel a lo digital y dejando bien establecidas, tras su jubilación hace unos pocos años, las lÃneas maestras que el eficaz equipo del que supo rodearse llevan adelante de manera ejemplar. Centrada principalmente en la música y la danza, Doce Notas se apuntó un tanto de intelectualidad al lanzar en paralelo la publicación semestral bilingüe (en español y francés) Doce Notas Preliminares, en la que de forma monográfica se trataron durante 10 años, de 1997 a 2007, asuntos relativos a la Posmodernidad, la Enseñanza superior de la música, la Ópera contemporánea o la Creación en tiempo real, con la colaboración de firmas españolas y europeas de primera fila procedentes de los distintos campos de la creación, la investigación y la crÃtica contemporáneas.
Pero si algo me gustarÃa destacar es que mi cercanÃa a Gloria y a Jorge -cuyo conocimiento se remonta a los 70 del pasado siglo en el caso de este, cuando coincidÃamos con frecuencia en los pasillos del Conservatorio de Ópera, y a finales de los 80 en el de ella, que ejerciendo de fotógrafa en el ensayo general de una obra mÃa en el Teatro Real se me presentó diciendo “Hola, José Luis; soy Gloria, la mujer de Jorge Fernández Guerraâ€- surge precisamente de la fundación de Doce Notas, cuyo primer número, el de marzo-abril de 1996, supuso todo un acontecimiento en el entorno en el que yo me movÃa entonces -el de Asesor técnico de la ConsejerÃa de Música y Artes Escénicas del Ministerio de Educación- y en el que ya llevaba tres años largos intentando colaborar en poner a punto el desarrollo normativo de la reforma de las enseñanzas de Música, Danza y Arte dramático en el marco de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo, aprobada en octubre de 1990.
En los cerca de seis años transcurridos ya se habÃa podido vislumbrar lo que esa reforma podÃa dar de sà -y más teniendo en cuenta de dónde venÃamos-, y Doce Notas no tardó en darse cuenta del calibre y la envergadura de lo que se estaba gestando en las dependencias del antiguo depósito de cadáveres del Hospital de San Carlos, en la calle Argumosa. Desde el principio el apoyo fue incondicional, y más cuando a los pocos meses de aquel primer número el gobierno socialista perdió las elecciones y, tras 14 años de hegemonÃa, tuvo que ceder el poder a una derecha que desde el primer momento mostró claramente las maneras que antes solamente apuntaba. El artÃculo de Jorge con que se abrÃa el nº 4 de Doce Notas (diciembre de 1996-enero de 1997) es un documento que queda para la Historia, porque no puede reflejar mejor la tensión del momento, ya desde su tÃtulo: “Horror en el hipermercado, o cómo construir un conflicto educativo)â€
Para acallar las voces del sector más reaccionario, que llevaba años pidiendo su cabeza, Elisa Roche, la hasta entonces Consejera Técnica, fue fulminantemente cesada por la propia Ministra, Esperanza Aguirre (algo sin precedentes en la Administración), y todo el equipo que hasta entonces habÃamos trabajado con ella presentamos nuestra dimisión. Y realmente no sé qué habrÃa sucedido con el desarrollo de la Ley si Doce Notas no hubiera estado detrás, manifestando un apoyo cerrado y sensibilizando a todo un sector que era clave para que la reforma no se desmoronara. Durante los años siguientes tanto Elisa Roche como yo y como otros profesionales seguimos trabajando en absoluta clandestinidad, mientras Doce Notas nos abrÃa sus puertas y dejaba que escribiéramos en sus páginas lo que considerásemos oportuno, unas veces de forma abierta y otras anónima, en el caso de algún editorial, cuando no con seudónimo. En ese contexto se gestó, debatió y aprobó el currÃculo del grado superior de Música, nada menos, y unas cuantas normas que, aunque aparentemente elaboradas por los equipos designados por el Ministerio, siempre tenÃan detrás nuestra experiencia de muchos años. En la hemeroteca de la web de la propia revista está accesible todo el contenido del movimiento de fondo que, finalmente, logró sacar la reforma adelante, aunque muy a la baja con respecto a las intenciones con que se abordó.
Elisa Roche no volvió nunca al Ministerio, aunque siempre estuvo detrás de todas las normas que se redactaron y aprobaron en esos años, pero yo fui llamado para reincorporarme a finales de 1998 al equipo de la nueva Consejera Técnica, Rosa Alonso. Y en 2001 el destino volvió a unirnos a Jorge y a mÃ, en labores distintas pero no demasiado distantes: el 1 de febrero él fue nombrado director del CDMC (Centro para la Difusión de la Música Contemporánea), y yo director artÃstico de la JONDE (Joven Orquesta Nacional de España). Y claro, Jorge tuvo que dejar la codirección de Doce Notas, pasando Gloria a asumir el papel de directora única de la publicación.
Por todo ello, la educación musical española y los altos niveles de calidad y cantidad que se siguen alcanzando desde hace más de veinte años, tienen una deuda inmensa de gratitud con Doce Notas y, por tanto, con Gloria y Jorge. La revista eran ellos, sobre todo en sus comienzos, y por tanto en aquellos difÃciles momentos todo el apoyo fue suyo -el moral y el logÃstico, pues muchas sesiones de trabajo se celebraron en la sede de la revista-. Jorge no lo va a olvidar nunca, pero la muerte prematura de Gloria me ha hecho revivir muchas cosas y ha despertado en mà la necesidad de evitar que la sociedad olvide el esfuerzo, la pasión y el entusiasmo para sobreponerse a los contratiempos que ese respaldo incondicional les provocó en muchas ocasiones, y que, además de nuestra memoria, solo merece nuestro agradecimiento: el que se le debe a las personas que se dejan la piel en lo que hacen.
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Una gran profesional
Mi máximo cariño, agradecimiento y memoria por Gloria Collado. Ella fue una gran luchadora en el mundo de la cultura y de la música a través de Doce Notas y de otros espacios especializados. Cierto que la última vez que la và en Centro Centro preguntó a su marido que quien era yo, me dà cuenta que ya no era la Gloria que conocà hace muchos años. Descanse en Paz!