Doce Notas - docenotas.com - m�sica y danza

Si hay una tipología de instrumentos musicales que, de una u otra manera, ha permanecido presente en la cultura occidental esa es la de los instrumentos de tecla, desde el órgano medieval hasta los controladores MIDI. Ahora bien, de ese largo decurso una de las fases más interesantes es la que va de finales del siglo XVIII a las primeras décadas del siglo XX.

La poderosa presencia del piano y su legitimación dentro del espacio cultural al que llamamos música clásica es algo que vivimos aun hoy en día y que se remonta a la ubicuidad del piano decimonónico, desde Siberia hasta las recién creadas repúblicas americanas, en todas las “familias bien”, espacios culturales y en manos de todos los amantes de la música que pudiesen permitírselo. Pero justamente antes de este último periodo que describimos está aquel que desembocará en la aparición del piano, más o menos como lo conocemos hoy y que, alargándose desde la Ilustración comprende una serie de búsquedas e innovaciones, siendo los instrumentos como el clave una especie de punto de partida. Si tenemos en cuenta que la stemmatica que va del clavecín al pianoforte de Cristofori no es una línea recta, en sus muchas ramificaciones podemos encontrar instrumentos interesantísimos y uno de ellos es el clavecin roïal, para el que se compuso música de manera expresa.

El instrumentista y musicólogo Pablo Gómez Ábalos nos presenta una producción que es fruto del proyecto de recuperación de este instrumento. Usando una reconstrucción de este, fabricado por Kerstin Schwartz, hace de nuevo sonar el particular mecanismo del clavecin roïal y para ello recurre a repertorio que, por lo menos en su mayoría, pone de relieve las cualidades idiomáticas del instrumento.

Las piezas grabadas son cinco fantasías de Carl Philipp Enmanuel Bach, y sendas sonatas, de Christian Wilhem Podbielski y de Ludwig Van Beethoven. El instrumento brilla en las fantasías, mientras que en las tres pistas de la sonata de Beethoven hace que escuchemos algo totalmente distinto a lo que estamos acostumbrados.

Más allá de la solvencia técnica de Gómez Ábalos, que hace muy disfrutable el disco, sobre todo en su primera mitad, la reveberv de las tomas genera dudas sobre la resonancia propia del instrumento, podemos deducir que por la naturaleza del espacio donde se grabó, la Torre del Virrey, en L’Eliana (Comunidad Valenciana), pero es algo que no está bien solucionado desde lo técnico de la toma de sonido.

Esperemos que este proyecto se extienda en forma de más conciertos en directo para poder despejar dudas y conocer este interesante instrumento, uno de los frutos olvidados del Siglo de las Luces.

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