Hablando de música en géneros menores
Variety. The art of variation. Les passions de L´Ame. Meret Lüthi (violin y dirección). DEUTSCHE HARMONIA MUNDI 19075919572 (1CD)
Los miembros de la Orchester für alte musik Bern, a las ordenes de Meret Lüthi, homenajean con su nuevo trabajo para Deutsche Harmonia Mundi al trio de compositores barrocos austriacos Fux, Schmelzer y Biber en un magnífico disco cuyo leitmotive es el género de la variación.
Hablar de la variación musical es motivo de disputa: la eterna discusión sobre si el compositor en cuestión ha creado este tipo de música bajo las prisas y poco más, puesto que las musas no han bajado del Olimpo para ayudarlo en su quehacer, se enfrenta a los que declaran que, siendo todo lo contrario, representa tal género algo más que mera creación e innovación en el campo de la música. Confieso que soy de los segundos y lo corroboro tras la grata escucha del sorprendente trabajo llevado a cabo por Les passions de L´ame.
Hablar de la variación es hablar de un proceso de comunicación continuo donde compositor, intérprete y público se dan la mano. Ver este género como un recurso sencillo e intuitivo por el mero hecho de repetir algo que responde a la evidencia puede que, en el caso del compositor, sea aún incluso más hiriente: porque deja al mismo de lado para dar paso al segundo actor de lleno, la interpretación de la obra. Tenemos claro que no es lícito discutir los aires de danza de los vihuelistas del XVI con sus aportaciones al campo, porque no hay mayor fantasía que estos instrumentistas mostrando todo su poder como comunicadores de ideas musicales; Si encima rizamos el rizo y nos sumergimos en el caso de compositores e intérpretes del XVII y XVIII , con la presión de la espada de Damocles del gran público, mayor respeto nos da piar sobre el tema.
Por ello, hablar de Biber, Fux y Schmelzer en el campo de la variación es un claro ejemplo de romper con los muros que se habían creado entre los gustos del público y el propio ámbito de creación, viciado este último por las agresivas campañas de mecenas y demás marketing; Un momento en el cual había que crear para un público, ávido de novedades y auditores sin piedad de pequeñas salas donde exponer la más mínima flaqueza era cavar tu propia fosa. Todo hace que en las obras donde se ven atisbos de este género “menor” -y en el caso particular de estos tres genios austriacos – haya más que un admirable retablo de humildad y mucha inteligencia a la vez: con pocos recursos (o los idiomáticos del instrumento) como la scordatura u otros pillajes, podían llevar al límite las tretas creativas del más avispado intérprete; por ello, en sus composiciones existe tal economía de material de relleno que lanzaban la pelota de la creatividad al tejado del intérprete y, este a su vez, en un intento de querer ir más allá del límite del instrumento en cuestión, hacían otro tanto para que ,como último estadio, el público se sintiera gratamente sorprendido.
Esta cadena creativa -Compositor, obra, intérprete- es lo que rezuma por los cuatro costados el nuevo trabajo de este excelente grupo de músicos de Berna, a las órdenes de la fantástica violinista y directora Meret Lüthi. Tras sorprendernos hace cinco años con el exótico barroco de “Spicy”, vuelven a la carga con un disco donde la fantasía de la variación, en mano de estos tres compositores más que conocidos en su catálogo , es la tarjeta de presentación para una audaz interpretación; Sorprendente pero a la vez peligrosa, porque aquí no se juega con la calidad de la obra en sí sino que dejan desnuda la misma para darle otra vuelta de tuerca y así hacer que el oyente se vea sublimado ante tal elogio musical.
Del rosario presentado en el disco es Harmonía Artificiosa-ariosa, en sus Partitas I y V, un claro ejemplo de absoluta belleza: La originalidad con la que se desparrama el brillo de los violines Jacobus Stainer a los largo de los minutos, el conjunto camerístico que crea originales colores con aires orientalizantes (gracias a la utilización de un Dulcémele y efectos percusivos fuera de lo común) así como la fuerza con la que el duo Lüthi-Stoffer ejecutan tan tremendas obras, hacen que la obra de Biber adquiera cotas de inimaginable expresión: Y si no, sirva de ejemplo la teatral Passacaglia final con la que se cierra el disco.
Por supuesto que no se queda nada corto en este excelente catálogo el Rondeau á 7 de Johann Joseph Fux, donde cada instrumento hace su pequeño alarde de locura en los apenas cuatro minutos y medio que dura la obra, empastando cada miembro instrumental del proyecto Les Passions como nos tienen acostumbrados vistos sus anteriores trabajos. Y con una extravagante finura, la sonata tertia de la colección Sonatae Unarum Fidium -con la que se sabe se presentó como compositor del género sonatas Schmelzer- de extremada dificultad, se alza en este catálogo dejando un bello ejemplo de juego interpretativo y mecánica discursiva en el violín.
Sin duda, música desnuda con inconmensurables trajes interpretativos… ¿O es nostalgia por no haberlo disfrutado en su momento y lugar?
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