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Fluvial a través de los meandros del río Misisipi hasta el Delta de su desembocadura en el golfo de México y musical por ser esa región USA, esos estados, los que han visto nacer una tradición musical, el blues, que ha modificado el panorama de la música popular del siglo XX y XXI. Todo a partir de un hecho tan doloroso como es el sometimiento de casi cuatro millones de personas al trabajo forzado y su venta como si fueran mercancías o ganado.

Toda esta ignominia fue contemplada por las aguas de este caudaloso río americano y las ciudades que protagonizan este viaje musical: Memphis, Nashville, Natchez, Lafayette y Nueva Orleans.

Memphis conoció el nacimiento y expansión del blues desde los primitivos hollers, gritos rítmicos que ayudaban al trabajo en las plantaciones. Esos gritos se hicieron melodías con banjos y guitarras destartaladas en las que el acorde de acompañamiento era producto al amartillar con un cuchillo las cuerdas de la guitarra o con los ritmos que proporcionaban tablas de lavar allí metálicas o cucharas de madera percutidas. Con estas bases y mucho dolor un pueblo, el pueblo esclavo negro americano, regalo a la humanidad la que quizá sea la mayor explosión musical: el blues, el jazz, el rock.

Todos los grandes nacieron o trabajaron por la zona: W C Handy, Charlie Patton John Lee Hooker, BB King, Robert Johnson, Muddy Waters, Howlin Wolf, Willie Dixon, Bessie Smith…de 1910 hasta 1940 los honky tonks y barrell hauses de la zona conocieron una explosión de personajes que estaban creando canciones elementales que aun ahora grandes instrumentistas tratan de desentrañar a partir de arcanos diabólicos, cono rezaba la creencia popular. Todo eso en un puñado de acres regados por el río Misisipi y en conocidas plantaciones de algodón como Dockery Farm.

«El blues tuvo un hijo, el rock and roll» decía Muddy Waters, gracias al interés de algunos jóvenes blancos como Elvis Presley, Jerry Lee Lewis o Bill Haley, Chet Atkins y Sun Records. El foco de atención pasa de Memphis a Nashville y allí se mezcla con tradiciones musicales irlandesas y de cantos religiosos blancos, country, y se alumbra el rock and roll, donde blancos y negros son igualmente rechazados por los más conservadores. Tanto da Elvis que Ike Turner, se condenaran en el fuego eterno, donde ya estaría, seguro, Robert Johnson, que con menos de dos horas seguidas de música ha alimentado a generaciones de grandes guitarristas, Eric Clapton su máximo divulgador.

El viaje de Jurado, muy bien ambientado en lo residencial y gastronómico, prosigue hacia el sur: el bayou, la laguna, el vudú, los caimanes. Lafayette, Tremé, Nueva Orleans….siguiendo la Highway 61, nueva y vieja. Allí la música y la cultura se hacen francesa y española en Luisiana. Con epicentro en Nueva Orleans tres grandes estilos: zydeco y cajun, y jazz o jass. Nacidos de la mezcla negra, francesa y española los dos primeros y negro – blues- y prostibularia, rag times, y militar la segunda.. Los afros se apropian de los instrumentos de las bandas militares y la montan en Storyville como ya lo habían hecho en Congo Square con sus bongos y cantos ancestrales.

Los nombres ahora son Buddy Bolden, Louis Armstrong, Original Dixieland Jazz Band, Sidney Bechet…

Y aquí nos tienen, con miles de discos en nuestras estanterías que aun aprovechan estas aguas pantanosas. Todo ello magníficamente descrito por Miquel Jurado en dos viajes diferentes.

Un detalle que no quiero ni puedo dejar escapar es la gran reverencia que se tiene en estos estados por la música y los músicos: organizaciones y museos del blues, estudios de grabación, casas de los propios músicos, garitos, comercio musical, lugares emblemáticos como el posible cruce de caminos donde Belcebú enseño a interpretar blues en un plisplas a R Johnson, en Clarskdale.

Todo es memorable y musealizable: parques, calles, esquinas, autopistas, puentes…llevan los nombres de las grandes figuras de estos estilos musicales, como si la sociedad estuviera orgullosa del legado que les y nos han dejado. De ahí mi titular: sólo conozco una calle de Terrassa con el nombre del gran Tete. ¿Ni un museo en Barcelona? ¿ Ni un parque?

¿Ese va a ser el pago de España a Paco de Lucia, Camarón, Morente, Rosendo, Miguel Ríos, Celtas Cortos, Agapito Marazuela, Pedro Iturralde, Jorge Pardo, Joan Albert Amargós, Tomatito, Raimon, Pi de la Serra, María del Mar Bonet, Toti Soler…Albert Pla? To name but a few! ¿Ni un triste callejón con su nombre? Sin duda, una autentica «madrastra» en lo musical y cultural.

Completa el libro una amplia sección de autores, discos, lugares, bibliografía. Muy útil para planear un viaje a la zona, complicado ya en mi caso.

Para mí ha sido el libro del verano, busquen ya que está bien distribuido y disfruten.
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