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Gala Golovskina © Damir Yusupov

Si bien el primer estreno de la temporada lo protagonizó el Novaya Opera Theater el pasado setiembre, con el estreno de una puesta en escena de la ópera “Salome” de Richard Strauss (la primera producción local de este título de la era post-soviética), el mítico Teatro Bolshoi levantó el telón de la principal cartelera moscovita con la reposición de seis títulos operísticos y cuatro ballets. A finales de este mes, el 28 de octubre, tendrá lugar el estreno de la primera de las cinco nuevas producciones que podrán verse en este veterano coliseo: la tardía ópera de Tchaikovsky Iolanta. A ésta le sucederán los estrenos de la handeliana Rodelinda (13 de diciembre), la Katerina Ismailova de Dmitry Shostakovich,título con el que se conoce la tardía revisión de su célebre Lady Macbteh (18 de febrero), un nuevo Don Pasquale a cargo del controvertido director Timofei Kulyabin (19 de abril) y La damnation de Faust del maestro francés Héctor Berlioz (22 de julio).

A primeros de octubre pudimos asistir a la reposición del montaje del Rigoletto que Robert Carsen estrenó en la capital rusa la pasada temporada, en el cual convierte al desdichado bufón en un payaso de circo, ambientando la escena en el interior y a los alrededores de una gran carpa circense -con acróbatas reales incluidos. El director canadiense no ahorra en escenas picantes, convirtiendo el primer número de la obra en una auténtica orgía y obligando al duque a cantar su comprometida cabaletta del segundo acto haciendo un estriptís y trepando por una escalera mientras procura que no se le vea más de lo debido. Más allá de estas anecdóticas ocurrencias, que tan poco aportan cuando no entumecen el hilo dramático narrativo –entre las cuales cabría destacar también el despropósito de hacer descender una joven colgada en una cuerda desde las alturas en el momento de la expiación final de Gilda–, el conjunto del reparto funcionó de maravillas. Comenzando por el intenso Rigoletto de Dimitris Tiliakos, magníficamente secundado por el elegante e incisivo duque de Pavel Valuzhin y la delicada Gilda de Nina Minasyan. A su vez, el trio protagonista estuvo muy bien complementado por la sensual Maddalena de Alexandra Kovalevich y el rotundo Sparafucile de Oleg Tsybulko. El resto de coprimarios (mención especial merece el vigoroso Monterone de Vyacheslav Pochapsky), así como el espléndido coro de la casa, rindieron a un gran nivel.

 El maestro Evelino Pidò condujo con eficacia y buen temple dramático el conjunto, e hizo las maravillas en el foso, con una memorable interpretación de la orquesta titular.

Más populares aún que las temporadas líricas, lo son las temporadas de ballet moscovitas. I en este sentido, uno de los actos más destacados del inicio de temporada del Bolshoi fue el emotivo homenaje póstumo que los distintos cuerpos de ballet de la ciudad tributaron a la eximia bailarina Sofia Golovkina (1915-2004), toda una leyenda del ballet ruso de la era soviética. El pasado 7 de octubre distintos cuerpos de ballet moscovitas, así como algunos exalumnos suyos, se dieron cita en el gran escenario del Bolshoi para rendir tributo a una de la grandes figuras del ballet ruso del segundo tercio del pasado siglo y a la exigente directora de la prestigiosa escuela de ballet de Moscú durante más de 40 años, en motivo del centenario de su nacimiento. Una gala de ballet, acompañada por la orquesta titular del teatro, que puso en relieve el virtuosismo técnico, la exquisitez y la delicada elegancia de la escuela de danza rusa, unas cualidades que Golovkina cultivó intensamente durante toda su vida, como bailarina y como docente, y que le valieron las más altas distinciones al mérito artístico de su país.

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