Las representaciones de la sexualidad
Sexualities, Textualities, Art and Music in Early Modern Italy. Playing with Boundaries Melanie L. Marshall, Linda L. Carroll, Katherine A. McIver, editoras Ashgate, Dorchester, 2014
Este libro es buena muestra del papel central que ocupa la música en la historia de la cultura.
Desde los años cuarenta del pasado siglo una parte significativa de la reflexión musicológica se orientó hacia una contextualización amplia de los acontecimientos sonoros que permitiese entender éstos como una manifestación más del mosaico que ofrecen las mentalidades de cada época. Sin la presencia de la música, como fenómeno auditivo o como representación iconográfica, serÃa difÃcil tener un panorama completo de la visión del mundo que hemos ido labrando a lo largo de los siglos. La sexualidad es, por supuesto, uno de los rasgos culturales a los que la música puede aportar algo de luz.
Las editoras han recogido en el presente volumen diversos trabajos, de los cuales alguno procede de un simposio con el mismo tÃtulo llevado a cabo en 2007 en la University College de Cork. Obviamente, no todos hablan de música: los hay especÃficamente literarios y los hay centrados en las artes plásticas. Es esta convivencia entre diferentes disciplinas la que enriquece la visión de cualquier estudioso sobre el tema de la sexualidad y sus representaciones en Italia durante un periodo que abarca los siglos XIVal XVI, ensanchando hacia atrás el concepto historiográfico early modern para dar cabida al siglo que vió florecer el dolce stil nuovo y que alumbró la perspectiva.
En el prólogo las editoras dejan claro que el eje en torno al que giran las diferentes aportaciones es la cuestión de los lÃmites, esto es, el juego de tensiones que se establece en toda producción artÃstica para mostrar sin mostrar, para decir sin decir, o para mostrar y decir sólo aquello que no transgreda los lÃmites impuestos por los valores morales dominantes. El reto para el estudioso moderno es indagar en los diferentes niveles de significación que tenÃan en el pasado las propuestas visuales, literarias o musicales y confrontarlos, a su vez, con nuestra manera de mirar y de escuchar. La vista y el oÃdo fueron siempre los sentidos privilegiados, más el primero, en parte, como nos recuerdan las editoras, por el privilegio frente al segundo de poder evitar lo indeseado. Ambos fueron tradicionalmente las dos principales vÃas de acceso al conocimiento del mundo, y ambos cifraron la avidez por disfrutar de cuantos halagos nos ofrece el entorno, lo que en ocasiones no los aleja demasiado de los otros tres más “groserosâ€. AsÃ, el voyeur concita con su mirada el ansia omnÃmoda de lo sensual. Es siginificativo, reflexionan las editoras, que no haya una palabra para definir al ávido de escuchar. Sin embargo, además de mirones hay, de alguna manera, “escuchonesâ€, como aprendemos en las páginas siguientes.
La cualidad virtualmente táctil atribuÃda a la mirada en el pasado, como en nuestros dÃas, da pié a Katherine McIver (“Visual pleasures, sensual sounds: Music, morality and sexuality in paintings by Titianâ€) para ensayar una nueva interpretación de la serie de Tiziano en la que se muestra en primer plano a Venus y a un tañedor. La autora centra su discurso en dos ejemplares de dicha serie (en el Prado de Madrid y en el Staatliche Museen de BerlÃn), ambos teniendo como protagonista a un organista. Su propuesta es doble. Por una parte, sugiere que el pintor efectuó una corrección de orden moral en el segundo ejemplar debido, quizá, a la iniciativa del comitente, corrección que evidenciarÃan la posición del organista y otros detalles secundarios del cuadro. Por otra, dando por supuesta la importancia de vista y oÃdo, afirma que el verdadero protagonista es el sentido del tacto, no sólo por la mirada intensa del organista, sino por el pie de Venus (o de una cortesana, aventura la autora) descansando en la cintura de aquél. Tiziano es tan enigmático que en él todo cabe, pero conviene no olvidar lo obvio, a saber, el ciervo que aparece en segundo plano y que tiene una larga historia como alegorÃa del poder seductor e irresistible de la música. Como colofón, la autora hace una ingeniosa referencia a un personaje a quien nadie ve y que, sin embargo, puede ser otro mirón de excepción: el que alimenta de aire al órgano con los fuelles.
La obscenidad de la escucha se pone de manifiesto en el análisis que hace Paul Schleuse (“Balla la mona e salta il babuino: Performing obscenity in a musical dialogueâ€) de una composición a cinco voces de Orazio Vecchi. Aquà es explÃcita la referencia al acto sexual que se representa auditivamente ante los oyentes mediante la analogÃa entre la mona con el órgano sexual femenino, por una parte, y el babuino con el órgano masculino, por otra. El autor examina las convenciones del teatro de la época y concluye que lo que un espectáculo visual no podrÃa mostrar abiertamente puede evocarlo con ventaja la música. Ésta se hace cómplice del oyente transitando por los lÃmites que impone la decencia. El “escuchón†puede, asÃ, representarse internamente una escena que los ojos bienpensantes rechazarÃan. En este nivel de representación la escucha toma ventaja sobre la mirada. Es muy pertinente la advertencia que hace el autor sobre la inconveniencia de interpretar la composición con una voz solista y las restantes ejecutadas por instrumentos, porque de ese modo se perderÃa la individualidad de los personajes implicados en la trama.
El silencio de la mujer es analizado por Melanie Marshall (“Farò quel che me piacerà : Fictional women in villotta voice resistanceâ€). Silencio relativo, por cuanto la autora establece una diferencia entre las clases bajas, con una mayor autonomÃa femenina, y las clases altas, especialmente el ámbito cortesano. Tomando como punto de partida una villotta, hace un paralelismo entre la biografÃa de la duquesa de Ferrara y la mujer anónima que se expresa con resolución y se rebela ante la imposición paterna. Hace una radiografÃa, además, de las diversas edades, o estados, de la mujer a través de otras villotte: casadera, malmaridada, viuda. El género villotta nos permite evocar un mismo entorno, el de las diversiones cortesanas con música, en el que se manifiestan dos actitudes femeninas diferentes: la de la mujer que verbaliza su deseo de autonomÃa, y la de aquélla que, rehén de las convenciones cortesanas, es condenada al silencio.
 Luis Robledo
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