En el corazón de los cuartetos de cuerda
Gropius Quartett: Mendelssohn-Albrecht-Dvořák. Indira Koch y Friedemann Eichhorn, violines; Alexia Eichhorn viola; Wolfgang Emanuel Schmidt, violonchelo. Edita: Hanssler Classic, Alemania 2024
Vayamos primero con el Gropius Quartett: formación relativamente reciente, 2018, nacida de alumnos que se conocieron en la Menuhin Music Academy en Gstaad y posteriormente en la Juilliard School de Nueva York.

Desde ese año, 2018, el ascenso fue meteórico en Alemania, en Europa y en América del Norte. De partida el propio nombre elegido ayuda y exige a la vez. Gropius fue un destacado miembro de la Bauhaus en Weimar y cultivó un estilo arquitectónico muy limpio pero muy enérgico y ese espíritu recoge el Gropius Quartett influidos también por Albrecht o Karl Jenkins, viejo conocido musical de este servidor desde sus tiempos en Soft Machine. Compositores que han escrito para ellos.
El disco recoge tres piezas entre el romanticismo (Mendelsshon) el nacionalismo (Dvořák) y el subjetivismo postserialista de Albrecht.
Comienza la grabación con el Cuarteto de cuerda en Fa m op. 80 de Mendelsshon, es una pieza de amor por su hermana Fanny fallecida cuando ya estaba él en circunstancias de salud muy precarias, verano de descanso en Italia y en dos meses fallece el propio músico. No encuentro acto de amor mayor: a su hermana sobre todo y por ende a su ya frágil vida. La pieza refleja este ambiente emocional sin necesidad de ser triste y oscura. Pieza muy escuchada quizá por ser el paradigma de una emoción y un aliento final ¿un testamento musical? Puede.
Del siglo XIX pasamos al XXI. George Alexander Albrecht, pieza compuesta especialmente para el cuarteto. Una pieza basada en poemas de Else Lasker-Schuler: Chaos, My dance song, A prayer. Pieza introspectiva, devota, a modo de rezo, de hecho el quinto movimiento está inspirado en San Francisco de Assis. Composición postserial y que conserva en parte el ambiente romántico y de recogimiento de la pieza de Mendelsshon. Magnífica, es la que más he escuchado del disco, cinco movimientos.
Antonin Dvořák: podríamos decir que fue un músico checo-americano, eslavo y anglosajón, en 1882 deja Europa y sus composiciones – con fuertes elementos populares, folklóricos eslavos y centroeuropeos- y se traslada a USA a dar clases de música al National Conservatory de Nueva York. Entra en contacto con la potente música popular tradicional americana, tanto afroamericana como indígena. Nos ofrecen el Cuarteto de Cuerda en Fa mayor op. 96, escrita en un verano pasado en Iowa. Quizá un anticipo que serviría a Gershwing para sus composiciones en los primeros años del s XX. Cuatro movimientos muy vivos y optimistas. Una gran obra, sin duda. Muy escuchada también.
La propina no puede ser mejor: El cant dels ocells, más que oportuna en estos días tan aciagos y belicosos en distintas partes del mundo.
Seguro que encuentran el disco en su tienda habitual y a disfrutar, si no, en Hänssler Classic
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