Cabezón, suavidad y extrañeza
Andrés Cea, órgano. CD, Lindoro MPC-0120. La Tirana, S.L., Sevilla, 2010. DIVERDI
El quinto centenario del nacimiento de Antonio de Cabezón (1510-1566) que celebramos este año nos va a permitir conocer mejor la obra de quien puede decirse, sin exageración, que es una de las figuras cumbre en el desarrollo de la música para tecla occidental por su profundidad de pensamiento y su maestría en la plasmación del mismo.
La música de Cabezón no es fácil de interpretar, porque exige, además de la asunción de los estilos y convenciones culturales de la época, la comprensión de una lógica musical interna de gran coherencia. Andrés Cea es un intérprete excepcional y, además, es un investigador que ha analizado en profundidad las ambigüedades y errores que se encuentran en la notación original de la música (en cifra, no en figuras musicales).
Su versión es, pues, fiable desde el punto de vista filológico y más que satisfactoria en lo que atañe al concepto musical. En este registro se han incluido obras de Antonio de Cabezón que se encuentran en las tres fuentes conocidas hasta el momento: Libro de cifra nueva, recopilado por Luis Venegas de Henestrosa (1557), manuscrito M/242 de la Universidad de Coimbra (hacia 1570) y Obras de música, recopilado por Hernando de Cabezón, hijo de Antonio (1578).
Por cierto que el título “Cabezón”, sin nombre, dado a este CD, se justifica por el hecho de que se incluye en el mismo una obra de Hernando. El repertorio elegido es representativo de los principales géneros cultivados por el organista de Felipe II: a) piezas litúrgicas cuya función original era alternar con el canto llano en solemnidades especiales, b) varios ejemplares del género tiento, un género paralitúrgico que acompañaba algunos momentos de la misa, y c) versiones glosadas de chansons en boga, que en manos de los Cabezón se convierten en verdaderas recomposiciones del original; este repertorio profano tenía cabida en los momentos de esparcimiento del monarca y sus allegados como “música de cámara”, porque, en efecto, tanto Antonio como su hijo Hernando, que le sucedería a su muerte, fueron tañedores de tecla de capilla y cámara de Felipe II.
Esta grabación ofrece, así, un amplio panorama de la actividad musical instrumental en la corte española de ese momento histórico. La ejecución de todas las obras se ha llevado a cabo en el órgano histórico construido en 1750 por Francisco Ortíguez que se encuentra en la iglesia de Santiago de Castaño del Robledo (Huelva).
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