Doce Notas - docenotas.com - m�sica y danza

En la ejecución de lo que entendemos como arte con maestría los juicios basculan entre la precisión en el detalle, como en un bodegón de Clara Peters y la efectividad de una abigarrada vehemencia, como en el Guernica. Sin embargo, todos ellos coinciden en una coordinación entre lo macro y el detalle, lo intenso y lo discreto. La delicada precisión del detalle de Ariel Abramovich junto a Jonatan Alvarado en su recién editado Huahetengo songbook, no es solo meticulosidad, sino discurso artístico.

Desde sus anteriores producciones Abramovich ha tomado como uno de los principales atributos en sus interpretaciones la preocupación por que el tejido polifónico de las piezas se haga inteligible cuando varias voces están vertidas en un solo instrumento (en algunos casos, dos) de cuerda pulsada. En este CD este es uno de los puntos fuertes. Por otro lado, en cuanto a cómo está concebido, The Huahuetenango Songbook, la producción sigue la estela de The Josquin Songbook (también junto con Alvarado, además de la gran María Cristina Kiehr) creando una recopilación imaginada pero históricamente informada y a partir ello, plausible, en este caso de un repertorio muy particular, lo que Robert Stevenson bautizó como repertorio de San Miguel Acatán proveniente de la zona de la Sierra de Chuchumatanes, Guatemala.

Si vamos a lo sonoro, en la primera pieza que se deja escuchar, Virgen madre de Dios, una hermosa manera de presentar el trabajo, algo que ilustra el comentario que abre estas líneas, es que la última nota que se deja escuchar de la vihuela es tan delicada como precisa, y lo mismo sucede con el final de la última nota y la manera que se cierra con la consonante en la voz de Alvarado. Ambas cosas, delicadeza y precisión, suelen ser muy difíciles de juntar en altas cuotas, porque entre la delicadeza y una ejecución floja o destemplada hay menos distancia de lo que parece, y entre la precisión y lo enérgico a base de tensión, también. Esta doble cualidad es una seña sonora identificativa en este CD.

En cuanto a la textura, la inteligibilidad que comentamos se deja escuchar siempre, con ejemplos sobresalientes como el Kyrie eleison, una de las piezas que se graban por primera vez, donde las voces que se reparten entre Alvarado y la vihuela se escuchan de manera fluida, clara y con un excelente gusto. Relacionado con esto, otro de los puntos fuertes es que el CD, cuya lista de títulos está concebida como tres libros imaginarios según su temática, funciona al mismo tiempo como una propuesta de recital donde las piezas a voz sola a cargo del tenor, de exquisita dicción, aportan ritmo al intercalarse con la polifonía con y sin voz.

El sonido de Alvarado encaja particularmente bien en esta propuesta, tanto por su cualidad natural que la hace adecuada para el formato (una voz ligera con una dicción impecable) sino por la cualidad artística del tenor que, aunque de formación canónica en lo que podemos entender como músicas históricas, renuncia a la gravedad para entregar una interpretación más natural, en perfecta sintonía con un repertorio que, habitando la periferia de los circuitos de capillas catedralicias, conserva, o habría de conservar, un carácter propio, ajeno a las grandes catedrales y la corte.

No podemos dejar de mencionar que quien firma el texto del booklet que acompaña a las traducciones es Javier Marín, todo un lujo, al ser uno de los musicólogos más prestigiosos de los dedicados a las músicas coloniales.

En definitiva, un disco redondo en lo creativo, lo riguroso, y la recreación de un concepto sonoro.

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