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A la hora de grabar o llevar a concierto música litúrgica hay, grosso modo, unas tres opciones: tratar de reconstruir en la medida de lo posible la performatividad litúrgica, grabar y llevar a concierto como manera de documentar y recuperar o construir algo nuevo con un material históricamente informado. Si Nathalie Stutzmann construye un nuevo objeto en su CD Una cantata imaginaria, Pro Cantione Antiqua documenta la música de Peñalosa en su CD monográfico o Andrew Parrot y su grupo reconstruyen una misa en su grabación del ciclo de Machaut, Christoph Spering al frente del Chorus Musicus Köln y Das Neue Orchester nos ofrece una mezcla interesante. En su triple CD los músicos alemanes nos obsequian con una selección del segundo ciclo de cantatas anuales de Johan Sebastian Bach, lo cual sierve para documentar, para ilustrar, la coherencia formal y sonora de las composiciones del maestro de Eisenach al tiempo que sirve como recreación de una parte (una especialmente relevante) del paisaje sonoro de la liturgia en Santo Tomás.

Y ¿a qué suena esta recreación de ese paisaje sonoro? Pues no solo a música del XVIII sino a lo que podemos identificar rápida e inequívocamente como el canon de la Early Music, esto es, aparte del uso de instrumentos históricos y entre otras muchas cosas, diferencias de dinámicas por acumulación, gradaciones “en terraza” (como las llama Uri Golomb) o simplemente ajustándose a la consecuencia natural de las texturas escritas. Ahora bien, en lo estrictamente vocal, un modelo de emisión tan específico como el que se deja escuchar en este tipo de grabaciones, comparado con la casuística de la fisiología vocal que raya en lo infinito, deja ver la clara intención de ajustarse con precisión a un modelo de voz para una corriente interpretativa nacida en la era de la grabación y que se ha servido de esta para perpetuarse. Así bien, aquí nos podemos encontrar, con certeza, con una interpretación canónica.

Continuando con lo sonoro, aunque coro y orquesta están numéricamente equilibrados, hay momentos en los que el primero queda un poco por detrás en el balance, cuestión que pueda deberse a la toma de sonido, al igual que en algún momento en el que el positivo del continuo se escucha más bien demasiado poco. A pesar de esto, nunca se deja de escuchar la elegancia de las interpretaciones que brillan, sobre todo, en los números con formato camerístico.

Por último no podemos dejar de llamar la atención sobre tres de los solistas, el bajo Daniel Johannsen, con una emisión clara y segura que hace que disfrutemos de la retórica barroca, la soprano Yeree Suh, musical y con una voz discreta pero hermosa, y el tenor Georg Puplutz que, como una agradable sorpresa, se desmarca de lo que es habitual escuchar en tenores especializados en Bach.

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