¿Woodstock 69, principio o final?
Woodstock: Paz, Petricor y Paroxismo. Autor: Carlos A. Ibáñez Giralda. Edita: Universidad de Valladolid 2023, Serie SociologÃa
Carlos Ibáñez es escritor -con casi diez novelas en su haber- cineasta, productor y crÃtico cinematográfico, trabajador de la UVa y aficionado al rock, vallisoletano muy activo en la escena cultural de la ciudad.
Aborda en este libro una de las grandes incógnitas de la música popular en USA: el festival de mayor afluencia produjo una ruina de décadas a sus organizadores. ¿Cómo pudieron organizar tan magna concentración? ¿Cómo no intervino la Guardia Nacional ? ¿Cómo consiguieron tal afluencia de estrellas del rock de ambos lados del Atlántico? ¿Cómo perdieron tanto dinero? Demasiadas preguntas juntas.
No existe una sola razón. De partida muchos artistas no querÃan ir, pero las discográficas les empujaron, The Who, por ejemplo. Otros querÃan, pero no pudieron, como Joni Mitchell. Otros no estuvieron, pero tampoco se les esperaba: Dylan. A pesar de que no vivÃa muy lejos. Otros llegaron solamente buenos músicos con apenas dos discos y salieron estrellas: Canned Heat. Solo por citar algunos.
A los asistentes -medio millón de personas- se les llamó la Woodstock Nation. Hay naciones en Europa que tienen menos habitantes.
Yo tiendo a pensar que con Wight en Gran Bretaña son los puntos de partida de la gran industria del “directo†musical una vez establecidas las discográficas a través de multinacionales y su connivencia con la industria del plástico, de los electrodomésticos y de los medios de comunicación. A partir del 70 entran en el negocio los grandes ejecutivos e ingenieros de las multinacionales y la organización responderá a los planteamientos capitalistas al uso, beneficios por encima de todo.
VenÃan celebrándose en los años 60 grandes eventos musicales, sobre todo en California al calor de las protestas universitarias y ciudadanas en contra -entre otras cuestiones- el envÃo de “carne de cañón†americana a Vietnam. Muertos en estas manifestaciones y acontecimientos musicales incluidos.
El ambiente era el adecuado: ´cause the time is right for fithing in the street, boy. DecÃan Sus Satánicas Majestades a propósito de Londres. Ellos mismos habÃan intentado los macroconciertos –Altamont– con éxito de público, pero no de crÃtica por contratar a los Hell Angels como servicio de orden con resultado de una persona muerta e innumerables peleas. Monterrey Pop fue menor en afluencia, pero fue mejor ejemplo de lo que se podrÃa hacer en el futuro.
¿Quién eran los organizadores? Como todo en este campo una mezcla de perfiles, el más conocido fue Michael Lang, visionario total que lo concibió como una feria de arte y música y contacto con propietarios de granjas de Bethel, comerciantes de la zona y ejecutivos de las discográficas de Pop y Rock USA. Fueron resolviendo problemas y convenciendo a las autoridades que una multitud de cincuenta mil hippies pacifistas amantes de la música, la artesanÃa, la naturaleza, el vegetarianismo, indigenismo y nudismo no iban a acarrear ningún problema. Y asà fue, hubo hasta un parto y problemas individuales por ingesta de drogas, pero no las peleas de Altamont.
El problema es que en vez de cincuenta mil se presentaron diez veces más: medio millón, todos queriendo llegar con sus viejos cadillacs que tuvieron que abandonar en las cunetas de los caminos que llevaban a la granja de Max Yasgur. Tal fue el colapso que los artistas llegaban en helicóptero desde Nueva York.
El cartel prometÃa tres dÃas de música, amor, paz y tripis. Por citar a los más conocidos entonces: Richie Havens, Ravi Shankar, Melanie –fallecida el 24 de enero de 2024– Arlo Guthrie, Joan Baez, Country Joe, Santana sin haber grabado aún, The Incredible String Band, Canned Heat, Mountain, Grateful Dead, Credence Clearwater Revival –que conocieron allà el sabor del fracaso- Janis Joplin, Sly and The Family Stone, The Who -que no les hizo mucha gracia y acudÃan forzados por la discográfica y las deudas contraÃdas- Jefferson Airplane, Joe Cocker, Ten Years After, The Band, Johnny Winter -otro de los triunfadores- Blood Sweat and Tears…y el colofón final y gran atracción: Jimmy Hendrix, que actuó ya el mismo lunes cuando la gente recogÃa el petate. ¿Quién no dejarÃa el caluroso y húmedo Nueva York con un cartel asÃ? Allà se encontraron con el mismo calor, lluvia, barro y falta de alimentos…pero muchÃsimo amor y mucha buena música.
¿El truco comercial del evento? Los acuerdos para editar el concierto y una pelÃcula documental, ambos de gran éxito mundial, pero que llevó el “punto de equilibro†a los años noventa. Fue un gran fiasco económico fruto de la inexperiencia, las prisas y la improvisación. Pero se hizo y marcó un camino a la industria musical USA y europea, que se aliarÃa después con las grandes empresas de ingenierÃa y transporte para mover y montar ingentes cantidades de material y equipos de sonido de forma absolutamente industrial como vimos después con Rolling Stones, Pink Floyd, todos los “Aid†y ahora con Roger Waters. Los estadios estaban esperando nuevos públicos.
Un “fiasco†que hizo avanzar décadas la organización de conciertos de música popular.
Bienvenida la publicación en castellano de todas estas ideas.
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