La Orquesta de València ofrece la Quinta de Mahler bajo la dirección de Alexander Liebreich
Será el 12 de enero a las 19,30 h. en el Palau de la Música dentro de su temporada de abono. El sábado, a la misma hora, se repetirá el concierto, con carácter extraordinario y fuera de abono

© Sammy Hart
En las notas al programa, Manuel Muñoz explica que un hecho muy importante marcó decisivamente esa sinfonía. En noviembre de 1901 el compositor conoció a Alma Maria Schindler, con la que contrajo matrimonio en marzo de 1902. Según el director de orquesta y amigo de Mahler Willem Mengelberg, el cuarto movimiento de la Quinta sinfonía, marcado Adagietto (sehr Langsam) (muy lento), es una declaración de amor a Alma.
Ese tiempo lento, de extraordinaria belleza, es de un intenso lirismo y está escrito, a diferencia del resto de la sinfonía, tan solo para arpa y cuerdas. La profusión de percusión y vientos que presentan los otros cuatro movimientos desaparece en esta especie de remanso de serena paz entre el Scherzo y el Rondo-Finale. Como ha ocurrido también en obras de otros compositores, se tra ta de un fragmento que ha conseguido por sí solo mayor popularidad que la obra a la que pertenece. La película de Luchino Visconti Morte a Venezia, de 1971, protagonizada por Dirk Bogarde, que fue un gran éxito, tuvo una influencia decisiva en su difusión, más allá incluso del público habitual de las salas de concierto. Coincidió además con la época en que empezó a popularizarse la obra de Mahler desde la celebración de su centenario en 1960. A partir de entonces se realizaron las grabaciones integrales de sus sinfonías por Leonard Bernstein, Bernard Haitink y Rafael Kubelík. En los setenta también ofreció en Madrid un ciclo sinfónico completo la Orquesta Nacional de España, en la época en que era su titular Rafael Frühbeck de Burgos.
La Quinta sinfonía de Mahler no tuvo buena acogida en su estreno en 1904 en Colonia. Tras otra interpretación rechazada por el público en Hamburgo, el compositor llegó a decir que era “una obra maldita que nadie entiende”. Sin embargo, el Adagietto ya fue interpretado separadamente por el propio compositor. Y cabe destacar que Henry Wood ofreció esta pieza en los Proms de Londres en 1909, mientras que la sinfonía completa no se estrenó en el Reino Unido hasta 1945. Berstein dirigió el Adagietto en 1968 en Nueva York durante el funeral de Robert F. Kennedy. También se ha tocado en actos conmemorativos de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos y en otras ceremonias fúnebres, como la de Leonard Bernstein.
La influencia optimista de Alma
La sinfonía está dividida en tres partes. La primera agrupa los dos primeros movimientos; la segunda es el Scherzo, el más largo de la obra, y la tercera y última une dos tiempos de carácter muy diferente: el Adagietto y el Rondo-Finale. José Luis Pérez de Arteaga, en su monumental monografía sobre Mahler, destaca la influencia que Alma tuvo en el carácter de esta obra. “Su ascendente hizo que Mahler rectificara el curso de una sinfonía nacida para ‘acabar mal’ para terminarla bien (la Quinta), si bien el compositor realizaría ese descenso a los infiernos en su pieza siguiente (la Sexta), incluyendo, sin embargo, un tema que retrataba musicalmente a su esposa”. El compositor emplea una tonalidad evolutiva, como ya había hecho en las sinfonías números 2 y 4, de manera que no concluye en la misma tonalidad en que se inicia. Por eso en algunos casos se enuncia la obra con la tonalidad del primer movimiento, do sostenido menor, y en otros se omite, como parece haber sido la voluntad del autor.
El primer movimiento, en do sostenido menor, se inicia con un llamativo tema enunciado por la trompeta, que recuerda rítmicamente el inicio de la Quinta sinfonía de Beethoven. Es una marcha fúnebre, interrumpida por dos tríos y más breve que la que abre la Segunda sinfonía. En realidad, el tiempo que sigue, marcado Stürmisch bewegt (Agitadamente movido), en la menor, es una especie de continuación-desarrollo del primero, con utilización de parte de su material temático.
Mahler pide una larga pausa antes de pasar a la segunda parte, que no siempre se hace en los conciertos. Está integrada únicamente por el Scherzo, el movimiento más largo de la sinfonía, con la primera trompa como instrumento obligado. Está en re mayor y es de carácter optimista, con ritmo de Ländler o vals. Mahler era partidario de colocar al solista de trompa en el proscenio. Algunos directores, como Simon Rattle, también lo hacen así actualmente.
La tercera y última parte se inicia con el ya comentado Adagietto, en fa mayor, para arpa y cuerdas que contrasta con los dos movidos movimientos vecinos. El inicio del tema con que se abre recuerda uno de los Rückert-Lieder, Ich bin der Welt abhanden gekommen (Me he alejado del mundo).
El Finale, en re mayor, se inicia con el fagot que canta el Lied Lob’ des hohes Verstandes (Elogio de la alta sabiduría) de Des Knaben Wundenhorn. Hay una fuga, un coral y un final que concluye en apoteosis festivo una obra que se iniciaba con una marcha fúnebre.
Para Alexander Liebreich, “es, a la vez, un reto y un regalo el poder empezar el nuevo año con la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler, y además junto a los maravillosos músicos de la Orquesta de Valencia”. Respecto a la obra, Liebreich ha destacado que Mahler que como é procede de Moravia, “plantea cuestiones muy importantes en nuestro tiempo, como el deseo de redención y paz en un mundo en el que no siempre nos sentimos en casa, aunque la música y el arte pueden colmar este deseo”. Por último, el director de origen bávaro ha expresado. “Espero, con impaciencia, los conciertos con la Orquesta de Valencia en el hermoso Palau de la Música”.
Las próximas citas de este mes de enero serán este domingo 14, con la visita de The Hallé, con su titular Kahchun Wong, y un programa en el que destaca el Concierto para violín y orquesta de Brahms, interpretado por Liza Ferschtman, que debuta en el Palau. El pájaro de fuego, de Stravinski y un guiño a la música española con la Danza ritual del fuego, de El amor brujo, de Falla, completan el programa. El 17 volverá el pianista valenciano Josu de Solaun en recital, para interpretar baladas, valses y sonatas de Brahms, Chopin, Schumann y Prokófiev. Y el 19, la Orquesta de València será dirigida por Thomas Dausgaard y participará el violinista Benjamin Beilman, con obras de Bartók, Glazunov y Chaikovski.
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Alexander Liebreich
Es el director titular de la Orquesta de València y asesor artístico del Palau de la Música de València desde la temporada 2022/23, presidente de la Richard-Strauss Sociedad y dirige artísticamente el Festival Richard Strauss de Garmisch-Partenkirchen. Ha sido director principal y artístico de las sinfónicas de la Radio de Praga, de la Radio Nacional de Polonia y de la Orquesta de Cámara de Múnich.
Ha sido director invitado de la Royal Concertgebouw Orchestra, sinfónicas de la BBC, de Radio Berlín, de la Radio de Baviera, del Estado de São Paulo, de San Petersburgo, Yomiuri Nippon, NHK, filarmónicas de Múnich, Dresde, Luxemburgo y la Orquesta de la Tonhalle de Zúrich. Próximamente debutará en los festivales de Grafenegg y George Enescu, La Folle Journée de Varsovia, Deutsche Radio Philharmonie y con la Orquesta Gulbenkian de Lisboa.
Colabora con solistas como L. Batiashvili, V. Eberle, K. Zimerman, P. Zimmermann, G. Capuçon, A. Gerhardt, L. Josefowicz e I. Faust. Se ha labrado una sólida reputación como productor de proyectos innovadores; entre ellos, fue el primer director artístico europeo del Festival de Música de Tongyeong.
La discografía de Liebreich abarca desde Bach, Mozart y Mendelssohn a los compositores contemporáneos. Ha recibido, entre otros, el Premio a la “Mejor colección del año” en los International Classical Music Awards. Su lanzamiento de ECM Classics del Réquiem de Tigran Mansurian, con el RIAS Kammerchor, recibió una nominación al Premio Grammy en 2018 y ganó el Premio ICMA 2018 en la categoría “Música Contemporánea”.
Recientemente ha editado un CD con los conciertos para clave de Martinů, Krása y Kalabis en colaboración con M. Esfahani y la Sinfónica de la Radio de Praga. Nacido en Ratisbona, estudió en la Escuela Superior de Música y Teatro de Múnich y en el Mozarteum de Salzburgo. Su mentor, Claudio Abbado, le influyó notablemente y le invitó a participar en producciones en los festivales de Pascua de Salzburgo con la Filarmónica de Berlín y en Bolzano con la Orquesta Juvenil Gustav Mahler. En 2016, el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Arte de Baviera le otorgó el Premio Especial de Cultura de dicho estado federal.
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