Brillante concierto de I Solisti Veneti y el violinista Mario Hossen: Madurez y Virtuosismo
Auténtico homenaje a la excelencia musical, la que ayer exhibió I Solisti Veneti I con el violinista austro-búlgaro Mario Hossen en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música, con las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi.
Antes ya avanzó el elenco orquestal veneciano su alta exigencia musical con sendas obras maestras del Barroco tardío italiano: A. Corelli en un inicio prenavideño con su octavo Concerto grosso op.6, compuesto “para la noche de Navidad”, seguido del virtuoso Concerto en re mayor de G. Tartini, con una elocuente versión del solista Giuseppe Barruti, culminando esta parte introductoria con el Concerto grosso n. 12 de F. Geminiani, luciendo el arte de la variación sobre la Sonata n.5 de Corelli y el tema de “la Folía”.
Es ejemplar el nivel que este Ensemble veneciano, magistralmente dirigido por el impecable maestro Giuliano Carella, luce en sus conciertos aún hoy día, después de tantos años de brillante trayectoria por todo el mundo. Tras esta lección de música, vendría el momento culminante siempre esperado: las Cuatro Estaciones, cuatro Concerti con los que Antonio Vivaldi inicia su serie de doce con los que construye su magna obra Il Cimento dell’Armonia e dell’Invenzioni.
A Vivaldi siempre se le espera, especialmente cuando se trata de una sublime muestra expresiva como estos cuatro Concerti, cuya esencia no reside únicamente en la descripción narrativa, sino en la confrontación de dos dimensiones sustanciales para la evolución de la realidad musical histórica: la contienda ideológica entre la razón y la imaginación, basada fundamentalmente en la concepción cartesiana del “lenguaje de los afectos”, lenguaje ya descrito por Descartes en sus Pasiones del alma (1649), buscando el compromiso de lo interpretado con lo creado. Sin duda la obra vivaldiana responde a una propuesta “programática” y “descriptiva”; incluso el propio compositor redactó unos poemas previos para cada Estación, pero los intérpretes, en esta ocasión, no se entretuvieron, como tantos…, en el recreo de lo descriptivo, sino que asumieron el compromiso del lenguaje de los afectos y la simultaneidad de la razón y la imaginación en busca de la realidad verdadera, aquella que, posteriormente, M. Heidegger denominaría “Dasein”. En este contexto ideológico, el violinista Mario Hossen y los miembros de I Solisti Veneti, con su director a la cabeza, desarrollaron una síntesis incuestionable entre lo creado y lo interpretado, creando un modelo interpretativo de originalidad única suscitando el estado de éxtasis y de entusiasmo que la obra musical exige siempre.
Música inolvidable la que se nos ofreció y enardeció a un público entregado al éxtasis, que supuso generosos regalos de los intérpretes: Los Aires gitanos de P. Sarasate, en una versión extraordinaria de virtuosismo apasionado por parte de Mario Hossen e I Solisti Veneti, a la que siguieron otra muestra vivaldiana del Concerto netamente barroco y el Prestissimo del Cuarteto en mi menor de G. Verdi.
Gracias a los intérpretes y a los organizadores de este colosal evento: Hispania conciertos.
Luciano González Sarmiento
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