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Después de la primera escucha pensé pasar el testigo a una persona más experta que yo en flautas. Vino una segunda escucha y ya lo convertí en desafío. No me acababa de creer lo que estaba escuchando. Obras absolutamente innovadoras en composición, dinámicas, virtuosismo instrumental, sonoridad, interplay entre los intérpretes y gestualidad. No hay concesiones a la galería – crítica, industria, público medio-.

Me imaginé escuchándolo en directo. Y me colgué del disco, deseaba que llegara la tarde-noche para volver a escucharlo, hay fragmentos melódicos que ya puedo silbar y todo.

¿De dónde arranca esta música? Hay un momento muy interesante desde el Impresionismo y comienzos de la atonalidad, o sea, del Expresionismo. 1890-2015 podrían ser las fechas donde todo es posible musicalmente…desde Stravinsky a Webern, quizá Hindemith incluso. Un ovillo del que saldrán muchos hilos posteriormente, Messiaen y Poulenc incluidos.

El compositor penetra en esos nudos y nos trae un manojo de hilos musicales de un gran interés y absolutamente innovadores incluso en el momento actual.

Pero ¿quién es el autor? Eduardo Costa Roldán, experto en composición pedagógica ha compuesto una treintena de obras de cámara y sinfónicas y ha trabajado por encargo de prestigiosos instrumentistas, es miembro de la Asociación de Flautas de Madrid.

Ha podido trabajar estas obras con los intérpretes, lo que hace que el sonido grabado sea absolutamente orgánico, funciona con una fluidez asombrosa, ya he dicho en otras ocasiones que este tipo de piezas se acercan al jazz más complejo y elaborado sin perder un ápice de frescura y belleza. ¿Swing? ¿Duende?…da lo mismo, te atrapan y te sueltan al final de la escucha. Ayuda mucho el “virtuosismo con causa” de los intérpretes – piano, flauta-. En estos años de reseñas me ha sucedido en cinco o seis veces con discos que cada cierto tiempo merecen una nueva – y distinta- escucha.

Obras que van desde 1997- Diálogo de Sombras– a 2016 – Tempo de Huida– y que trazan una línea sinuosa pero continúa en intensidad y complejidad sonora, Dos imágenes, por ejemplo.

La obra final y más reciente, Tempo de Huida, yo la denominaría “tiempos de fuga” con un motivo que se repite y del que se separa de forma cíclica. Es una pieza de escucha quizá menos inquietante que las anteriores pero que exige una precisión rítmica impresionante por los cambios de tempo constantes, crescendos, partes solistas y reencuentros. Muy profunda, emocionante.

Oro puro, este trabajo. Enhorabuena a compositor, interpretes, productores y edición. En directo debe ser descomunal.

En su tienda habitual o lbsclassical y a disfrutar.

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