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Pese a su juventud Andrea Motis es ya una vieja conocida del público mallorquín, tal y como pudimos comprobar el pasado 2 de diciembre en el renovado Teatre Principal de Inca. Acompañada por una triada de músicos cubanos, con el pianista guajiro Roberto Fonseca ejerciendo de embajador de excepción, protagonizó uno de los conciertos más esperados del Festival Jazz Alternatilla 2022.

Desde hace seis años este certamen repasa la actualidad del jazz internacional con una exitosa fórmula, que aúna talentos de la isla con músicos consagrados de un mismo país. En la presente edición Italia gozó de la condición de país invitado. Repartido en doce entregas el Alternatilla 2022 ha permitido familiarizar el público isleño con algunos de los jazzmen más en boga del actual panorama jazzístico transalpino como los guitarristas Pasquale Grasso y Franceso Zampini, el saxofonista Lorenzo Bisogno y el trompetista Paolo Fresu.

Cuando hablamos de público isleño lo hacemos en el sentido más amplio del término porque el Alternatilla explora una variante de festival basada en huir de la preponderancia capitalina hasta el punto que, de los 12 conciertos programados, solo dos tuvieron lugar en Palma. En su voluntad de romper moldes apuesta también de manera decida por la vis más femenina de un género, que salvo en el ámbito vocal, estuvo años circunscrito al mundo masculino.

La catalana Andrea Motis bien podría ejemplificar el espíritu Alternatilla. Su trompeta ha hecho añicos viejos estereotipos largamente superados, desafiando la larga lista de trompetistas ilustres hombres que la precedieron. Su desparpajo y desenfado en el escenario lo ratifica concierto a concierto. No obstante, fue Fonseca en esta ocasión, quien se atribuyó máximos galones y ejerció consecuentemente de maestro de ceremonias.

El pianista de la Habana exhibió en el remozado teatro una imaginativa mano derecha, que en algunos de sus merodeos solistas sorprendió con un flow atípico. Gusta de salirse de pista transgrediendo la previsibilidad cuando el oyente menos se lo espera. En los temas lentos optó por pasarse al sintetizador. Montis replicó a la trompeta como si prolongase no solo su pulmón sino a la vez su cordaje vocálico, tal es la vena melódica que sabe imprimir a sus compases en solitario. Y cuando aparta la trompeta y se aproxima el micro para transmutarse en vocalista, se alegra el oyente por igual. Así el público pudo también disfrutar de su exquisita voz en varias ocasiones con clásicos como Lágrimas negras. A espaldas de Fonseca y Motis, el contrabajista Yandi Martínez, metido a guitarrista cuando fue menester, y la percusionista Nailé Sosa apuntalaron las intervenciones de ambos y sus puntuales escarceos solistas.

Nos quedamos con ese arreglo ampliado del Quizás, quizás, quizás (cubanas reminiscencias no faltaron) a partir de las notas finales, que resultaron una exploración del inmortal motivo deconstruido i desgajado con mimo y denuedo. Exquisito también el tratamiento del tema La Virgen, del propio Fonseca, que surgió de la nada para apagarse de nuevo en la nada.

A razón de un concierto casi diario a lo largo de los 10 primeros días de diciembre el escaparate italiano se ha completado con incursiones de algunos músicos isleños, promoviendo la interacción entre ambos. Al Jazz Alternatilla le seguirá en enero y febrero el Jazz Palma 2023 y otra cita ineludible de la renovada escena jazzística invernal en las Baleares como es el Menorca Jazz Festival. Este último, coincidiendo con el 25º aniversario de su creación, contará con un concierto inaugural de excepción: el Brad Mehldau Trio. Será en el Teatre Principal de Maó, para ello habrá que esperar aún al 26 de febrero.

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