La belleza del detalle: The Josquin Songbook de Ariel Abramovich, Maria Cristina Kiehr y Jonathan Alvarado
Uno de los resultados más interesantes y “disfrutables†hasta el momento del proyecto artÃstico de Abramovich, donde no escuchamos precisamente una soprano, más un tenor, más una vihuela, sino un tejido polifónico que se va desenrollando ante nuestra vista creando una hermosa atmósfera.
El proyecto artÃstico de Ariel Abramovich, siempre acompañado por artistas de primera lÃnea, dedicado a la intabulación para cuerda pulsada de repertorio vocal renacentista se ha ido presentando en concierto y en grabaciones de estudio. The Josquin Songbook es la más reciente de estas.
Quien haya tenido la oportunidad de escuchar grabada o en directo esta propuesta artÃstica ha sin duda podido comprobar la capacidad de Abramovich de crear atmósferas y en el caso e la producción que nos ocupa en estas lÃneas esto esta muy bien conseguido. Aunque es un casi monográfico, dedicado al eterno Josquin Desprez,, salvo sendas piezas de Cristóbal de Morales y Francisco de Peñalosa, las obras son de lo más variopinto, pero sobre todas ellas planean elementos comunes en la ejecución, como un cuidadÃsimo fraseo, una delicada “puesta en voz†(esto incluye a la vihuela) y un atento cuidado al detalle. Estos lugares comunes en las doce pistas son los que ayudan a construir una atmósfera muy sugerente, poética, con una economÃa de recursos apabullante.
Las notas del booklet las firma John Griffits, uno de los grandes de la cuerda pulsada histórica, cuyos comentarios siempre son dignos de atención. Luego, hay varios puntos que destacar dentro de las piezas que vamos escuchando. Son dignos de mención la expresividad del Stabat mater, resuelto brillante mente cuando, a priori, se puede pensar que la reducción de efectivos musicales, la contracción de la pieza a un formato de ejecución más pequeño serÃa un escollo difÃcil de salvar. También destaca la soberbia exhibición vocal de los dos cantantes que completan el trÃo de artistas de esta producción, Jonathan Alvarado y, la siempre efectiva, Maria Cristina Kiehr, que se hace especialmente patente en el hermosamente cantado Vultum tuum deprecabuntur: O intemerata Virgo.
También hay que destacar lo inteligible que es el texto en la soprano y el tenor, salvo alguna excepción, lo que ayuda a disfrutar de las preciosas imágenes que salpican los textos. Como apunte curioso, la primera vez que escuché la voz de Kieh en esta grabación (en la primera pista, Nymphes, nappés de Josquin ), creà estar escuchando a un haut-contre, no se si es un efecto buscado o es resultado de la tesitura y de una ejecución intimista, pero ciertamente aporta un carácter más cercano y menos solemne un timbre que no se refugie en la impostación como quien se esconde detrás de un muro.
En definitiva, hay que decir que es uno de los resultados más interesantes y “disfrutables†hasta el momento del proyecto artÃstico de Abramovich, donde no escuchamos precisamente una soprano, más un tenor, más una vihuela, sino un tejido polifónico que se va desenrollando ante nuestra vista creando una hermosa atmósfera.
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