Operación «lied» de Kaufmann
Kaufmann, J. (2021). Liszt: Freudvoll und Leidvoll. Sony Classical: Gütersloh. 194398926025
Jonas Kaufmann y Helmut Deutsch en mi casa
Esta semana han venido Jonas Kaufmann y Helmut Deutsch a mi casa a interpretar todas las canciones del repertorio de Franz Liszt. Muy bien porque Liszt era el autor ideal para un cantante wagneriano confinado (y en dique seco de escenario) y su acompañante al piano no podía ser ninguno otro más apropiado.
Kaufmann. Me gusta, no me gusta, me gusta, no me gusta, me gusta… Andamos todos (y todas, voy a precisar en este caso) enamorados, por lo que no podemos más que perdonarle las pequeñas lacras de la técnica en su voz, pues ésta nos sigue encantando. Sus pianos son un prodigio de ternura, el registro medio es maravilloso, sus oscuros encajan a la perfección con los de un barítono caracterizado, los agudos potentes son de tenor verdiano, la dicción es magnífica, el legato casi siempre soberbio. Otras veces, esos engolamientos, esas notas constreñidas, esos portamentos… Pero es que además es carne de escenario. Su presencia, su porte, su timbre único, su bravura, su fuerza, su amoroso. Ha aprendido a la perfección a hacer sus papeles dramáticos tan específicos del repertorio operístico que no se despega de ellos ni siquiera ahora que desde hace unos años se ha introducido en el Lied. En sus conciertos como solista del gran repertorio de canciones con piano sigue atrapando al público con su don y su trabajo. Pero quizá le falte, si es que hemos de decir lo que notamos, ese espíritu específico del cantante de poemas, espíritu que no viene de la época de Monteverdi, sino que se remonta a Homero al menos, y que los compositores románticos retoman con el uso de una tonalidad significativa en la melodía; y con el uso de una armonía utilizada de forma especialmente semántica además, en el caso de Liszt. Ya saben que era el suegro de Wagner, el rey del Leitmotiv.
Deutsch hace mucho más que acompañarle en el escenario o en la sala de grabación. Le entiende, le guía, le sigue, está presente cuando se le requiere o casi desaparece si es preciso. Con una maestría pudorosa, con una falta de soberbia perfecta. No podemos sino admirar su forma de tocar.
Las canciones, los lieder de Liszt son los grandes olvidados. Desde luego a propósito; no por su falta de calidad sino porque técnicamente no están al alcance de cualquier intérprete y además no sirven para construir carreras, ni tampoco para formar cantantes, ni siquiera para enseñar repertorio porque son como una vía muerta; de hecho, parecen la Estación Termini de todos los Lieder románticos; porque son el punto de partida de todo lo que vendrá después: una vez aquí ¿hacia dónde vamos? Hay que distinguir como excepción los Tre Soneti di Petrarca musicados por el compositor que, por derecho específico, pertenecen al repertorio de unos pocos intérpretes potentados.
Las canciones de Liszt son de lo más variopinto, sin ánimo de crear un corpus. Como si los poemas hubieran germinado en la imaginación del compositor -tan inteligente, voluntarioso y apasionado- en el momento preciso de ser leídos. Es por ello por lo que algunas resultan muy bellas e inspiradas, pero es que otras son tan extraordinarias o más que los propios poemas de Heine, Goethe o Kuh. Las melodías y sus acompañamientos están llenos de referencias musicales. Al pasado, a otros lugares, a otros autores y al futuro también. Son algunas de estas referencias líricas las que se echan de menos en la grabación. Aunque todas las referencias al belcantismo Kaufmann las hace presentes: las líneas melódicas (en los Sonetos de Petrarca Liszt imita la forma de cantar de la ópera italiana), las representaciones dramáticas de los poemas tipo romance (Es war ein König in Thule), las características vocales de los personajes (Die drei Zigeuner). En la bellísima y misteriosa Die stille Wasserrose (cantada de forma estáticamente hermosa) en el último verso el cisne le dice a la rosa: “¿Puedes entender la canción?”.
La grabación está realizada con las técnicas de sonorización más avanzadas y adecuadas a cada requerimiento de los solistas y a cada una de las canciones. El sonido está casi diseccionado: pero sí, puedes tener la garganta de Kaufmann y los dedos de Deutsch en tu propio oído, como si estuvieran en tu casa. Probablemente volverán a interpretar para mí porque ha sido un placer y les voy a invitar de nuevo, varias veces… para entender la canción.
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