Doce Notas - docenotas.com - m�sica y danza

Al igual que tantas otras experiencias que nos rodean, y que por ello cuesta mirarlas con perspectiva, la presencia del arte sacro en nuestras vidas es una que, sobre todo en la música, necesita de reflexiones adecuadas a nuestra realidad postmoderna. Orientado a este objetivo está el ensayo que en estas líneas nos ocupa.

La introducción es bastante clara y condensa en sus primeras líneas el contenido del texto: «Este ensayo tiene su origen en una reflexión sobre el concepto de música sacra y su relación con lo sagrado, así como la cuestión sobre su extensión y eventual validez en nuestros días y si y cómo habría que redefinirla” (las negritas son nuestras). Estos tiempos, sobre todo dentro de del movimiento de las músicas históricas o las Prácticas Históricamente Informadas, es una reflexión no solo oportuna sino necesaria, tanto para el público como para artistas y gestoras culturales.

A partir de esto la autora desarrolla su discurso entorno a la idea de lo sacro y lo sagrado o la función ritual de las músicas de nuestro siglo. Esto es de lo más interesante del texto porque, en primer término, la escucha o participación en un concierto de repertorio contemporáneo en el festival del Pórtico de Zamora o la escucha del último CD dedicado a las Huelgas por el Ensemble Gilles Binchois (reseñado aquí, y al que por su carácter de producto postmoderno consideramos música del siglo XXI) se ubica en un espacio de experiencia trascendental a medio camino entre lo sagrado (experiencia sagrada -objeto sonoro sagrado-performance sagrada) y lo más bien cotidiano –o “contidianizable” – o despojado de la distancia y protocolo que se le presupone por aquella condición.

Otro asunto interesante que se aborda en el texto es el planteamiento de la autora de relacionar el canto (lato sensu) con lo religioso, una propuesta sugerente que invito a al lector a disfrutar por lo complejo de sus implicaciones. Lo mismo podemos decir de su discurso en torno a la percepción desde varios puntos de vista ligado esto a la concepción abstracta de lo que se percibe.

Ahora bien, si en algo falla este texto es en la equívoca lectura que tiene la autora del decurso de la historia de la música occidental. Se alinea pues, con una tradición historiográfica caduca, en cuya lectura de tal relato podemos encontrar un principio de causalidad fuera de sitio, dejando de lado a su vez todas las experiencias musicales no escritas, no documentadas o no legitimadas “a día de hoy”.

En último término, si bien admitimos, por evidente, que hacen falta más textos acerca de la música sacra del siglo XXI o la idea de lo sagrado y la música contemporánea en esta joven centuria, este ensayo se queda solo en la música pensada como un objeto y no como una experiencia. Un discurso en torno a la música que deje fuera a los agentes involucrados y las circunstancias de la experiencia con sus variables, se puede quedar, en el mejor de los casos, incompleto. Esperemos que este tipo de publicaciones anime a más autores a escribir sobre esto que, a todos, público, artistas y gestoras culturales, nos incumbe en la medida en la que somos partícipes.

____________________________