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Que el saxofón vive o ha vivido en las últimas décadas una época dorada no es ninguna novedad. Son algunos intérpretes del instrumento, entre ellos Sigma Project, los que han propiciado que la presencia del saxofón en los festivales y salas de concierto sea hoy un hecho normalizado. No hace tanto era un hecho bastante aislado, el poder disfrutar de un concierto de saxofón en alguno de los festivales con cierta entidad era una grandísima excepción y noticia, ya fuese fuera o dentro de nuestro país. Ahora lo sigue siendo, si hacemos alusión a festivales orientados a música anterior a nuestro tiempo, pero en todas las programaciones más interesantes dedicadas a música actual, cuesta encontrar donde el saxofón no esté presente.

Esta labor no es únicamente mérito de tales intérpretes, sino de su relación con ciertos compositores que ayudan y han ayudado a situar al saxofón en tal lugar. Uno de esos compositores es, sin lugar a dudas, Alberto Posadas, el cual no necesita ninguna presentación. Posadas mantiene una relación con el instrumento muy cercana y duradera, hoy ya casi 20 años, desde la creación de Anábasis, dedicada y estrenada por Andrés Gomis, uno de los fundadores de Sigma.

Pero en los últimos años, el compositor ha tomado una relación mucho más intensa con el instrumento, surgiendo, por un lado, la obra que se presenta en este magnífico CD, un ciclo de tres obras para cuarteto de saxofones; y por otro lado, el ciclo Veredas, con 6 obras para saxofón solo dedicadas a cada uno de los saxofones. Ésta última en colaboración con el saxofonista Ricard Capellino, de cuya investigación ha nacido también el manual Nuevas perspectivas en torno al saxofón. De la exploración sonora a la composición (2018).

Parece que en los últimos años, no sólo ha florecido el saxofón, sino la creación de ciclos dedicados al mismo, y además, por autores de referencia, lo cual sin lugar a duda ha ayudado a posicionar el instrumento en el lugar que disfruta. Éstos son los casos de Necessità d’interrogare il cielo de Giorgio Netti, Khôra de José María Sánchez-Verdú o los dos ciclos ya citados de Alberto Posadas.

Pero centrémonos en la grabación de Poética del laberinto, escrito entre 2016 y 2017. En el ciclo, el compositor vallisoletano compara el acto de componer con el viaje que nos ofrece un laberinto, trabajando en la idea de que la meta no es la salida, sino el viaje. Como dice Rainer Nonnenmann en sus brillantes notas “cada oyente que escucha su música (haciendo alusión a la de Alberto) también se enfrenta a un viaje de descubrimiento personal”. Cada pieza es un laberinto en sí, Knossos, Klimmen en dalen y Senderos que se bifurcan.

En Knossos se hace referencia a las excavaciones realizadas en el palacio de Knossos en Creta. La obra se inicia con un agónico multifónico de segunda desde el saxofón I, único instrumento situado en la escena. Poco a poco se irán sumando el resto de intépretes para completar la escena mágica del comienzo, generada desde el saxofón soprano en los cuatro músicos, para más tarde pasar de forma progresiva al cuarteto tradicional (soprano, alto, tenor, barítono).

La segunda pieza, Klimmen en dalen, proviene de la famosa litografía del artista holandés M. C. Escher, el cual representa un edificio con una escalera interminable en el techo, sobre la que un grupo de soldados camina permanentemente arriba y abajo. Posadas simula este efecto ilusorio con un enredo permanente de líneas ascendentes y descendentes, escalas, arpegios y sonidos multifónicos, haciendo que el oyente pierda cualqueir sentido de orientación. Es en esta obra cuando se introduce el empleo de sordinas que modifican y alteran la respuesta del instrumento.

La tercera y última de las piezas, Senderos que se bifurcan, hace alusión a la obra de Borges, El jardín de los senderos que se bifurcan, de la colección Ficciones (1944). En esta obra el autor reduce el cuarteto tradicional a dos tenores y dos barítonos, buscando las regiones más graves y profundas, alejándonos del comienzo del ciclo con los cuatros saxofones sopranos.

En cuanto a la interpretación poco podemos decir más allá de quitarnos el sombrero, alabar y agradecer a estos cuatro excelentes saxofonistas, Andrés, Ángel, Alberto y Josetxo, el trabajo que realizan, en esta grabación y en su trayectoria como grupo. Como saxofonista, sabéis que no escojo muchos trabajos discográficos del instrumento, por aquello de no estar condicionado por el saxofón, pero con esta muestra tan sobrecogedora de energía, investigación y experimentación sonora, uno no puede resistirse.

La ejecución es impecable, de una precisión técnica y musical exquisita, tan exquisita como la toma de sonido, siempre natural y cálida. La dificultad de la partitura es extrema, elemento que Sigma solventa con soltura, haciéndonos olvidar tal obstáculo y facilitándonos la concentración en el proceso musical. La escucha del disco es un auténtico viaje, el cual recomiendo a todo oyente deseoso de disfrutar de nuevos decorados en su escucha.

Poco más puedo añadir, sólo agradecer a los 5, intérpretes y compositor, y por supuesto, al sello Wergo, la oportunidad de ofrecernos esta fantástica experiencia.

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