¡Bienvenu la revolución al año Beethoven!
Ludwig van Beethoven, Symphony No.5 - Teodor Currentzis, Musicaeterna. Sony Classical
Lejos de defraudar, el maestro greco-ruso nos vuelve a sorprender con una asombrosa y refrescante versión de la Quinta Sinfonía de Beethoven.
¿Pensaban que se podía volver a sorprender con la archiconocida y tantísimas veces grabada 5ª Sinfonía? Pues sí, solo hace falta escuchar los dos primeros compases de la obra para darnos cuenta de que lo que vamos a presenciar va a ser como mínimo distinto. Y es que, qué difícil es volver a escuchar una obra, en especial tan conocida, y sorprendernos hasta el punto que pareciese que es la primera escucha de la sinfonía. Es eso precisamente, lo que Currentzis pretende y explica en las notas que acompañan la grabación. En sus palabras: “Verdaderamente creo que la primera regla para realizar una verdadera inmersión en la 5ª Sinfonía de Beethoven es intentar olvidar qué se dio por sentado en la historia de la interpretación, y reexaminar los sólidos hábitos no negociables de interpretación histórica. En este sentido, creo que puedes empezar a encontrar los primeros pasos a través del espacio desértico de tu propia intuición lejos del lujoso sarcófago de la tradición”.
Tenía la fecha marcada en el calendario, ese 3 de abril que esperábamos con ansía los que pensamos que C. tiene muchas cosas que decir y lo disfrutamos; no defraudó, durante toda la obra hace que mantengas la atención intacta. Como he dicho antes, bastan los primeros compases para darnos cuenta de que el viaje que nos espera tiene el mismo decorado pero nos vamos a adentrar por caminos muy distintos. Para mí, la gran novedad no es que los tempi sean más rápidos o que el carácter pueda ser más o menos agresivo o incluso en algunos casos brutal, eso no importa tanto; la principal novedad, lo cual celebro, es que el motivo tan deformado en tantas interpretaciones, algunas muy conocidas, deja de ser una gran anacrusa, para pasar a concebirlo como un motivo acéfalo.
Esto no es totalmente nuevo, tampoco nos engañemos, en los años 90 y sobre todo en su última grabación con Concentus Musicus Wien, el gran revolucionario bajo mi punto de vista dentro del corpus sinfónico beethoveniano, Nikolaus Harnoncourt, ya lo dejaba caer, se podía intuir tal carácter. Para mí, el gran cambio que aportó Harnoncourt fue el afecto, el significado, la música hablaba, como en su célebre ensayo existía un discurso sonoro, nunca mejor dicho, y además tendía a la revolución; desapareciendo el concepto-ideal de “belleza” tal y como lo habíamos concebido. Con la grabación de Currentzis, sin embargo, podemos llegar a percibir en algunos casos de una forma más drástica ese afecto, el miedo que produce do menor, y por supuesto, el viaje para llegar al esplendoroso do mayor, la libertad, el triunfo de la revolución. Decía Harnoncourt que es la única obra política de Beethoven, así como una obra revolucionaria, así lo pensamos muchos, entre ellos C., el cual logra sin ninguna duda reflejar el mensaje que intuimos que el maestro alemán quería mandarnos.
Mucho se ha hablado de los tempi en Beethoven, que si no eran propios para su música, si eran producto de su falta de audición, si carecen de sentido, etc. Lo que está claro es que el Allegro con brío, blanca 108 le funciona de maravilla al maestro griego; creo que no es una cuestión de que con el empleo de ese metrónomo ya esté todo solucionado, sino que la indicación con brío se logra más fácilmente; como siempre el carácter, y no el tempo, manda. Se han intentado respetar los metrónomos de Beethoven y como consecuencia, el andante con moto aflora con facilidad, lejos del movimiento lento y perdonen la expresión, aburridísimo de ciertas versiones del XX, lo mismo es aplicable para los siguientes movimientos, Allegro. Sobre el segundo movimiento hay que aclarar que ser el movimiento más sosegado de una obra no significa ser lento, es andante con moto, además en compás ternario, toda ralentización del ritmo y en consecuencia del tempo irá en detrimento del carácter, avisados quedan, en esta grabación la música camina, no se arrastra.
Hablando de versiones del siglo XX, que las hay y muy buenas, necesarias además para que hoy pueda realizarse una lectura de este calibre; dice C. en el libreto que ha querido alejarse de los postulados post-románticos, postulados estos que se han convertido en cánones que todo el mundo ha aceptado llevando a interpretaciones similares que denotan un mismo aroma. Estoy totalmente de acuerdo, consiguiendo que toda aportación nueva, sobre todo proviniendo del movimiento historicista resultase criticada y denostada; la de veces que hemos tenido que sufrir enunciados del tipo “No sabe que hacer para ser diferente…” refiriéndose a Harnoncourt; me gustaría responder, ¿Qué hacemos nosotros para aportar entendimiento a la música? Además no diría únicamente post-romántico, sino la extraña mezcla de esta evolución de la tradición del XIX junto a un estilo neo-objetivo abanderado por Stravinsky, cuya música por supuesto lo necesitaba, pero, ¡No la música anterior! El resultado ha sido ese estilo a medio camino entre lo emocional sin llegar al afecto y el esfuerzo por “el respeto al texto”, algo que como todos sabemos es un tanto subjetivo, ya que el texto esconde mucha información que no se ve a simple vista, pero esa es mi opinión. Lo cierto es que el s. XX fue el gran momento para la recuperación de todo el repertorio “antiguo”, tomando un estilo interpretativo surgido por la necesidad de la música actual de ese tiempo como fidedigno también para la música del XVIII y principios del XIX.
Definitivamente estamos delante de una versión que deja atrás aquellas “absurdas” en mi opinión ideas intrascendentes como la asociación del “destino golpeando a la puerta” con el motivo inicial, realmente ¿La música necesita algo así? propone Currentzis en sus notas y en su música. La música de Beethoven es tan exquisita, hay tanto esmero, amor en la creación, que no está necesitada de tales representaciones “a lo claro de luna” para ilustrarla.
El papel de Musicaeterna es asombroso, la precisión, el trabajo que se intuye detrás es abrumador. Una interpretación que pretende ir más allá, que arriesga y que lleva esos tempos necesita una orquesta de tal calibre, no solo en lo musical y técnico, sino en la capacidad de trabajo, de ensayo, que todos sabemos que no siempre es sencillo con grupos tan grandes.
Por supuesto, una interpretación no puede ser completamente al gusto de nadie, hay muchos peros, más bien interrogantes que me surgen al escuchar, pero son minucias, lo importante es la esencia, el significado que transmite, y la convicción del intérprete, el cual se convierte en artista a través de un texto de un gran artista. Pero pongamos algunas objeciones o más bien como digo, interrogantes; en algunas ocasiones presiento exceso de metrónomo, una cierta falta de naturaleza en el ritmo, en la respiración, en la forma incluso, echo de menos el silencio como pausa, no como silencio escrito. Mención aparte merece la aparición gloriosa en el cuarto movimiento del contrafagot, no sé si es lo mejor de la grabación o un desastre, se mueve en ese franja de nuevo entre la veneración o el odio en la que de nuevo el maestro griego logra levantarnos del asiento. Lo cierto es que es la primera sinfonía en la que aparece el contrafagot, curiosamente en el último movimiento, en la llegada a do mayor, el triunfo de la libertad, entonces ¿Por qué no? ¡Adelante de nuevo, necesitamos arriesgar en la interpretación anquilosada y dormida de nuestros días!
Me gustaría acabar con una reflexión al respecto. Está claro que innovar por innovar no tiene sentido, pero, si después del estudio profundo de la música en cuestión, el intérprete encuentra la necesidad de ofrecer una lectura nueva, bienvenida sea, como digo lo necesitamos más que nunca, son muy pocos intérpretes los que nos levantan del asiento en lo referente a lo musical últimamente. Ofrecer una versión fresca de una obra tan tocada es el mayor reto que puede encontrar el músico, mi más sincera enhorabuena Teodor.
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