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Requiem de Fauré  

La primera parte del concierto estará dedicada al Réquiem en re menor de Gabriel Fauré, en el que participan como solistas Paloma Friedhoff (soprano) y Fabio Barrutia (barítono). Ambos han cantado ya bajo la dirección de Silvia Sanz Torre. Esta misa de réquiem es una de las más hermosas del género y se encuentra entre las favoritas del público. No fue fruto de encargo alguno. Según explicó el propio músico, lo compuso por el propio placer de hacerlo. La obra se estrenó en Iglesia de la Madeleine de París en 1888 y destaca especialmente por su espiritualidad y atmósfera serena. De hecho hubo quien lo definió como una “canción de cuna” dedicada a la muerte. El compositor Gabriel Fauré (1845-1924) destaca por haber desarrollado un lenguaje musical propio que evita el virtuosismo en favor de la lucided clásica. Sus innovaciones armónicas y melódicas influyeron en otros compositores. Entre sus obras más conocidas se encuentran, además del Réquiem, la Elégie para violonchelo, los nocturnos para piano y, especialmente, las canciones de concierto.

Música francesa de inspiración española

Un carácter bien distinto tendrá la segunda parte del concierto, en la que la Orquesta Metropolitana interpretará dos obras inspiradas en ritmos y danzas españolas. La primera de ellas es la rapsodia para orquesta España (1883), la obra que dio fama a Chabrier. La compuso en 1883 después de un viaje de seis meses por España en compañía de su esposa que le permitió conocer e investigar la música popular de diferentes regiones. De sus impresiones dejó constancia en las muchas cartas que escribió durante el periplo, salpicadas de agudos comentarios y buen humor. Nada más llegar a París, Chabrier anunció su intención de componer una obra inspirada en melodías y ritmos españoles que haría levantarse al público. Compuso primero una obra para piano, pero enseguida se dio cuenta de que necesitaría una brillante orquestación en la que utilizar todos los recursos posibles.

Bolero de Ravel

Ravel, que fue alumno de Fauré en el conservatorio de París, dedicó su singular Bolero a la bailarina Ida Rubinstein. Compuso la obra en 1928 y el estreno tuvo lugar ese mismo año en la Ópera Garnier. Se trata de un movimiento orquestal inspirado en la danza española que da nombre a la obra. Con un tempo y ritmo invariables, la misma melodía se repite una y otra vez de manera obsesiva. La única variación reside en los colores orquestales, resultado de las distintas combinaciones instrumentales, y en el crescendo continuado que recorre toda la pieza hasta terminar en un final atronador. Aunque Ravel explicó que solo había pretendido hacer un estudio de orquestación, se trata de una obra de gran originalidad. Su ritmo pertinaz y sinuosa melodía, que todo el mundo reconoce, cautivó al público convirtiéndola en una de las obras más populares de la Historia de la Música Clásica.

Las entradas de 10 a 27 euros ya están a la venta en las taquillas del Auditorio Nacional y en www.entradasinaem.es.

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