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'La batuta mágica' © www.gonzalosanmiguel.com

Estábamos a punto de entrar al espectáculo de carácter educativo y familiar sobre la vida del director de orquesta Ataúlfo Argenta que el Festival Internacional de Santander le ha dedicado en el centenario de su nacimiento.

Lleno a rebosar, Gustavo Moral  apareció y dio comienzo el espectáculo. La idea original, el guión y la dirección corren de su mano. Evaristo es el conductor de esta propuesta en la que se combina el teatro, la música en directo y las vídeoproyecciones para dar repaso a la trayectoria del músico castreño. Se trata de una marioneta que podemos emparentar con un niño inquieto e interesado en aprender, que le expliquen bien las cosas. A su lado Gonzalo San Miguel, actor, quien hace entender a Evaristo todo lo que va surgiendo y hace las veces de Ataúlfo, junto con Elena Ramos, cantante y pianista.

Evaristo está estudiando los instrumentos de la orquesta y entre ellos descubre uno muy especial: ¡¡Un palo que suena!! Es como una varita mágica que sólo puede ser empleada por un mago muy especial. Piensa que se trata de un mago de los que sacan un conejo de la chistera, pero se da cuenta de lo que puede hacer gracias a las explicaciones de Gonzalo y los ejemplos pianísticos de Elena. Como se siente poderoso, lo ha entendido, coge la varita e involucra al público, convirtiéndolo en una gran orquesta capaz de interpretar un tres por cuatro en todas sus variantes: andante, vivace, presto, lento, pianissimo y fortissimo; él dirige, y el público responde.

Además de estos tecnicismos, el recorrido por la vida de este director de orquesta se hizo ameno, contado con rigor, siguiendo el orden lógico y cronológico, desde unos primeros años donde se le ve ya como un niño interesado por la música y al que su maestro podía dar clases si los peces picaban. Estos son los momentos en que Evaristo es un genio en sacar sonrisas; un capítulo de la vida que se torna disparatado cuando nuestro cómplice pregunta y pregunta, y es que se trataba de un pescador de Castro Urdiales que disponía de más tiempo si la faena era buena, y así podía dedicar más tiempo a Ata [nombre cariñoso para Ataúlfo].

En 1925 Argenta se traslada a Madrid en busca de profesores que puedan desarrollar su talento, junto a unos padres que siempre supieron estar dispuestos a sacrificar lo que hiciera falta por ampliar las posibilidades de su hijo. Ya había dado un concierto en su tierra a la edad de 12 años, y este detalle, la entrada general costaba 5 céntimos de peseta, da pie a un juego de cálculos en cadena que llevan de un lugar a otro, desde “¡mira que eres antiguo, calculando en pesetas!” hasta ser consciente de que con una entrada de cine en 3D actual podrías comprarte el Teatro de la Villa enterito, ¡qué cosas tiene Evaristo! Este despliegue de cuentas termina con una llamada de atención hacia el iva actual de los espectáculos, y ya sabemos todos lo que esto significa. Aplausos de la grada, con razón.

La vida de Ataúlfo es una existencia llena de trabajo, dedicación y esfuerzo, rodeada de unos años muy difíciles: atraviesa la Guerra Civil, le pilla la Segunda Guerra Mundial en Alemania, enferma varias veces debido a la gran carga de trabajo; pero también hay momentos felices. En Madrid, tres años después de llegar, ingresa como tenor en la Masa Coral de Madrid y allí conoce a Juanita Pallares, su futura esposa y madre de sus 4 hijos. Con 17 años de edad gana un premio de piano en el que el ganador recibirá un piano de cola [que tendrá que vender dado que su padre había fallecido prematuramente antes del premio y los apuros familiares eran más que patentes].

Parece que todos los momentos felices han tenido una cara oscura, pero Ataúlfo Argenta fue un hombre que se crecía ante la adversidad, nunca dejó de luchar. Aparte de dirigir las mejores orquestas de Europa, no dudó en acompañar revista a la americana en los años más difíciles, hasta que, cosas del destino, en 1940 conoció a Winfried Wolf, que le dice: “toca usted mal pero tiene madera. Tiene musicalidad y temperamento y podría llegar a tocar muy bien en poco tiempo”. Este es el momento de inflexión en la vida de Ata, se le concede una beca de intercambio cultural hispano-alemán para asistir a un curso de verano que impartirá el mismo Wolf, en Postdam y Kassel.  También es el momento en que Evaristo trata de entender lo que es una beca; de nuevo aplausos, “¿qué te paguen por estudiar?” Nuestro amigo no da crédito, ni él ni nadie! Y valga el doble sentido.

En fin, cincuenta minutos con momentos de risas, aplausos, un poco de música en directo, cultura para el espíritu y un poco de crítica que no viene nada mal para homenajear a un director de orquesta de talla internacional, con magnetismo, simpatía, humanidad, sencillo, de figura esbelta, elegante, y un estilo interpretativo único, quien consiguió reavivar el mundo de la zarzuela, además de ser el fundador de la Orquesta de Cámara de Madrid y director de la Orquesta Nacional de España.

Mención también para Fernando Agenta, presente en la sala, y sus programas en la radio “Clásicos populares” y en la televisión “El conciertazo”. Me dejo muchas cosas en el tintero, y es que la vida de Argenta es intensa y apasionante, como este proyecto: estimulante, educativo y emotivo.

La jornada ha estado patrocinada por FerroAtlántica, la producción de vídeo a cargo de EducArte, y Esfera Audiovisual, en el montaje técnico.