
Octubre - noviembre 2003
PVP: 3.00 €
Portada: Proyecto Connect. Foto: ©Doce Notas, 2003.
SUMARIO
Educación
9 Diez años de reforma V: Y la formación del profesorado… ¿a quién le interesa? Elisa Roche.
15 Entrevista a Violeta Hemsy de Gainza. Gabriela López, Laura Moreno y Susana Sarfson
Opinión
18 A los directores de los conservatorios superiores de Málaga y Granada.
Salvador Daza.
19 En clave de estética. Historia (II). Jose Luis Nieto.
Instrumentos
21 Juanjo Guillem, la percusión con nombre propio. Gloria Collado.
24 El espÃritu de Tarisio. Jordi Pinto.
26 La fibra de carbono nuevo reto para la lutherÃa. Jordi Pinto.
27 ¡Más madera! Francisco González.
28 Noticias y Novedades.
Otras secciones
33 Música y Medicina
34 Mordentes. Juan MarÃa Solare.
36 Publicaciones: libros, partituras y discos.
46 Actualidad.
52 Agenda de Madrid.
56 Agenda Nacional.
Cuaderno de notas (En páginas centrales)
1 Connect, la integración por la música. Elena Montaña.
4 Actualidad.
7 Músicoterapia de orientación gestáltica II. Marisa Manchado.
8 Fiesta de la Música 2003.
10 Cursos y Concursos.
15 Distribución y pequeños anuncios.
EDITORIAL
España es un lugar muy raro cuando se ve desde la óptica de un músico. Es asimétrico, es decir, hay algunos puntos de alta cultura musical rodeados de espesuras de desidia. Es superficial, esto es, se conforma con leves barnices de vida musical. Y para colmo, hemos abandonado el furgón de cola de los paÃses económicamente modestos sin asumir que la cultura y la educación deben modificar sus hábitos en términos de planificación, organización e inversión cuando se forma parte del grupo de paÃses con desahogo económico. Se podrÃa resumir la situación en términos de que el resabio de pobres que aún nos queda nos conduce a querer ahorrarnos todo. Quizá en la música vivida como industria de ocio, estas opiniones puedan matizarse y discutirse, pero en infraestructuras y educación musical las cosas son desgraciadamente como son.
Un ejemplo mayúsculo lo tendrÃamos en el triste abandono que sufre la pedagogÃa musical. Para formar buenos músicos se necesitan buenos profesores (¿hay alguien que pueda dudar esto, o que simplemente no se le haya ocurrido?). Hasta la introducción de la LOGSE se podÃa ser profesor de música, y funcionario público, con estudios de nivel medio; algo que extrapolado a otras disciplinas del saber nos harÃa pensar en las cavernas. Cuando se rompió con esta aberración, las resistencias (humanamente lógicas) se han dejado cristalizar en trincheras con una irresponsabilidad que denota que a quienes nos gobiernan la música les parece cosa de marcianos.
Y ahora, pasada al menos una generación, la pedagogÃa vegeta como una «marÃa», cuando es casi la única razón de ser para que los estudios musicales tengan el rango de educación superior. ¿A qué jugamos? ¿Realmente nos podemos permitir que el sistema educativo musical público sea, por un lado, un cementerio de elefantes, y por otro, una reserva ecológica de muchachotes que si progresan deberán buscar una beca en el extranjero? ¿Podemos seguir llamando conservatorios superiores a cualquier cosa con el bochorno de que si, por ejemplo, Francia tiene dos, nosotros los contamos por docenas?
En fin, si no sabemos transmitir la enseñanza hasta el nivel formativo más alto, si nos da igual que salgan o no formadores y si nos basta con que un puñado de profesores extranjeros, fichados como futbolistas, conformen una escuela de élite en medio del caos, habremos descubierto el secreto de las repúblicas bananeras en el apartado musical. Y todo ello en medio de un paÃs que es una democracia madura con una economÃa respetable y un entorno favorable. ¡Qué raro es todo!