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He de decir que me sorprendió gratamente, acostumbrado a escuchar tratamientos de Vivaldi un poco incongruentes. Informándome sobre la esencia de las casa discográfica, descubrí el magno proyecto que se está llevando a cabo para desempolvar el repertorio vivaldiano por parte del Instituto per i Bieni musicale. Justo hace un año, hice la reseña del volumen nº V de los conciertos para violín; hoy me encuentro con este regalazo para los oídos.

Aún con mucho trabajo por descubrir de la magna obra de Il Petre Rosso, Naïve ha sacado como novedad para junio un estuche que contiene los cinco volúmenes que poco a poco diferentes formaciones instrumentales han ido grabando en homenaje a los grandes conciertos para violín y orquesta. Son unos 30 conciertos aproximadamente, grabaciones que guardan la magnitud de un proyecto que en su día se vio como un imposible; ¿Quién se iba a atrever con la obra de Vivaldi? Era un recurso “demasiado fácil”, repetirse como el pimentón sin aportar ninguna novedad. Y sin embargo, vemos con satisfacción como el trabajo de investigación junto con la gran inteligencia de los artistas presentes dan su fruto.

Enfrentarte a la grabación del catálogo vivaldiano provoca vértigo: Hemos escuchado miles de versiones, acertadas y algunas para olvidar. Por ello, dignificar el trabajo de la interpretación musical cuando ya se han dado tantas vueltas a las partituras con inimaginables efectos sonoros, es una tarea más que complicada. Esto en el repertorio conocido, pero en el desconocido no nos vamos a encontrar con un campo precisamente sembrado de flores. Vivaldi tiene un problema muy grande en su haber: en su día, algunas voces -con renombre pero sin conocimiento- vociferaron que Il Prete escribió unas 500 veces el mismo concierto, para gloria y honor de todos los instrumentos musicales y de su propia causa. Quizás producto de las modas del momento, y de la forma de composición que el XVIII pululaba en nuestro territorio Europeo, nos podemos encontrar con similitudes en muchas partituras; ahora, que nos hayamos encontrado varios conciertos en copia-pega, es de infames.

Y es este problema con el que la Vivaldi Edition tenía que lidiar: Cómo hacer que los más de noventa conciertos para violín de Vivaldi no suenen como uno solo sino que cada uno de ellos adquiera la personalidad suficiente para que el oyente los disfrute y a la vez se refundan en una unidad. Conseguido.

Cada disco tiene su propio sello identificativo mediante la elección de ensembles, directores e instrumentistas con gran talento y una valía incuestionable. El volumen I, grabado en el año 2005, puede que sea el que más se acerca al espíritu programático del conocidísimo Op.8, donde se encuentra otro hermano de las famosas Quattro stagioni. Con “La Caccia”, Enrico Onofri frente a Academia Montis Regalis crea un trabajo independiente de los pertenecientes al L’estro armónico. Sin arriesgarse, en ocasiones muy académico en el trato de los tempis, nos regala una excelente lectura. En el año 2006 salió a la luz el trabajo inscrito en el volumen II, que es otro cantar: “Di sfida” es un espectáculo musical para el intérprete, un abanico de partituras muy vivaldianas en sus comienzos pero que hacen de sus ritornellos verdaderos quebraderos técnico s para el que se enfrenta a la partitura. Al año siguiente, la grabación del Volumen III “Il Ballo” fue una invitación al ambiente popular de la Venecia Barroca hasta la Corte de Mantua, del ritmo y de la danza; no son conciertos con la dificultad técnica de los otros volúmenes por lo que adquiere todo este volumen 40 una personalidad más lírica que I Barrocchisti y Diego Fasolis remarcan en toda su intensidad. Los dos últimos volúmenes, el Volumen IV ” L’Imperatore” y el Volumen V “Per Pisendel” no marca un hilo conductor musical; fueron grabados en 2011 y 2012, y son las obras que homenajean a la casa de los Habsburgo en la figura del Emperador Carlos IV y al violinista de la corte de Dresde Johann Georg Pisendel (1687-1755). En este último caso, Il Pomo de Oro no deja de sorprendernos por la teatralidad de sus interpretaciones. Creo que estos dos últimos cd´s son la muestra de una visión interpretativa sublime en la figura del maestro, sin duda.

Ésto , en lo que se refiere al repertorio menos conocido o desconocido completamente, pero ¿cómo lidiar con el archiconocido? Naïve no se ha quedado atrás y lanza en este mismo estuche un un verdadero tesoro: La versión que en el 2002 grabó Concerto Italiano a las órdenes de Rinaldo Alessandrini de Le Quattro stagioni. Años después, no tiene rival. Reconozco que aún me sigue sorprendiendo el ritmo, el impulso que toma la obra en comparación con otras versiones mucho más líricas como las de Trevor Pinnock, pero que la hacen muy original, muy personal. Sin duda, para aquellos que quieran ver lo que es un trabajo historicista y acercarse a un sonido diferente al que estamos acostumbrados, recomiendo estas versiones tan extremas, tan barrocas y tan chocantes para el oído que no está acostumbrado a las exageraciones musicales de la época: puro teatro sin imágenes.