Santa Cecilia o la música pintada
Enigmática Cecilia. Cambiante y metamorfoseada en las artes plásticas. Patrona de la música desde finales del s. XV por un feliz error de lectura. Poco agasajada por los compositores pero nunca olvidada por los pintores. Y, curiosamente, en esta postmodernidad de colores laicos e individualistas, reivindicada de forma global, felicitada, celebrada con música en el día de su fiesta del santoral cristiano, el 22 de noviembre, día de santa Cecilia. Curioso, sin duda.

Santa Cecilia, Guido Reni, 1606
Otros enigmas rodean a esta santa. Y algunas certezas. Empecemos por las certezas. El error de lectura, como algunos saben y todo el mundo acepta desde el siglo XV, se refiere a que el texto latino según el cual Cecilia cantaba en su corazón a Dios mientras escuchaba música celestial el día en que se celebraba su matrimonio de conveniencia –y tomaba la decisión de mantenerse virgen– se interpretó libremente para concluir que Cecilia cantaba y tocaba el órgano en aquel singular momento. Esos cantos y música (o ese cantar mientras tañía el órgano, como se tradujo) más sus datos biográficos dieron lugar a un icono ideal y casi se diría que femeninamente perfecto de la santa: joven, romana –vista con cierto exotismo según qué época–, de familia rica, cultivada musicalmente, valiente (por convertirse al cristianismo y exponerse a la tortura), potente (como para convencer y convertir a su marido y su cuñado).
Con estos atributos, no todos inventados, Cecilia sedujo como modelo simbólico a muchos artistas plásticos que la retrataron en actitudes piadosas durante la escena matrimonial o martirológica (sin atributos musicales, simplemente como santa virgen y martir) tanto en la época medieval y primer renacimiento como, –curiosamente otra vez– en la época moderna, hacia finales del siglo XIX cuando nace el movimiento cecilianista en la iglesia católica que contribuye a limpiar y purificar la música religiosa de la lacra del salón y la ópera. Pintores de mediados del XIX, como Madrazo y otros, vuelven a retratar la muerte –pero ya no las escabrosas escenas del martirio– de Cecilia, como testimonio piadoso pero ya sin testigos musicales.

Santa Cecilia. Rafaello Sanzio, 1514
¿Y mientras tanto, qué Cecilias pintaron durante el renacimiento y el barroco los cultos, sofisticados y a veces irónicos criados de los poderosos?: muchas santas sensuales, a veces provocativas, incluso eróticas, haciendo cosas inconvenientes como tañer un instrumento profesional y por tanto propio del mundo masculino como es el órgano, el instrumento que la identifica de inmediato sin necesidad de repasar nombres, títulos ni vestiduras en la memoria de la retina. Claro que también aparece tocando otros teclados más femeninos, como el clave en los siglos XVI y XVII, y también el arpa, el laúd y hasta el violín (de nuevo instrumento masculino) como en el famoso cuadro de Guido Reni de 1606, donde luce el bello tocado que el pintor ha elegido para describir una sensual y a la vez casta joven romana que mira hacia el cielo mientras toca el violín a la manera oriental.
Ya en la época moderna, esos instrumentos identificativos se ciñen en exclusiva al órgano o a lo que se entiende por órganos de salón a fines del s. XIX y en el s. XX, casi siempre representados como pianos verticales y hasta armonios en estampas religiosas.
Enigmas ¿no es suficiente que la mayoría de los órganos de excelentes pintores estén representados al revés. Es decir, con los tubos largos y graves a la derecha del teclado? El mismo Reni y tantos otros, incluido el paradigmático Rafael a comienzos del renacimiento (1514), el que humaniza la imagen de la santa para convertirla en una mujer excelente, piadosa, que sólo atiende al canto celestial, coloca el órgano invertido musicalmente y, además, boca abajo, roto, desgajado, mostrando el desapego de Cecilia hacia la música instrumental.
Más enigmas: la escasa música dedicada a la santa patrona, recordamos las obras de Purcell, una misa de Gounod, y algunas obras de encargo, poco conocidas, para celebrar la liturgia de la santa. En contraste, la algarabía actual: miles de músicos tocando y celebrando cada 22 de noviembre el enigma de la verdadera joven romana conocida como santa Cecilia.
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