“Es tu problema. Apáñate”. Retos psicológicos en los músicos
Existe un creciente interés de los músicos por la psicología y los beneficios que esta pueda aportarles, tanto en la búsqueda del mejor rendimiento posible como de una mejor gestión de los estresores propios de una carrera de alta demanda cognitiva y emocional y, por ende, de un mayor bienestar. Esto se puede comprobar fácilmente con una simple búsqueda en redes sociales, en las que se pueden encontrar frecuentes referencias a la temática.
Al mismo tiempo, muchos profesionales de la psicología se interesan por los músicos y deciden especializarse en una disciplina tan exigente como la Psicología de la Música. En este contexto, en España se crea el Programa de formación en Psicología y Música de la UNED (2017) y surgen asociaciones como AEPMIM (2015) y AMPAE (2017) que tienen entre una de sus principales finalidades extender la importancia de la psicología y la salud en distintos ámbitos. Este propósito se ha traducido en la organización de diferentes congresos, de carácter nacional e internacional e, incluso, la publicación de un manual de psicología para intérpretes artísticos. Asimismo, gradualmente van llegando traducciones de obras generalistas que tratan de acercar al lector a un área inmensa como la psicología de la música.
El título de este artículo es una traducción libre de una publicación de autoría inglesa del año 2018 que trata sobre los innumerables retos psicológicos que afronta el músico y las estrategias de afrontamiento que utiliza. Músicos en carrera, profesores y estudiantes se encuentran a menudo con expresiones del tipo: “no estudio/estudias suficiente”; “no importa lo que pase, hay que dar la talla”; “no tengo/tiene suficiente talento”; “está amargado y carga sobre mi”; etc. Frases que sugieren, entre otras cosas, frustraciones que toman forma de culpabilidad, propia o ajena. Pese a ello, todavía se encuentran en el medio musical actitudes de rechazo a la psicología, que se percibe como algo que se sale de lo musical y poco o nada tiene que ver con uno y lo que le pasa. En resumen, profesores, estudiantes y músicos, en general, se encuentran con un sentenciador “es tu problema, apáñate”. Esto posee algunas implicaciones.
En primer lugar, muchos músicos desconocen que la psicología tiene como objetivo primordial ayudar tanto al alumnado como al mismo profesorado y personas del entorno cercano. Por otro lado, la realidad de muchos profesores de música es que carecen de la necesaria formación para afrontar toda una cantidad de demandas, cada vez mayor, que les impone la sociedad y que desbordan sus competencias, como, por ejemplo, el alumnado con diagnósticos psicológicos o con necesidades de apoyo educativo. Pero, hasta incluso dentro de una supuesta “normalidad” en el alumnado (etiqueta compleja dentro de la psicología), el profesor puede verse afectado por multitud de incidencias (la educación es un mundo mucho más imprevisible de lo que muchos piensan). Entre muchas de ellas, puede sufrir problemas tanto en su trabajo como en la vida personal que le afecten decisivamente en sus clases. Compaginar la esfera profesional y la personal es una de las competencias más difíciles en los profesionales de la música, porque, aunque el protagonista no lo crea, por muchos mecanismos de evasión que utilice, los problemas de una esfera afectarán a la otra. Es solo cuestión de tiempo. Los problemas pueden darse tanto con el alumnado como con los propios compañeros ¿Por qué rechazar el apoyo social o la mediación de un psicólogo u orientador? Si algo demuestra la experiencia y también la ciencia es que toda problemática es mejor abordada si existe apoyo social. ¿No estarán cayendo los músicos en, una vez más, autoexigirse demasiado y considerar que ellos deben resolver solos todos los problemas?. Por otra parte, los estudios muestran que compartir desafíos y búsqueda de soluciones (esto es, trabajar en equipo) favorece la evolución de los profesionales, también de los docentes, y dificulta la aparición de los síntomas propios del síndrome del quemado.
En segundo lugar, el alumnado que llena las aulas de educación musical atraviesa diferentes etapas evolutivas como la infancia o la adolescencia, que son especialmente sensibles, puesto que constituyen la base de lo que va a conformar su carácter y personalidad. En estas etapas se va estructurando la identidad y la autoestima, aspectos en los que la influencia del profesorado es decisiva. En el caso de las enseñanzas instrumentales, la influencia es mayor, si cabe, puesto que se da en un entorno de clase individual, por lo que la figura del profesor es fundamental, como referente, modelo e, incluso, como sostén y protector de un desarrollo emocional sano. No se le pide poco al profesor, que se ha formado para dar clases de instrumento y no para todo lo que “se le viene encima”. En consecuencia, un asesoramiento profesional de orientación psicopedagógica que le ayude no estaría de más. Este aspecto está claro en las enseñanzas obligatorias de todos los niveles, que disponen de departamentos de orientación psicopedágogica al servicio de alumnado y profesorado. En las enseñanzas musicales, poco a poco, empiezan a aparecer centros que también disponen de ellos, como los conservatorios profesionales de la Comunidad de Madrid, la Escuela Superior del Taller de Músics de Barcelona, etc. No obstante, aún son más los que no disfrutan de este servicio. En este contexto, es inevitable que muchos profesores puedan sentirse abandonados por un sistema que no acaba de tener en cuenta todas sus necesidades para ejercer sus funciones de la manera que convendría. Inevitablemente, se ven abocados a “buscarse la vida” como puedan, con mayor o menor fortuna, pero siempre con una alta demanda y, quizás, una sensación de abandono institucional. No somos ingenuos, sabemos que los departamentos de orientación no lo son todo ni lo resuelven todo, pero podremos estar todos de acuerdo en que, al menos en esas otras enseñanzas se reconoce una necesidad, y eso ya es un primer paso.
En tercer lugar, la psicología resulta esencial para la educación musical en el ámbito de las emociones, puesto que la música misma es un vehículo de emociones. La psicología ayuda a desarrollar competencias emocionales tanto en el profesorado como en el alumnado. Al fin y al cabo, el objetivo primordial es utilizar la música para comunicar emociones, pero para ello, además de una cierta base técnica, se necesitan habilidades de identificación y reconocimiento de las mismas, así como habilidades de expresión y de regulación. Sin embargo, parece poco probable que estas habilidades mejoren o se desarrollen por sí solas, o dejar al mero paso del tiempo el desarrollo emocional óptimo (“ya crecerá”) o como algo automático que sucede “cuando ya te sabes las notas”. No parecen estas las mejores opciones.
Por último, si hablamos de enseñanzas musicales superiores, estamos hablando de un alumnado en la élite formativa musical (equiparables a la universidad). Como recuerda uno de los mayores expertos españoles en el ámbito de la psicología del deporte, José María Buceta, el éxito se considera un factor de riesgo por toda la serie de expectativas que se vuelcan en torno al deportista. Este aspecto como tantos otros es perfectamente extrapolable al ámbito musical, con la particularidad de que no hay ningún equipo multidisciplinar que supervise la salud física y psicológica de los músicos en esta etapa crucial y final de su formación. No atender a toda la serie de cuestiones psicológicas en un entorno tan exigente y competitivo como las enseñanzas musicales, posiblemente ya desde etapas formativas anteriores, dificultará una formación saludable y equilibrada de la personalidad del músico, que, como señalan los autores ingleses que dan título al artículo, dejan en manos de la suerte a este alumnado.
Afortunadamente, la mentalidad va cambiando. En los diferentes ámbitos de la actividad musical la salud mental empieza a visibilizarse e incluso a ser relevante y reclamada por estudiantes, profesorado e intérpretes. La cuestión es cómo la psicología les puede ayudar, tanto a sentirse más preparados para afrontar los retos de su carrera profesional como a tener cuidado de las necesidades vitales de salud y bienestar.
Teniendo en cuenta que la psicología está en todo, pero no todo es psicología (se detectan muchos “vendedores de humo”), cada vez la sociedad es más consciente de que la ciencia psicológica tiene mucho que aportar. Para entenderse uno, consigo mismo y con los demás, para mejorar la capacidad de escucha (propia y de los otros), para comunicarse y para una gestión efectiva de las emociones. Los músicos, como tantos otros profesionales, pueden verse favorecidos por una mejor autorregulación emocional, dentro y fuera de aulas, ensayos, conciertos y giras. Compatibilizar la vida familiar, profesional y social, manejar las redes sociales y lograr focalizarse en las propias necesidades y deseos en medio de una sociedad de la distracción no son desafíos menores. En definitiva, nuestra propuesta es que los músicos conozcan y se sirvan de las herramientas que la psicología pone a su alcance para aplicar estrategias que puedan favorecer tanto un mejor desarrollo profesional como una mayor calidad de vida. No os las apañéis solos, somos muchos los que navegamos en el mismo barco.
Músicos y profesores del Máster en Psicología y Música de la UNED
Basilio Fernández. Patricia Blanco. Miren Zubeldia. Francisco de Paula Ortiz. Laura Moral-Bofill
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