El sexo muteado en la música
Soler Campo, S. (20219). Mujeres Músicas. Dificultades, avances y metas a alcanzar en el siglo XXI. Universitat Jaume I: Castellón.
Mujeres músicas: dificultades, avances y metas a alcanzar en el siglo XXI
Hace unos dÃas leÃa en The Guardian que el noventa por ciento de las actrices británicas están pensando dejar la profesión. A sus tareas profesionales han de añadir unas el cuidado de los hijos, o de sus padres, o de los dos a la vez. Sus colegas varones tienen menos problemas.
En la música no hay únicamente esa traba, se le suma el acceso a niveles profesionales desde hace siglos para las mujeres en general.
La autora – con estudios de pedagogÃa, musicologÃa y género y carrera docente en universidades de España y Francia – expone la evolución de la práctica musical por parte de la mujer desde la antigüedad y la nefasta influencia de los roles patriarcales establecidos por todas las culturas sobre mujeres y sobre hombres. Delicadeza musical para ellas -melodÃa- y ritmo y base para ellos – percusión, instrumentos graves-. Esto en todos los continentes y todas las épocas.
En el clasicismo griego y romano la voz era su instrumento principal. Ya en el medievo a la voz se unen otros instrumentos, fundamentalmente de acompañamiento de esa voz y más tarde teclados y arpas. Se establecieron incluso agrupaciones de mujeres y aparecen figuras como Hildegard von Bingen cuyas composiciones perduran aún hoy. Los monacatos femeninos ayudaron a esta expansión y las juglaresas –trobairitz-.
Mejor momento es el Renacimiento y periodo Barroco en los que la mujer emprende carreras musicales semiprofesionales, en la interpretación fundamentalmente, aunque relegadas en la composición y la dirección de agrupaciones. Los periodos de la ilustración, Clasicismo y Romanticismo contemplan como la clase en ascenso, la burguesÃa, que abraza la idea de la instrucción musical de las mujeres a través de la práctica personal y familiar de piezas para los sucesivos teclado s e incluso las grandes familias musicales, sean Mozart, Schumman o Mendelsshon cuentan con mujeres que alcanzan gran notoriedad en la interpretación, menos en la composición y ninguna en la dirección y liderazgo de grandes formaciones orquestales de la época.
La situación se mantiene asà hasta que en los primeros años del siglo XX algunas orquestas -en USA-  empiezan a contar con mujeres intérpretes y alguna directora. Basta decir que hasta 1997 no habÃa mujeres en la Filarmónica de Viena y que solo mediante pruebas tras cortina se consigue una integración medianamente razonable de las mujeres en estas formaciones incluso ahora.
También en España el público mayoritario de la clásica es masculino y de edad avanzada. Quizá por eso los programas están atascados, generalizo mucho, en » las tres Bs»: Bach, Beethoven y Brahms. Bueno, hay orquestas que ya interpretan a mi admirado Britten.
Sigue «chocando» a muchos espectadores e instituciones que sean mujeres quienes dirijan, aunque hay un movimiento imparable con figuras de primera fila como Bárbara Hannigan y Nicole Stauzmann.
En España tenemos a Marisa Manchado, por ejemplo, y desde México nos llega  Alondra de La Parra, esto en la denominada música culta occidental, término muy cuestionable después de que las industrias culturales de mediados del siglo XX hicieran saltar los goznes entre alta cultura y cultura popular por suerte para ambos campos. Karajan y Miles Davis compartÃan marca de coche favorita: Ferrari.
No trata el tema la autora, pero en la música popular la cuestión no está mucho mejor. La mujer está muy solicitada para la voz, teclados, alguna guitarra, flauta, clarinete y poco más. Hay grandes baterÃas en el jazz y rock, bajistas, saxos, trombones,  pero un tanto ocultas. Una pena, son grandes instrumentistas , compositoras y organizadoras. Muchas dirigen sus propias formaciones musicales. Además como decÃa Laurie Anderson el rock es una industria «muy macho».
La autora apoya el libro sobre una encuesta detallada sobre la percepción interna de todas estas cuestiones en el campo clásico. Hubiera estado bien ampliarlo al popular, por completar la investigación y quizá por eliminar cierto sesgo de «grupo social» (Bordieu) en las conclusiones.
Incluye una magnÃfica sección de bibliografÃa y webs que ayudarán a futuras investigaciones, seguro.
Sobre la edición convendrÃa hacer una cierta revisión de la puntuación, reiteraciones y alguna redacción; ya que finales de 2019 finales fue un momento un tanto complicado en lo social y profesional para todo el mundo.
Un libro muy útil para apoyar con ideas y datos la percepción de que algo ha de cambiarse en la cultura en general y la música en particular respecto al rol que merece la mujer en este siglo XXI, cambalache, también.
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