Lo que la Music Learning Theory (MLT) de Edwin Gordon aporta a la enseñanza musical
Resulta curioso que vivamos en un mundo donde la investigación cientÃfica y tecnológica es incesante y en el que cualquier técnica o cualquier aparato caen obsoletos en pocos meses, pero en cambio nos volvamos tan rÃgidos e inamovibles en todo lo que concierne a nuestros sistemas de pensamiento y las formas de comportamiento que apoyamos en ellos.
Cuando observo la manera en la que mayoritariamente se enseña música y la comparo con la forma en la que yo misma aprendà hace 30 años, veo muy pocas diferencias por no decir ninguna esencial. La primera clase de música consiste en explicar lo que es un pentagrama, cómo se llaman las notas que se ponen en él y cuánto duran las figuras musicales. Sabemos que de forma espontánea podemos cantar, bailar, tocar instrumentos de percusión, buscar canciones en el piano, pero cuando se trata de aprender música de verdad, sentimos que sin la partitura no hay forma de hacerlo. Unas cuantas lecciones más allá te explican dónde encontrar las notas en el piano y cómo puedes ir descifrándolas desde la partitura de una en una, mientras tus dedos realizan la compleja tarea de encontrarlas en el teclado. Comienzas mecanizando piezas de 3 notas y acabas de la misma manera tocando la Patética de Beethoven.
Parecemos no querer darnos cuenta de que algo no encaja en esto y tapamos la evidencia observando los buenos resultados de los niños que tocan musicalmente aún aprendiendo de esta forma, y no queremos o podemos ver las carencias que estamos creando y los sinsentidos que estamos realizando, y cómo también a ellos en última instancia les estamos limitando.
¿Por qué los niños dibujan desde su imaginación y en cambio sólo tocan desde la memorización? ¿Es que no existe el pensamiento y la imaginación musical? ¿Es qué acaso la música no es una arte de expresión de nuestro mundo interior lo mismo que es el color y la forma? ¿Por qué tiene que decirle a un niño una partitura qué notas debe tocar y no su comprensión de la canción que quiere tocar o su imaginación de la música que quiere crear? Todos hemos experimentando cómo explicar a un niño que el valor de las figuras musicales no le ayuda a tocar con un buen ritmo, y cómo los alumnos tiemblan de miedo cuando tienen que tocar una pieza de memoria porque saben en el fondo de sà mismos que no entienden lo que están tocando. Pero seguimos enseñando igual.
Cualquier sistema de enseñanza, si no es contrastado y permanentemente basado en la investigación y en la observación detallada de los procesos, se vuelve rÃgido y necesariamente obsoleto e ineficaz. Lo mantenemos sencillamente porque no sabemos hacerlo de otra forma y no sentimos la pasión necesaria para cuestionarlo y cambiarlo.
La realidad es que no necesitarÃamos enseñar música a los niños, aprenden solos cuando están rodeados de ella y ven a los adultos involucrados en acciones musicales. Pero hacemos lo contrario, les apartamos de la música real y la sustituimos por un papel con extraños sÃmbolos. Mozart aprendió solo, escuchando la música en la que nació envuelto mucho antes de que su padre le diese lecciones formales de composición. Y también aprendieron asà la mayor parte de los grandes compositores e intérpretes clásicos y músicos populares.
Cuando escuchamos música, algo se activa en nuestro cerebro por si mismo que pone en marcha un proceso secuenciado, que como el aprendizaje del lenguaje, cada individuo viene al mundo preparado para hacerlo, y lo hace a su ritmo y a su manera. Lo ideal es que un profesor conozca este proceso y asà pueda ayudar, colaborar y acompañar al niño en él. Si no es asÃ, enseñará al niño cuestiones irrelevantes en momentos inoportunos y entorpecerá irremediablemente el aprendizaje para el que el niño venÃa preparado.
Edwin Gordon, pedagogo norteamericano aún vivo, ha llevado a cabo la investigación más completa y detallada de cómo los niños aprenden música y ha sido capaz de describir todas la etapas y fases de este largo y complejo proceso de aprendizaje que Gordon denominó audiation, equivalente al pensamiento en el lenguaje. De esta forma los profesores aprenden a observar a sus alumnos y saben cómo pueden ayudarles mejor en cada momento, desde las primeras etapas de la vida, sabiendo cual es el paso que tienen que dar en cada momento.
Gordon no inventa un método extraño, ni contradice a otros pedagogos como Orff o Kodaly o Suzuki, sino que más bien integra el pensamiento de todos ellos y lo lleva un paso evolutivo más allá, lo describe más a fondo. Orff creyó en la importancia de que los niños creen música y utilizó repertorio apropiado para la educación musical y desarrolló técnicas dinámicas para una clase de música extraordinariamente atractiva. Pero los profesores Orff suelen tener dificultades a la hora de secuenciar los aprendizajes especialmente cuando se trata de llevar a los alumnos a los aspectos cognitivos de la música sin la partitura. Esta es la causa por la que nadie sabe cómo trabajar en la clase de instrumento con alumnos que aprenden el lenguaje musical con un profesor Orff o que muchos profesores Orff en EEUU y en otros paÃses complementen su formación con los aspectos estructurales de la Music Learning Theory de Gordon. Kodaly utilizó el do móvil y por ello favoreció enormemente la comprensión tonal de sus alumnos e hizo posible una mejor afinación a nivel vocal, pero rÃtmicamente sus sÃlabas se basan en la notación musical y no se pueden trabajar bien desde la audición. Suzuki también dijo que la música se debÃa de aprender como un lenguaje y por eso los niños comienzan sin partitura imitando canciones, pero no llegó a desarrollar que pasa más allá de la mera imitación y cómo conectarla con la verdadera comprensión musical. TenÃa una intuición común pero su definición del proceso aún quedó borrosa.
Por tanto, la MLT de Edwin Gordon, como todos estos métodos, es un método que no comienza con la partitura, sino que se basa en la experiencia vivencial de la música y de la asimilación a través del oÃdo. Con todos ellos comparte muchos de los principios básicos, pero la gran aportación o novedad que Gordon ofrece, es la descripción detallada del proceso madurativo del pensamiento musical o audiation, lo que permite a los profesores secuenciar perfectamente su enseñanza, sabiendo qué paso es el que deben dar en cada momento y también conecta perfectamente la vivencia directa de la música con la comprensión conceptual de la misma. Esto permite prescindir totalmente de la partitura en las primeras fases, y de cualquier nomenclatura o concepto que haga referencia a ella. Pero al mismo tiempo establece, especialmente a través de las sÃlabas rÃtmicas y tonales que utiliza, un eslabón que conecta perfectamente lo asimilado y comprendido a través del oÃdo con la lectura y escritura musical, cuando llega el paso secuenciado para este aprendizaje. Los alumnos construyen una sólida base auditiva e interpretativa a través de cantar, movimiento rÃtmico, y aprendizaje de patrones tonales y rÃtmicos antes de ser introducidos en la notación musical.
Cuando los niños aprenden a hablar, primero escuchan. Desde que nacen e incluso antes, los niños están inmersos en los sonidos del lenguaje. Absorben estos sonidos y se van sintonizando con el lenguaje de su cultura. Pronto los niños comienzan a imitar. Reciben un gran estÃmulo y ánimos en sus balbuceos, incluso aunque sus sonidos no sean entendidos por los adultos. Después comienzan a pensar en el lenguaje. Las palabras y las frases comienzan a tener sentido para ellos. Lo siguiente que hacen es improvisar en el lenguaje. Comienzan a construir sus propias frases organizadas de manera lógica. Pueden tener ya una conversación. Finalmente después de varios años de desarrollar su capacidad de pensar y hablar, a los niños se les enseña a leer y escribir. Solamente cuando todas estas habilidades están puestas en su lugar aparece la gramática, la teorÃa de la construcción del lenguaje. El habla es fruto del pensamiento, no de la imitación, aunque la imitación sea necesaria en los inicios del proceso.
La secuencia del aprendizaje musical tiene mucho que ver con esta secuencia. Los niños comienzan a escuchar música, después de un tiempo intentan imitar sonidos, para terminar comprendiendo la lógica interna y asà ser capaces de predecir y otorgar significado a la música que escuchan, y de producir sus propias ideas musicales, en un circuito que se retroalimenta y que Gordon llamó audiation, equiparándolo al pensamiento. Asà la música que se interpreta deberÃa ser fruto de la audiation, no de la imitación, la memorización ni la mecanización, aunque la imitación sea indispensable en la parte inicial del proceso.
En el camino de aprendizaje que se dibuja desde la MLT, cada habilidad nueva que los niños desarrollan se basa en la anterior y cuando un niño no sabe hacer algo simplemente muestra que necesita más de lo anterior. Cada clase es una continua espiral de secuencias, desde el todo (canción, recitado) hacia los detalles (patrones tonales y rÃtmicos) y regreso al todo (canción, recitado) donde cada niño encuentra el estÃmulo que necesita para secuenciar individualmente su propio proceso. El más capacitado no se aburre y el que tiene una mayor dificultad no se frustra, porque el profesor sale al encuentro de todos ellos de manera individualizada, manejando multiplicidad de habilidades y contenidos.
Los alumnos que aprenden según la MLT aprenden a leer música pero sólo cuando han desarrollado la habilidad de escuchar con compresión internamente, los patrones reflejados en la partitura. De esta manera leer es para ellos más una cuestión de reconocer que de decodificar. Por eso, tocar de memoria nunca es un problema porque en la cabeza se escucha por adelantado la música que va a venir, en todas sus dimensiones y es en esa escucha interna desde donde se ha creado el circuito de conexión con el instrumento musical. Si alguna nota se olvida se puede sustituir con facilidad por otra igual de convincente porque se es consciente del contexto.
Finalmente es el aprendizaje comprensivo de la música lo que nos capacita para su máximo disfrute, nos permite desarrollar habilidades múltiples: transportar, improvisar, tocar de oÃdo, arreglar, variar, armonizar, tocar con seguridad técnica y expresividad, y en definitiva es sin lugar a dudas el gran objetivo de la enseñanza musical.
Marisa Pérez es directora del Instituto Gordon de Educación Musical España (IGEME)
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