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Orquesta Filarmónica de San Petersburgo

La Filarmónica de San Petersburgo llenó la sala sinfónica del Auditorio Adán Martín con una inmejorable recepción por parte del público, garante de ser broche de oro del Festival Internacional de Música de Canarias . El sonido extraordinario de la orquesta, resultado del buen hacer del curtido director titular, Yuri Temirkánov, además de las magistrales interpretaciones de Xavier de Maistre al arpa y Javier Perianes al piano, fueron las claves del éxito.

El nacionalismo musical ruso conformó el groso del programa de concierto, con obras muy representativas como Obertura de Francesca da Rimini de P. Chaikovsky, Sherezade de N. Rimski-korsakov, Obertura de Ruslán y Liudmila de M. Glinka, Cuadros de una exposición de M. Mussorgski (Orquestación de Ravel), así como el Concierto para arpa y orquesta en mi bemol mayor del compositor post-romántico ruso R. Glière y el Concierto para piano y orquesta en Sol mayor de M. Ravel.

Los dos solistas hicieron gala de sus sobresalientes habilidades musicales y así reafirmaron sus estatus a nivel internacional. En el primer concierto, el arpista francés Xavier de Maistre abordó el Concierto para arpa y orquesta en mi bemol mayor de R. Glière y mostró el alcance sonoro y expresivo que puede desarrollar el arpa. De Maistre corroboró su reputación como emancipador de su instrumento, con una interpretación que dejó atrás la asociación del arpa con un sonido suave o con la idea de poca capacidad de emisión. En su lugar, ocupó su rol de solista y se impuso, nada más y nada menos, ante una macro orquesta como es la Filarmónica de San Petersburgo. Los planos dinámicos de la interpretación contaron con un gran abanico de posibilidades claramente graduados, desde los más familiares pianissimos del arpa hasta los sorprendentes fortes que logró el solista.

La interpretación fue todo un reto, tanto desde el punto de vista acústico, como expresivo y virtuosístico. La escritura idiomática del concierto ofreció a de Maistre, la posibilidad de exhibirse en sus dotes musicales insinuantes e íntimos, ejecutando la obra con mucha claridad y precisión tanto en los pasajes más comprometidos en cuanto a técnica, como en los más expresivos, por ejemplo, al inicio del segundo movimiento Tema con variazioni. Virtuosismo y musicalidad definen a este gran músico.

La estrella del segundo programa de concierto fue el pianista Javier Perianes, quien hoy atestigua la que fuera su presentación al inicio de su carrera, como “uno de los pianistas del futuro más prometedor en el panorama internacional”. Perianes ofreció una exquisita interpretación del concierto para piano de Ravel, revelando dominio y precisión en el primer movimiento Allegramente, intimismo, recogimiento y control sonoro en el Adagio assai y una exhibición de sensibilidad musical en combinación con seguridad técnica en el último movimiento Presto. Un joven pianista que ha dado respuesta, a las expectativas de los que hemos seguido su carrera, con grandes muestras de madurez y crecimiento.

En cuanto a la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo, remarcar la calidad sonora de la agrupación con identidad propia, que fue capaz de impresionar al auditorio en cada una de las interpretaciones que abordaron en sendos conciertos.

Sus componentes bien responden a “una orquesta de generales”, tal como se describió a la orquesta de Mannheim en el siglo XVIII. Con esta comparativa, se pretende subrayar el gran nivel que mostraron los músicos de la Filarmónica, con una destacada intervención de la sección de vientos en Cuadros de una exposición, particularmente en el caso de los papeles de trompeta, saxofón y fagot.

Toda la sección al completo de vientos metales y maderas, lucieron además en una magnífica interpretación de las Obertura de Ruslán y Liudmila y de Francesca da Rimini, así como en Sherezade. En esta última descolló la interpretación del concertino con una versión muy dinámica y rica en expresividad.

Con roles diferentes, pero al mismo nivel de calidad interpretativa, sobresalió la sección de cuerda al completo, con un sonido impresionante y una precisión rítmica inmejorable. Fue todo un placer escuchar unas muestras dinámicas que sobrecogieron y emocionaron al público, a través de logrados y pulidos efectos a lo “Mannheim” nuevamente, pero en este caso apropiados al siglo XXI. Crescendos y decrecendos dinámicos muy marcados y repentinos de amplia gama, vigor en la interpretación, gran precisión y rapidez en pasajes exigentes en técnica, grandes contrastes expresivos y todo un sinfín de destrezas musicales que su director titular, Yuri Temirkánov, supo extraer de la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo.

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