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A la derecha, Luis Álvarez, como Ágata, y Ruth González, en el papel de su hija Lucía. © Vallinas

Se trata de una comedia satírica de corte operístico, ópera dentro de la ópera con el trasfondo de una historia de romanos. La producción data de 2011 y fue creada para celebrar el 25 aniversario de la formación de la Compañía Ópera Cómica de Madrid.

En concreto, la obra se estrenó en el todavía no rehabilitado Teatro Calderón de Valladolid en diciembre de 1986, presentándose meses después en Madrid con motivo de la reinauguración  del Teatro Albeniz. Después, la obra recorrería numerosos teatros y festivales alcanzando un gran éxito.

La adaptación del libreto fue del dramaturgo José Luis Alonso de Santos, quien tradujo y revisó el original La convenienze e le inconvenienze teatrali, de Gaetano Donizetti, con recitativos de Luis Álvarez y Francisco Matilla.

Un escenario de ensayo es el fondo de la trama, en las horas previas al estreno de una obra. Concretamente, de Rómulo y Escilia, inspirada a su vez en L’Esule di Roma, que el mismo Donizetti estrenó en 1828. Durante los diferentes ensayos, que abarcan cada uno de los dos actos de esta farsa operística, se desvelan los personajes, en parte heredados de la Comedia del Arte, y sus motivaciones y comportamientos.

Entre dimisiones repentinas (¿o provocadas?), sustituciones problemáticas e interesadas (¿el marido que no canta?), y muchas zancadillas fruto de celos, la trama de ¡Viva la Ópera! se desarrolla entre rencillas y conspiraciones entre bambalinas. Situaciones cómicas, enredo y, por supuesto, lírica se combinan en un espectáculo en el que la diversión está asegurada mientras el desastre amenaza sobre el escenario. ¿Quién decía que en la ópera era todo seriedad?

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