Estrenos absolutos en el álbum del 25 aniversario del Ensemble de Percusión Tàmmittam
’25 years with the Támmittan Percussion Ensemble’ Guido Facchin, Dynamic 2012. 2 cds. 8007144607203
Con motivo de la celebración del vigésimo quinto aniversario del Ensemble de Percusión Tàmmittam, Guido Facchin (fundador del grupo en Vicenza en 1986) tuvo la idea de grabar este doble CD que incluye estrenos mundiales de grabación.
Después de un año de trabajo el proyecto ha llegado a término y el sello Dynamic ha podido publicar este programa único en agosto de 2012, donde encontramos obras de diferentes autores del siglo 20 y 21. Abren el primer cd Hommage à Rameau (1964), de Germaine Tailleferre, y el Concerto per due pianoforti e strumenti (1948-49) de Bruno Maderna, obras que marcan el inicio de la colaboración entre Tàmmittam Percussion Ensemble y Dymanic a partir de 1992.
Cierra el repertorio escogido la que ha sido considerada como la primera pieza occidental para instrumentos de percusión y partitura profética del siglo XX, Ionisation, escrita en 1931 por Edgar Varèse (1833-1965). Una de las frases que puede resumir su trabajo es: “Mi objetivo ha sido siempre la libertad del sonido y abrir la música a la totalidad de los sonidos del mundo»; a parte de replantear el papel de los instrumentos de percusión, liberándolos de la sección de la orquesta desde su tradicional función de soporte o apoyo, los dotó de un cambio en el vocabulario musical.
Y eso es lo que sucede aquí: frescura, dinamismo, texturas nuevas, timbres sorprendentes incluso ironía, como en el caso de Germaine Tailleferre (1892-1983), que rompe con los estereotipos que la enmarcaron en una feminidad mal entendida y cuya música refleja un vitalismo y un lirismo con claras reminiscencias sonoras de los años veinte evocando a Debussy, Ravel y Satie. La compositora francesa, única mujer del célebre Groupe des Six (junto con Georges Auric, Louis Durey, Arthur Honegger, Darius Milhaud et Francis Poulenc) compuso Hommage à Rameau, en 1964 para dos pianos y cuatro percusionistas; en ella trabaja el fraseo del piano de manera que alterna el virtuosismo extremo y las partes más cantabiles, mientras que los instrumentos de percusión sirven para añadir ritmo y color. Estos tres movimientos contrastantes contienen ese toque de sarcasmo y, gracias a la mezcla de tonos, lo arcaico y lo exótico coexisten.
El trabajo de Bruno Maderna (1920-1973) en su Concerto per due pianoforti e strumenti (1948-49) está inscrito en el marco del Festival Internacional de Música Contemporánea de Venecia al que asistió en 1948 y ha sufrido numerosas transformaciones. La versión aquí grabada comienza con una nueva introducción de 29 compases basados en las notas que se derivan del nombre de Bach (A-B bemol-B-C) y, con una duración aproximada de diez minutos, es claro ejemplo de la atracción de este compositor hacia las nuevas sonoridades con influencias bartókianas y una actitud especial hacia las armonías difíciles, más dodecafónicas, lejos ya de su primera etapa con influencias neoclásicas.
El resto de obras son todas ellas grabaciones inéditas y tienen el común denominador de basarse en textos poéticos o en algún tipo de alegoría o alusión a personajes como Frank Zappa o Isadora Duncan y su trágica muerte. Esto ocurre en 3 Miniature de Claudio Scannavini (1959) quien afirma haber realizado un trabajo unitario en estas tres piezas bajo el hilo conductor del contrapunto modal espeso que funciona como nexo entre ellas.
Una obra de trasfondo filosófico donde se expone la relación del mismo proceso lógico existente entre música y filosofía está detrás de la composición de Le ombre delle idee I y II [tratado de Giordano Bruno de 1582, De umbris idearum]; Pagotto (1966) y Guido Facchin utilizan siempre una parábola construida sobre figuras rítmico-melódicas para expresar una idea musical y su articulación se construye como el contrapunto, pero ahora los elementos de desarrollo son las estructuras rítmicas y polirrítmicas, interpretadas de una manera rigurosísima. Francesco Schweizer (1965) traslada dentro de su música las imágenes del poema homónimo de William Butler Yeats, Sailing to Byzantium (2004), y al igual que el poema está estructurada en cuatro partes.
Bajo la premisa de ser el mejor trabajo interpretativo para marimba, en todas las versiones, con orquesta, con ensemble de percusión y con piano acompañante, Ney Rosauro (1952) escribe su Concierto para marimba y percusión ensemble (1989), pensado en un primer momento para marimba y orquesta de cuerda. La interpretación aquí grabada cuenta con algunas inusuales figuras rítmicas y melódicas tomadas de las músicas brasileñas y de jazz, y la marimba tiene un papel temático, con partes a solo sin ningún tipo de acompañamiento.
El segundo cd presenta la famosa y divertida obra de Leroy Anderson (1908-1975), The Typewriter, escrita en 1950 para máquina de escribir y orquesta. Aquí se interpreta con una vieja máquina Triumph (modelo de mediados del siglo XX de origen alemán), proporcionando un excelente empaste y una textura delgadísima entre el xilófono y las cuatro marimbas, junto a la máquina de escribir.
Este primer corte más festivo da paso a piezas en una línea más vinculada con las experiencias vitales y místicas. Así ocurre en el Concierto para vibráfono y percusión ensemble (1996) de Ney Rosauro (1952); dos obras de Guido Facchin, Wu Shih (Nada especial), Suite para arpa y percusión (2011) y Gloria e Morte para mezzo-soprano y percusión ensemble sobre letras de canciones de Mario Luzi (1987). Un viaje existencial que va desde la música tradicional del Brasil nororiental, mezclando los modos típicos, Lidio y el Mixolidio, la nana brasileña Tutú Marambá, el sonido de las gaviotas, hasta los mantras, y las palabras vistas como la forma de expresión más musical y dramática que desentrañan las profundidades de la vida y la historia.
Y finalmente, reseñar dos piezas más, un trabajo brillante para quinteto de percusión, Gainsborough, de Thomas Gauger, una de las más populares piezas, con clara influencia del jazz, escritas para esta agrupación (1965). Riccardo Riccardi escribe a finales de diciembre de 2007 L’ago della bilancia con la idea de jugar con timbres diferentes (arpa y percusión), de manera que los instrumentos serían inexorablemente vinculados. El compositor intenta que el arpa haga toques característico de los percusionistas y, éstos, el lirismo que normalmente se les excluye.
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