Teatro Real, una programación insustancial
Todo es discutible, pero hay que intentar no hacer trampas en la discusión. Madrid es una capital que ha vivido sin ópera casi todo el siglo XX.

Gerard Mortier y Miguel Muñiz en la presentación de la Temporada 2011/12 del Teatro Real. © Javier del Real. Cortesía T. Real
Cuando se abrió el nuevo Teatro Real (1997), las expectativas eran muy grandes, quizá excesivas. Se optó por un modelo de temporada corta (diez títulos por curso) y ninguna rotación de repertorio. Puede que no hubiera otra opción, el resto de teatros de ópera españoles han hecho lo mismo y, salvo Barcelona, con menos títulos. Esa decisión pesa mucho sobre la consideración del repertorio apropiado. Había mucho que recuperar y otro tanto que experimentar, había que crear un público, educarlo y crecer con él. Y todo ello con cambios constantes en la dirección (cuatro equipos en 14 años de historia).
Con estos antecedentes, cada temporada es un jeroglífico de compleja resolución: ¿cuánta tradición, cuanta innovación? Pese a todo, los resultados no son malos, el siglo XX no ha estado ausente, se ha revisado casi todo Janácek, todo Berg, Britten y Henze han hecho su aparición, en fin… no vamos a alargarnos.
La llegada de Gerard Mortier significó una paradójica apuesta: se hablaba de renovación, pero no se decía sobre qué, se hablaba de internacionalización del Real, pero tampoco respecto a qué. El año pasado, Mortier tenía una buena excusa, aún tenía herencias del equipo anterior. Bien, ya no hay tales excusas, esto es lo que hay. La temporada 2011-12, presentada ayer, 15 de marzo, ha dejado con la boca abierta a más de uno, pero por la insustancialidad y el falso riesgo.
Mortier, de entrada, ha decidido amputar al Teatro Real del núcleo de repertorio tradicional, nada de Verdi, Puccini, Wagner, Bellini, Donizetti, Rossini, etc. Y nada significa eso, nada. Durísima dieta para un público mucho menos harto de ópera tradicional de lo que se piensa. Un espectador del Teatro Real, por ejemplo, ha visto una vez La Traviata (Verdi) y tres veces Elektra (Strauss). No seré yo quien defienda los gustos tradicionales del público, pero tanta disciplina es excesiva y los excesos se terminarán pagando; y seguramente el postmortier será una vuelta al conservadurismo operístico que él no verá pero nosotros sí.
¿Riesgo?
La mañana del día 15, la misma de la presentación de la temporada, la radio despertador incrustaba un breve cultural entre las inevitables catástrofes de actualidad: “La nueva temporada del Real va a ser la del riesgo”. ¿Riesgo?, vaya despertar. Luego llega la confirmación: de los diez títulos, los cuatro fuertes son Elektra (Strauss), Pelléas et Mélisande (Debussy), Lady Macbeth de Mtsensk (Shostakovich) y La Clemenza di Tito (Mozart). Ninguno es novedad en la corta historia del teatro y, como ya he dicho, Elektra ya ha tenido dos versiones. No es un impedimento absoluto, desde luego, pero si tenemos que hablar de óperas manidas, no parece que sean las de Verdi o Puccini. En fin, de momento, más que riesgo, revisión, y todo ello sin hablar de las versiones, lo que dejo para otras plumas.
Vayamos a otro apartado de la programación: ópera antigua. Mortier ha encargado a su amigo Philippe Boesmans una orquestación de La Incoronazione di Poppea, cuyo original monteverdiano ha llegado hasta nuestros días sometido a hipótesis instrumentales serias. No es una mala idea, pero tampoco es genial y seguro que hay otros compositores por el mundo que darían juego sin necesidad de recurrir al huerto belga, por no hablar de españoles cuyo aroma debe de resultarle demasiado fuerte a nuestro “internacional” director artístico.
Romanticismo descafeinado
¿Y el siglo XIX? Bueno, bueno, no lo vayamos a manchar con óperas demasiado transitadas; corramos riesgos. Resulta que el maestro Riccardo Muti se ha empeñado en rescatar una ópera bufa olvidada en algún cajón español, en donde fue compuesta, de Saverio Mercadante, I due Figaro. ¡Qué maravilla! ¡Un bolero, unas danzas españolas, tema español! Ya tenemos a España en la temporada. Queda por ver si esta revisión chusca de la saga de Fígaro tiene más nivel que el de las óperas de Arrieta. Y se acabó el siglo XIX, o casi, ya que lolanta, una ópera corta de Chaikovski, la última que compuso, es también de la última década del siglo que se pretende olvidar. Y como eso de las óperas cortas resulta siempre complicado, hay que buscarle compañero. Y la voluntad de riesgo de nuestro director artístico no conoce límites: Persephone, de Stravinsky. Lástima que no sea una ópera, se trata de un melodrama compuesto sobre textos de Gide, encargo de Ida Rubinstein que actuaba como recitadora.
En esos años (los treinta), Stravinsky practicaba una curiosa forma de vanguardia, aburría a la gente con un neoclasicismo de estampa helenística, su música siempre será buena, pero hace falta entereza para entresacarla de su proyecto hierático. Quizá podrían haber pescado en otro caladero, ¿por qué no, Mavra, una deliciosa operita corta que Stravinsky dedicó a Chaikovski y no se pone nunca? En fin, aún queda algo con aroma al siglo XIX, ¿o es al del XX?: Cyrano de Bergerac, de Franco Alfano, que la estrenó en 1936 pero que debió de quedar impregnada en su imaginación en el periodo prenatal. La historia del narizotas viene cantada por Plácido Domingo, o sea, que se trata de la cuota al tenor que el Real paga anualmente. Como la visita del bueno de Domingo es casi la única alegría que le queda al aficionado de “siempre”, demos por buena la concesión.
Un siglo XXI delirante
Y, al fin, llegamos al riesgo, riesgo. ¡Ópera de nuestros días! Dos títulos sobre diez es una buena proporción (un 20%). ¿Qué nos trae el mago? ¿Algo español? Un poquito, pero no nos emocionemos: una visión de García Lorca puesta en música por el compositor argentino Osvaldo Golijov. ¡Bravo! ¡El bluf del siglo XXI también pesca en el Real! Golijov ha protagonizado una carta blanca (algo amarillenta) con la Orquesta Nacional de España, que también ha picado, aunque tenga en su descargo un marco de referencia dedicado al cine; y es que Golijov, defendido con rara habilidad por un renovado marketing estadounidense, ha compuesto para películas de Coppola, y como aquí somos tontos, a tragar. Su visión de Lorca nos llega a través de un libreto de David Henry Hwang que el propio músico ha traducido, todo un detalle que posiblemente no nos haga olvidar que ésta va a ser una visión “guiri” de nuestra España querida; así que luego, a celebrarlo al Arco de Cuchilleros.
¿Y el encargo? Algo más moderno todavía y con mayor “riesgo”: La vida y la muerte de Marina Abramovic, una artista performer ampliamente conocida, amiga de Mortier, que siempre es un detalle, que cuenta con la “música” de Antony”, líder del grupo Antony and the Johnsons, y colaborador de celebridades como Bjork, Riccardo Tischi de Givenchy, Lou Reed, Yoko Ono y Laurie Anderson, septuagenarios dorados del mundo del rock “chic” y que, a no dudarlo, contribuirán a que el Teatro Real se ponga a tope de jóvenes. Además, se cuenta con el actor Willem Dafoe (el psicopatilla de Platoon y malvado del primer Spiderman). ¡Cuando se piensa que este teatro protagonizó una crisis política porque Cambreleng se negó a que se le impusiera el estreno de una “ópera” de José María Cano!
Intérpretes
Naturalmente, todo esto tiene alicientes. Elektra cuenta con dirección musical de Semyon Bychkov y con escenografía del pintor alemán Anselm Kiefer, uno de los héroes de la pintura de los ochenta. El celebrado director escénico Robert (Bob) Wilson, se hace cargo de dos montajes, el Pelléas y la “folie” de Antony sobre Marina Abramovic, con lo que ésta quedará muy neoyorkina. Peter Sellars, otro “enfant prodige” algo venido a menos, montará el doble programa Chaikovski/Stravinsky. El previsible I due Figaro, además de la dirección de Muti, tiene puesta en escena de Emilio Sagi, con lo que el morbo crece. El Cyrano que canta Domingo tiene a Pedro Halffter en la batuta. En cuanto a Sylvain Cambreling, uno de los directores protegidos de Mortier, se hará cargo de Pelléas y la reinstrumentada Poppea, esta última será tocada, además, por el Klangforum Wien, grupo especializado en contemporánea, todo un mestizaje de ámbitos históricos que, sin duda, quedará muy moderno.
¿Y entonces?
El resumen final es agridulce. Si la temporada del Real se articulara de otro modo, con más espacio, más ramificaciones, más ámbitos para experimentar y un hueco no exagerado pero sí sensato dedicado a la sensibilidad de siempre, todos y cada uno de los espectáculos propuestos tienen interés. Pero colocados en bloque en una temporada corta de títulos y simétrica, como manifiesto, y dejando en el camino todo el repertorio tradicional, cualquier posibilidad de avanzar en alguna producción española (y no españolizante), intentando vender modernidad, riesgo, alambicados cruces de ideas culturales, en fin…, se queda sin defensas. El riesgo es falso, la revolución es de “budoir”, las novedades o están ya tanto o más vistas que Verdi o tienen trampa, la mirada española es la que más fatiga a cualquier español de las últimas tres décadas. Hay, desde luego, buenos detalles, pero los estamos pagando con todo el dinero de que disponemos para realizar una política cultural desde el ámbito público; y mucho me temo que la resaca de tanta tontería vaya a ser tan intensa como la embriaguez de este licor tan decadentemente moderno.
- El regreso del hijo pródigo de Carles Baguer en opinión
- Bel canto de alto voltaje en el Liceu en opinión
- Esplendor en la apertura del Festival de Música de Canarias en opinión
- Danza contemporánea: rupturas y costuras en opinión
- La música antigua vuelve a latir en los Pirineos con ... en festivales
- Javier Perianes celebra el Día de la Música con los ... en música clásica
- Pablo González dirige a la Orquesta Sinfónica Freixenet en el ... en música clásica
- Entrevista a Ruth González y Ricardo Campelo Parabavides, directores artísticos de Ópera ... en entrevistas
dejar un comentario
Puedes escribir un comentario rellenando tu nombre y email.
Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>
comentarios
No hay ningún comentario aún, ¡Sé el primero en comentar!