¿Qué pasa con los concursos de composición?
En apenas unos pocos días un vendaval se ha levantado en torno a incidencias (reales o infundadas) relativas a concursos de composición.
El concurso Auditorio Nacional / Fundación BBVA ha sido polémica a través de dos cartas a la directora de este medio; y, asimismo, enviadas y publicadas a otros medios y foros de Internet.
Una de las cartas denuncia alguna irregularidad de procedimiento que no vamos a valorar aquí. La otra carta ataca a un compositor que es finalista del citado concurso y al que se denuncia por otro concurso anterior a propósito de que su obra, ganadora, no sería (según la denuncia) inédita.
No es todo. El ya veterano concurso de jóvenes compositores Fundación Autor / CDMC ha visto cómo se retiraba una de las obras seleccionadas para la fase final, que se celebrará el 30 de noviembre, con un escueto comunicado del que parece traslucirse algún incidente parecido (ver noticia).
¿Qué pasa? Quizá, como nos comentaba un veterano compositor, nada que no haya sucedido a menudo en el pasado. Una obra que debe ser inédita y que quizá no lo es, como sospechan algunos; una sombra de sospecha sobre lo que debería ser rigurosidad de procedimientos en el protocolo de selección.
Pero lo que parece novedoso es un estado de irritación y denuncia. No es que sea malo; es posible que los denunciantes tengan buenas razones; y tampoco es malo callarse, al contrario. Pero siempre hay una delgada línea entre la sospecha justificada de algo raro y la denuncia dañina que puede herir en lo más hondo al compositor (generalmente joven) que se vea en el punto de mira de una suerte de inquisición.
Y, como es ya sabido, la prodigalidad cuando no promiscuidad de Internet y su enorme capacidad de ampliar el debate puede haber hecho el resto. Si esto es así, este estado de sensibilización ha llegado para quedarse y deberemos acostumbrarnos a él con la mayor sensatez posible. Denunciar es bueno si se tienen razones y se da la cara. Y es malo si se hace desde la opacidad, a veces obscena, de un anonimato y no se siente comprometido a justificar lo dicho.
Los lectores tienen la palabra.
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Estoy de acuerdo con casi todo lo que se dice en ese artículo. Pero creo que no se puede denunciar "la opacidad, a veces obscena, de un anonimato" con un artículo que no lleva firma…. Hay que predicar con el ejemplo
Interesante artículo que efectivamente nos cuenta algo que no es nuevo ni en este pais ni fuera de el. En cuanto a las apreciaciones sobre lo éticamente cuestionables que pueden ser las denuncias anónimas me gustaría apuntar algo. Es cierto que puedan pecar de falta de elegancia pero si hacemos memoria habría que recordar lo positivo que pueden tener. Por ejemplo: como sabrán, el esfalco del Palau de la Música podría haber salido a la luz ya en 2002 si Hacienda hubiese hecho caso de una denuncia anonima que recibió por fax (la noticia se cuenta en detalle en el siguiente enlace de EL PAIS:
http://www.elpais.com/articulo/espana/Hacienda/ignoro/2002/denuncia/detallada/expolio/Palau/elpeputec/20091009elpepunac_26/Tes
Razones más que evidentes tendría el autor de ese fax para enviarlo anonimamente al igual que los autores de las denuncias que aquí nos ocupan. Lo sangrante del asunto es que en el caso Millet Hacienda no hizo caso de la denuncia precisamente por ser anonima… Así que me pregunto si los organizadores de los concursos denunciados van a cometer el mismo error y dejar que estas corruptelas sigan creciendo hasta que un día exploten como el caso del Palau
Las denuncias anónimas pueden resultar de utilidad, y más en un caso de desfalco gigantesco como el caso del Palau. Dada la posición de autoridad que ocupaban Millet y secuaces, el anonimato está más que justificado. Pero en el caso de la Fundación Ferrer Salat y Eneko Vadillo, ¿qué pinta una denuncia anónima varios años después? ¿No hubiera sido el momento de denunciar el caso en el momento en el que tuvo lugar? ¿O es que el denunciante se ha dado cuenta de la irregularidad con efecto retardado? Y es que aunque la carta "En defensa se la Fundación Ferrer Salat" lleva la firma de Valentín Sánchez, el asunto huele a apaño de una tercera persona que no revela su verdadera identidad. Por otra parte, bajo el anonimato se dan salida de la forma más brutal posible ideas y sentimientos (el caso del foro de mundoclasico), que entorpecen un verdadero debate sobre la situación de la música en España.