Jordi Gaspar, los standards
So Tender: Jordi Gaspar. Jordi Gaspar, guitarra baja acústica. Edita: Temps Record, Barcelona, 2022

Sábado tarde, acabo de llegar a casa de una sesión de cuentacuentos. Decía ella, la cuentacuentos, que lo me más le gustaba era en invierno, la manta y una sopa caliente.
En mi caso, lo que más me gusta en invierno es quedarme en casa y escuchar música…y si es como la que hace Jordi Gaspar, solo o en trío, la felicidad es superlativa, por suerte la hay en muchos estilos, desde el folk al jazz y desde el pop al rock.
En la reseña anterior sobre el álbum Reinici los temas eran composiciones propias del trío maravillosamente compuestas e interpretadas. Toca ahora una ración de standards de jazz y ya espero poder escuchar pronto un disco con sus improvisaciones
De entrada, que tres personalidades del jazz en Cataluña y España presenten tu disco “no es cosa menor” que decía aquel. Iñaki Salvador, Lluís Cabrera y Marc Mezquida tienen bellas palabras para este gran músico que es Jordi Gaspar por el tratamiento que hace del gran repertorio del jazz. Suscribo hasta las comas.
Los temas son el «qué es qué» del jazz y de la música popular y sus grandes luminarias como Keith Jarrett (So Tender) Bill Evans (Turn out the Stars, Time Remembered y Very Early) Osvaldo Farres (Son tres palabras) Duke Ellington (I Got it Bad And That Ain´t Good) Michel Legrand (You Must Believe in Spring) Thelonius Monk (Bye Ya), Roberto Cantoral (El Reloj).

¿Y todo esto con el bajo? Bueno, no es ni contrabajo ni bajo eléctrico al uso… Es guitarra acústica baja de cinco cuerdas por lo que el sonido llega facilmente a agudos cercanos a la guitarra. Los patrones rítmico, melódico y tímbrico se ven ampliados por las cinco cuerdas, la madera de la guitarra y el tipo metal de las cuerdas, bronce.
El ambiente de intimidad de algunos temas sale ganando y cuando se necesita un potente groove también lo tienes a mano, nunca mejor dicho. La posibilidad del trabajo sobre acordes esta más ampliado que con las cuatro cuerdas.
Todo son ventajas, sobre todo si el tañedor es Jordi Gaspar.
Una gozada de escucha otoñal y de comienzos del invierno, disco muy recomendable. Como la distribución de los discos de estos nichos de mercado puede ser complicada recomiendo anotar esta dirección web jordigaspar.com
Muchas de las dudas que se pueden suscitar en el lector se resuelven en la siguiente entrevista que pude hacerle en mi estancia en Barcelona el pasado Noviembre.
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Entrevista en el barrio de Gracia, Barcelona

Jordi Gaspar es bajista, compositor y educador. Sus instrumentos son el bajo eléctrico, el bajo acústico y el contrabajo. Ha tenido y tiene un papel destacado como instrumentista, y es profesor referente en sus instrumentos. Ha sido director pedagógico en la Escuela Superior de Estudios Musicales del Taller de Músics.
Ha compartido escena con músicos como Tete Montoliu, Lluis Vidal, John Abercrombie, Bob Moses, Mulgrew Miller, Dave Liebman, Jordi Bonell, Jordi Farrés, Iñaki Salvador, Dave Schnitter, Victor de Diego, Santi de la Rubia, Billy Hart, Jorge Rossy, Jeff Ballard, David Xirgu, Martirio, Miguel Poveda, La Tremendita, Chicuelo, Montse Cortés. Actualmente en el proyecto “Oleándole” y produciendo “Wayne Shorter Goes to Flamenco”, ha acompañado a artistas como Joan Manuel Serrat, Rumba 3 y María del MarBonet.
¿Cómo llegaste al jazz? ¿Fue este estilo musical tu primera opción?
No, empecé con el rock y enseguida pasé al rock sinfónico. Génesis, King Crimson. Teníamos un local alquilado e íbamos todas las tardes a repasar el repertorio, una y otra vez. En bucle. Me gustaba mucho el guitarrista de Yes, Steve Howe.
A los 16 años me fui de gira con Rumba Tres. Volví a casa con ocho mil pesetas de la época, llamé a un amigo y le dije: acompáñame a comprar unos discos… fuimos a la calle Tallers y me compré los discos de cabecera: Joe Pass, Weather Report, Wes Montgomery…Crosby, Stills. Nash and Young que fue un éxito en mi casa, lo escuchábamos continuamente.
En aquella época me interesaban la guitarra y el bajo, y Joe Pass tocando blues era perfecto para ello. Tocaba con el disco y era un subidón. El blues era en lo que estaba realmente entonces, John Mayall, Dr. John, de New Orleans.
Iba al Aula de Música Moderna de Enric Herrera. Mi hermana trabajaba y no quería que siguiera por esos derroteros (ser músico). Pensaban en casa que yo tenía que ser “ministro” o algo así. Mi padre me pagaba en secreto “el Aula” a cambio de ir aprobando Químicas. Me fui a la mili, catorce meses. Después volví al Aula pero allí no ayudaban mucho, así que me cambié al Taller es donde estaban pasando cosas
Quería irme de casa, en el Aula estaba con los hermanos Rossy y América era la meta. Tenía novia y buscábamos lo que fuera para salir de casa. Estudiábamos Químicas, pero aprobamos las oposiciones de Telefónica y nos fuimos a vivir a Girona. Daban espacio para hacer las cosas a mi manera. Entonces era Jazz o ganarse la vida.
Sean Leavitt en el Taller siempre me decía: Hey man. ¡Qué haces en Telefónica! Hacía media jornada, llegaba a las doce al Taller. Lo decía sinceramente, con cariño. Estuve actuando con Lluis Vidal, después con Serrat, María del Mar Bonet con Javier Más, Feliú Gasull y Dimitri Psonis, griego, que ahora está con Jordi Savall y estuvo también con Eliseo Parra.
Colaboraba en TV3 y con Renato Carosone, que era muy famoso por sus canciones melódicas, tan divertidas. En un ensayo sacó unos temas de jazz y nos dijo que era lo que le gustaba.
A los cuarenta y cinco dejé la Telefónica con una de las primeras jubilaciones masivas, ya hace veinte años.
¿Por qué la guitarra baja acústica?
Empecé con la guitarra, a los doce años tocábamos temas de Elvis y yo era el que podía replicar lo que hacía el bajo. A partir de ahí fui bajista. Pero seguí tocando la guitarra.
Apareció el bajo de cinco cuerdas. En Londres compré uno sin trastes (Status 5str) que ya era más melódico. Me metí con el bajo a tope, pasé mi época “Pastorius” haciendo escalas rápidas y semicorcheas. Llegó un momento que me cansé de copiar a Pastorius. Paralelamente en la Telefónica me iba muy bien con el mundo informático. Pero dije: basta. ¿Qué quiero hacer? Pues me decidí por la música y salí de Telefónica. Si estás en la música es porque tienes algo que contar así que vamos a por ello.
En un bolo con Mª del Mar Bonet y Miguel Poveda en Nueva York vi un Tacoma de cinco cuerdas. Era diferente, puse la cuerda aguda y todo era otro mundo de sonido.
Hice un disco de bajo solo y se abrió una gran puerta, pero los contratos no llegaban.
Vi que en la clásica había chelistas que hacían conciertos solos, empecé a aprender las suites de Bach y seguía con las impros. Grababa las impros para conocerme a mí mismo, todo pasaba por algo, en los dos momentos “soy yo”: cuando lo hice y cuando lo escucho.
¿Prefieres un repertorio “clásico” en el jazz o propio?
Esa es la pregunta del millón. Tocaba standards, sobre todo los de Joe Pass. Pero el mundo de la composición me atraía. Desde la pandemia comencé a hacer bolos de solo. Tocaba temas propios y standards. El problema aparecía al meter algún propio en el repertorio de standards o viceversa: el discurso se (me) rompía, era muy difícil estar entregando el alma en mis composiciones y de repente tocar un blues. Aunque el standard fuera The Peacocks (super inspirado y climático) desmontaba “mi película”.
Hice un disco con standards, la idea era aprender a tocarlos como si fueran propios. Dedicaba cada tema a una motivación personal y sentimental (como tienen mis composiciones). Fue muy satisfactorio pero no conseguí “vender” conciertos. Nadie te compra un concierto de bajo solo. Era muy complicado.
Comencé a tocar en trío y en un ensayo llevé los standards. Me dijeron: si tienes temas propios mejor los tuyos. Y ahí llegó “Reinici”. Más adelante tuve una experiencia con yagé -ayahuasca- y sentí que tenía que influir en mi entorno positivamente. Puse la escucha en lo que soy y bueno, hay impros, composiciones y hay standards. El planteamiento vital a partir de ahí es convivir con esas dos banderas.
Así que pongo la grabadora en marcha, pruebo unas impros y lo mismo me he pasado a un standard… round midnight por ejemplo. O pruebo un standard y sin darme cuenta estoy haciendo una impro atonal. Pues a por ello, lo que sea pero muy en serio en cualquier caso.
Ya tengo una masa crítica de temas propios y “mis” standards para un disco. Guitarra bajo sola, pero lo he parado a ver qué pasa con otros compañeros de banda.
¿Escena musical en Cataluña? ¿Hay avances?
A finales de los ochenta éramos “tres” al bajo. Mario Rossy se fue a Nueva York y me dejo su contrabajo, ahí empecé a tocarlo. Había jazz antiguo y jazz actual; estaban los mayores, que estaban ocupando la escena; y los recién llegados: saxos de Valencia, Bonell, Víctor de Diego, los de mi generación. Solían decir de nosotros que “suenan todos igual”, un famoso periodista dijo que éramos “los mismos perros y con los mismos collares”. En fin.
Nos metimos a tope con la formación musical y aprendimos a “hacer músicos”. También en esa época basamos la formación en el jazz y perdieron peso otras propuestas (qué lástima).
El panorama educativo ha evolucionado mucho, establecimos acuerdos con las escuelas europeas. Los profesores llevan mucho tiempo compaginando experiencia docente y performativa. Con las escuelas de jazz tenemos músicos que, con veinte años, ya tienen una formación del carajo y van sobrados siendo muy jóvenes aún.
Pero se ha establecido conexiones entre generaciones. Se trata de una “mentoría” también personal. Les recomendamos salir a las escuelas europeas a especializarse.
Los estudiantes tocan muy bien, tienen muchas referencias y asesoramiento… en un disco recomiendas por ejemplo a Tom Harrell pero no al saxofonista que le acompaña. Hay un “caldo de cultivo” que es muy especializado y preciso y eso ya lo disfrutan los más jóvenes. No van a ciegas como pasaba en mi generación.
Después, muchos prefieren hacer Messengers mientras otros quieren encontrar su propia voz y serán grandes artistas.
Problema: vamos por la vía de tocar gratis. Esto solo funcionará si todos hacemos muy bien nuestra tarea.
La última ¿Proyectos futuros?
Cada vez me siento mejor con la composición. Nuevas composiciones para mis proyectos (el trío, Oleándole, Ombra de Lua), seguir improvisando siempre, más proyectos de standards, avanzar en el flamenco con mi instrumento… Con Oleándole hicimos un disco Wayne Shorter goes Flamenco con el que hago varios bolos al mes. El flamenco es muy emotivo, hay “duende”, hay magia. Puedes hacer free incluso.
Con la edad es complicado ponerse a estudiar algo nuevo. ¿Clásica? Da mucho respeto.
Hay una discusión respecto al sonido, se dice que en la formación clásica se tiende a buscar un sonido que es el correcto y que tiene detrás toda la tradición europea, en cambio en la formación jazzística se propone encontrar el propio sonido, que es diferente del de los demás.
En el jazz cada músico decide “el sonido” y eso es lo que prefiero hacer.
Miramos el reloj y habíamos estado una hora hablando. La vida personal nos reclamaba.
Gracias Jordi.
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