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Fotografías Miguel Lorenzo/Mikel Ponce

Este fue el punto de partida para el libreto de Giuseppe Bardari en María Stuarda de Donizetti, supuestamente una entre más de 50 óperas escritas sobre ambos personajes, compuesta en apenas dos semanas. Supone ésta la segunda entrega de la trilogía Tudor de Donizetti producida por Les Arts en colaboración con los teatros de ópera de Ámsterdam y Nápoles con dirección de escena de Jetske Mijnssen y musical de Maurizio Benini. La temporada 24/25 cerrará el tríptico de las “tres reinas de Donizetti” con el estreno de Roberto Devereux.

Tras el éxito el pasado año en Anna Bolena, el consumado maestro del belcanto Mauricio Benini volvió a elevar su batuta desde el foso para conducir a músicos y cantantes durante aproximadamente dos horas y cuarto a través de la intensa trama. Con oficio y arte dibujó con claridad las bellas líneas melódicas sobre los siempre eficaces ritmos y la orquestación que Donizetti pone al servicio de las voces. La directora de escena Jetske Mijnssen centró nuevamente su trabajo en la acción, depositando en los personajes todo el peso dramático, envueltos en ambientes austeros y sombríos tal como ya lo hiciera en Anna Bolena.

Eleonora Buratto conquistó al público con envidiable maestría e interpretó el exigente papel principal con una voz equilibrada y potente. Silvia Tro Santafé (Isabel I) se enfundó el de la rival, segura en el registro agudo con bonito timbre y rica en matices. Junto a la correcta ejecución de Ismael Jordi (Leicester), el bajo alicantino Manuel Fuentes destacó como Talbot con carisma a la vez que expresiva voz. El público valenciano ya lo conocía por su debut en La Bohème, al igual que al barítono Carles Pachon por su Dandini en La Cenerentola. Aquí encarnó con convicción a Lord Guglieimo Cecil; completó este reparto eminentemente español Laura Orueta (Anna Kennedy), ex alumna del Centro de perfeccionamiento. El Coro de la Generalitat volvió a brillar con luz propia en sus diversas apariciones, dando muestras de su amplia paleta de colores desde el más delicado pianissimo al más enérgico fortissimo.

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