Vuelta a las grandes producciones
Orquestra de la Comunitat Valenciana/Coro de la Generalitat. Director: James Gaffigan. Palau de les Arts
El director estadounidense y titular de la OCV, James Gaffigan, regresó a Valencia para dirigir Tristán e Isolda con un montaje de Àlex Ollé. Tras la cancelación en 2021 debido a la pandemia, el retorno de la música wagneriana a Les Arts fue anunciado con bombo y platillo.

Fotografía: Miguel Lorenzo-Mikel Ponce
Precedido de no menos elogios, venía desde Lyon el montaje del director catalán de La Fura dels Baus con una apuesta minimalista y exenta de elementos superfluos, presidida por una esfera gigante de cinco toneladas, convertida en el primer acto en una gran luna, en el segundo en el castillo del rey Marke y en el tercero en una losa, representando al moribundo Tristán. Ciertamente, la esfera y todo lo que sucedió en o alrededor de la misma en ningún momento cobró un protagonismo que, en esta producción, se pretendía que recayera sobre los cantantes. Sin embargo, la belleza plástica y el logro técnico-artístico de suspender la escena en el aire, permaneció en un plano muy abstracto, evocando imágenes muy distintas a las pretendidas como, por ejemplo, la de una calabaza de Halloween o la de un siniestro ovni varado en una playa.
Gaffigan dirigió a “su” espléndida orquesta con nervio y la para él característica energía gestual. Con una abultada plantilla y momentos de lucimiento en todas las secciones orquestales, la OCV puso una vez más de relieve la calidad de sus miembros, tanto individual como colectivamente.
Afirma Gaffigan en una entrevista que para él, el concepto de maestro se está acabando. Decirle a un cantante en qué tempo o cómo ha de cantar le parece “lo más ridículo del mundo”, ya que cada uno es distinto, “y ellos mismos saben mejor que nadie lo que tienen que hacer”. Su “regla de oro” para una dirección adecuada de las voces se tradujo en “saber cuándo ayudarles y cuándo dejarles solos”. Y en Les Arts funcionó el concepto, aunque con resultados desiguales que poco o nada tuvieron que ver con la dirección en sí:
El “Heldentenor” estadounidense Stephen Gould encabezaba un reparto escogido para la ocasión. Su poderosa voz con cualidad baritonales se impuso en el registro agudo, clara y afinada, pero perdió firmeza en el medio-grave y pasajes sottovoce. Ricarda Merbeth deslumbró en Bayreuth como Isolda, lo cual la situó de la noche a la mañana entre las voces de referencia del repertorio wagneriano.
En Les Arts demostró por qué, gracias a su homogeneidad y belleza tímbrica en todo el registro, por no hablar de su excelente comportamiento escénico. Lo mismo cabría decir de la mezzo alemana Claudia Mahnke (Brangäne) y del bajo estonio Ain Anger (rey Marke), ambos buenos conocedores de la música del compositor alemán. Entre aquellas voces que completaron el elenco cabría destacar la de Kostas Smoriginas en el papel de Kurwenal, completando así una velada marcada por la vuelta al coliseo de las grandes producciones.
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