La imagen sonora de las estaciones del año en la composición musical a través de diferentes épocas históricas
Por Mª Soledad Cabrelles Sagredo. Doctora en Filosofía y CC. Educación. Titulada en Música
Los sonidos influyen en el ser humano y determinan características concretas en cada individuo o grupo social dependiendo de la ubicación geográfica, variables meteorológicas o fenológicas.

Las cuatro estaciones. Giuseppe Arcimboldo
Dichas características se desarrollan desde el vientre materno y evolucionan a lo largo de la vida al igual que lo hacen otros aspectos pertenecientes al ámbito familiar y cultural, generando recuerdos en la memoria auditiva que potencian la capacidad sensorial en nuestra relación con el medio ambiente. La imagen sonora de las estaciones del año, como períodos de tiempo que se manifiestan en nuestro planeta de manera cíclica e invertida entre un hemisferio y otro, ha sido tema elegido por diversos compositores para trasladarlo musicalmente a sus partituras a fin de evocar ambientes sonoros de entornos naturales con instrumentos orquestales.
Introducción
El oído tiene especial importancia en la vida del ser humano ya que está ligado a ritmos biológicos y neurovegetativos fundamentales. Las sensaciones auditivas y los mensajes conceptuales recibidos a través del oído aportan y completan sustantivas mejoras en la percepción de determinados sonidos que constituyen elementos sonoros simbólicos y provocan emociones o sentimientos que van más allá de sus propias características físicas.
La ecología acústica, junto con la ecología social y biológica, incrementa el conocimiento sobre el tipo de relaciones establecidas con nuestro entorno.
Los sonidos de la naturaleza, formados por el conjunto de sonidos de un determinado medio, transmiten valiosa información sobre el lugar, hora del día, ciclos de vegetación o estación del año que ayudan a definir las condiciones de tiempo y espacio.
Los sonidos nos envuelven, se instalan en el medio ambiente y crean una segunda naturaleza cuya característica principal consiste en propiciar una atmósfera que podemos habitar y escuchar. El lugar donde se emiten los sonidos complementa la percepción del espacio, ya que el medio donde se difunden influye poderosamente para formar un todo sonoro que contribuye a clarificar las relaciones existentes entre sonido y espacio.
El componente espacial, identificado con el reposo, es más terráqueo, más estático y contrasta con el componente sonoro identificado con el movimiento y el ininterrumpido fluir de las ondas acústicas que condicionan el hábitat donde se aposenta el ser humano a modo de revestimiento sonoro igual que el mobiliario acompaña al habitante. Ambos aspectos, sonido y espacio, son capaces de propiciar nuestro ambiente y nuestra atmósfera dando forma a lo que nos envuelve.
La energía acústica es procesada a través del sistema auditivo que es el encargado de enviar señales neuronales al cerebro para oír y posteriormente escuchar. Este proceso involucra niveles cognitivos superiores donde se extrae la información útil y se interpreta su significado. La mayor parte del tiempo, procesamos la información acústica en un plano de fondo sin concentrar la atención, lo que constituye una base persistente de información sonora a nivel inconsciente llamada audición de fondo que lleva aparejada un proceso cognitivo complejo para la detección de rasgos y reconocimiento de patrones ambientales. En cambio, la audición de primer plano implica la atención analítica de detalles a corto plazo. Estas dos estrategias están relacionadas con la actividad de los dos hemisferios cerebrales y condicionadas por el contexto de audición, formación y sensibilidad del oyente para percibir los sonidos.
El cerebro dispone de una sabia ley de compensación sensorial y ante la deficiencia de uno de los sentidos se produce un desarrollo adicional de los otros cuatro. Así, en la noche, la oscuridad, la niebla o con los ojos cerrados, el oído se despierta sensiblemente ya que dichas circunstancias potencian la agudeza. La educación del oído es una tarea importante a realizar, ya que incrementará la discriminación auditiva y lograremos un oído receptivo a la riqueza sonora ambiental.
Con frecuencia, la falta de hábito de escucha acaba por transformarse en ausencia total de interés hacia todo lo que suena. Con frecuencia, nos acostumbramos a vivir en entornos con elevada contaminación acústica que llega a considerarse un factor habitual de la vida cotidiana. Según Schopenhauer, la cantidad de ruido que alguien es capaz de soportar sin perturbarse está en relación inversa con la de su capacidad mental. Posteriormente, se han realizado estudios de investigación comprobando que la polución sonora disminuye las capacidades de concentración, memoria, atención y genera múltiples alteraciones (insomnio, irritabilidad o desequilibrios del sistema nervioso) que desgasta la sensibilidad auditiva y obstaculiza la optimización del funcionamiento intelectual.
Debemos diferenciar entre oír y escuchar. Oír es un acto pasivo que recoge todos los sonidos del medio percibidos por el oído y, la mayor parte del tiempo, procesamos información acústica en el mencionado plano de fondo que constituye una base persistente de información sonora inconsciente. En cambio, escuchar es una percepción activa, selectiva y, por tanto, consciente que depende de la voluntad del sujeto y supone la intervención de la atención y otros estímulos de motivación que están involucrados en los procesos cognitivos más complejos.
El aparato auditivo humano puede discernir tonos, timbres, intensidades, cadencias, ritmos, melodías, discriminar ruidos de fondo y seleccionar sonidos relevantes para la supervivencia. Nuestro cerebro es capaz de interpretar un sonido, apreciarlo y vincularlo a una determinada circunstancia o recuerdo concreto, por ello, una adecuada utilización del cerebro es determinante para explorar la variedad acústica.
Los procesos de cambio acelerado hacen que los entornos modifiquen sus formas geológicas o desaparezcan y, por tanto, los sonidos del medio también están sometidos a dicho cambio. El desarrollo de nuevos modos de comunicación (ferrocarril, autopistas o aeropuertos), la industria y la construcción urbanística (deforestación y preparación del terreno) facilitan la desaparición de sonidos correspondientes a anteriores circunstancias históricas que son auténticos elementos testimoniales de una época y, en muchas ocasiones, plantean la aniquilación de una cultura sonora relacionada con el entorno.
Actualmente, tenemos abundancia de estímulos auditivos y reconquistar la complejidad y riqueza de la escucha exige un esfuerzo de concentración considerable. Por este motivo, es importante llevar a cabo limpieza de oídos, es decir, mantener el silencio durante largo tiempo para descansar el oído del exceso de estímulos sonoros o contaminación acústica ya que, mediante ejercicios de limpieza auditiva, las habilidades de escucha pueden ser entrenadas para alcanzar el llamado estado de audición limpia, audición clara o clariaudiencia. Como consecuencia de ello, cuando realizamos paseos sonoros en ámbitos paisajísticos de gran riqueza natural, podremos concentrar mejor nuestra atención para ver con los oídos en lugar de ver con los ojos y percibir los matices sonoros del entorno que nos rodea.
Desde hace varias décadas, el interés por analizar la influencia y significado de los sonidos ha aumentado considerablemente. Carl Gustav Jung (Suiza, 1875-1961), médico, psicólogo, ensayista y fundador de la escuela de los complejos y psicología profunda, en su Teoría sobre los arquetipos o contenidos del inconsciente colectivo, propugna que existen símbolos comunes en diferentes razas y culturas de valor universal. Raymond Murray Schafer (Canadá, 1933-2021) pedagogo musical, escritor y compositor, partiendo de las investigaciones realizadas por Jung y después de investigaciones sobre estos temas, manifestó que existen sonidos con sentidos referenciales, es decir, no son simples rasgos acústicos abstractos sino que poseen simbolismo y significado con valor universal a los que denominó sonidos arquetípicos. Así, comprobó que los sonidos de la naturaleza (agua, brisa marina o canto de aves) son los universalmente preferidos y están asociados a sentimientos de tranquilidad o belleza. En cambio, los sonidos relacionados con campanas (iglesias) o sirenas (puertos, bomberos, ambulancia, policía) adquieren un valor simbólico asociado a sentimientos de seguridad y bienestar.
Desde una perspectiva personal y con la estética compositiva propia de cada época, el compositor recrea la belleza de la naturaleza, imita los sonidos del entorno con los instrumentos de la orquesta y nos introduce en los ambientes de las estaciones contribuyendo a incrementar el legado artístico musical.
Estaciones del año
Hemos seleccionado diversas obras musicales sobre este tema y las comentamos a continuación:
Las cuatro estaciones, Op.8, nº 1-4, de Antonio Vivaldi (Italia, 1678-1741). Conocido como “il prete rosso”, por el color rojizo de su cabello, fue uno de los creadores de la forma concertante y de la moderna escuela violinística. Estos primeros cuatro conciertos para violín y orquesta con violines I y II, violas, violonchelos y contrabajos, órgano o clavicémbalo, estructurados en tres movimientos (un tiempo lento entre dos rápidos), pertenecientes a un total de doce titulados colectivamente Il cimento dell´armonia e dell´invenzione, “La lucha entre la armonía (razón) y la intervención (imaginación)”, cayeron en el olvido pero, finalmente, fueron redescubiertos en 1920. El entorno natural de cada estación está descrito con alusiones onomatopéyicas que imitan los sonidos de la naturaleza.
1 – La Primavera, Op.8, nº. 1, Mi Mayor, Rv. 269.
Allegro. Despertar de la primavera. Canto de pájaros. Murmullo de fuentes. Tormenta y Canto de aves final.
Largo e pianissimo siempre. Susurro de hojas con intervalos musicales cortos que describen ambiente de calma. Ladrido de perros marcado por las violas y melodía de arpegiada para evocar la tarde de primavera.
Allegro. Danza pastoril de profundo espíritu bailable. Ambiente popular alegre. Atmósfera bucólica.
2 – El Verano, Op.8, nº 2, Sol menor, Rv. 315.
Allegro non molto. Calor estival evocado con breves motivos musicales. Cuco. Tórtola. Jilguero. Vientos con escalas ascendentes y descendentes.
Adagio. Moscas con sonidos graves. Moscardones con sonidos muy graves que interrumpen la calma.
Presto. Tormenta estival con melodías vertiginosas. Viento con tormenta y ambiente agitado con figuras rítmicas muy rápidas.
3 – El Otoño, Op.8, nº 3, Fa Mayor, Rv. 293.
Allegro. Baile con melodías campesinas y cambios de tonalidad para describir el ambiente. Fiesta con vino.
Adagio molto. Borrachos dormidos con imagen sonora que nos transporta al descanso después de la fiesta.
Allegro. Caza. Fiera huyendo y progresión melódica de tresillos. Escopetas y perros de caza. Muerte del animal.
4 – El Invierno, Op.8, nº 4, Fa menor, Rv.297.
Allegro non molto. Caída de nieve con acordes disonantes. Tormenta terrible simulada con la progresión armónica de toda la orquesta. Golpear con los pies para combatir el frío. Vientos. Castañeteo de dientes con veloces fusas y semicorcheas en staccato.
Largo. Lluvia con pizzicato de las cuerdas que imitan el sonido del goteo de agua. Cese de lluvia y cadencia final.
Allegro. Caminando sobre hielo con melodía de carácter recitativo. Caídas imprevisibles al suelo con tresillos. Vientos intensos con escalas y arpegios ascendentes y descendentes indicando el final del movimiento y la conclusión de la obra.
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Las Estaciones, de Franz Joseph Haydn (Austria, 1732-1809). Compositor y discípulo de Pórpora. Aunque no fue estrictamente el creador del género sinfónico, se le conoce como el Padre de la Sinfonía por ser quien otorgó al género su estructura fundamental con la que culmina el clasicismo vienés. Esta obra es un extenso oratorio para orquesta, solistas y coro sin representación escénica, estructurada en cuatro partes correspondientes a cada estación.
1 – La Primavera. (nº 1 a 8). Por primera vez, Haydn utiliza el piccolo como imitación del campesino silbando detrás de su arado (nº 4).
2 – El Verano. (nº 9 a 18). Los motivos del oboe evocan el canto del gallo y con breves apariciones sincopadas describe el ambiente estival. Una tormenta comienza con relámpagos imitados por la flauta y acaba con un solo de cuerdas en pianissimo.
3 – El Otoño. (nº 19 a 28). La música describe el acecho de un perro a su presa y el disparo con la caída del ave a la tierra. El coro de la vendimia canta temas animados que conducen a la coda final. Concluye esta estación con el coro y sus potentes ¡Vivas!
4 – El Invierno. (nº 29 a 39). A través de varios recitativos las melodías transmiten el ambiente invernal. El intercambio de texto entre coro y solista evoca el sonido de una rueca. Hadyn cita la admirada Sinfonía 40 de Mozart (nº 38). Dicha estación acaba con la palabra Amén interpretada por el coro como monumental final (nº 39).
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Las Estaciones, Op.37 b, de Peter Illich Chaikovsky (Rusia, 1840-1893). Ajeno a la doctrina nacionalista del Grupo de los Cinco que buscaba rescatar la identidad del folclore, fue uno de los creadores del movimiento musical ruso contemporáneo más cercano a la tradición europea. Es una obra para piano solo y contiene un maravilloso concepto estético sobre la miniatura musical, la sonoridad y la expresividad de la literatura pianística escrita en el estilo romántico tardío. Describe el transcurrir del tiempo durante los meses del año con rasgos climáticos y estados de ánimo diferentes a través de una mirada introspectiva que, en algunos momentos, está impregnada de nostalgia y melancolía. Cada mes está inspirado en textos de poetas y dramaturgos rusos.
1- Enero. Junto al fuego de la chimenea. (Poema de Alexander Pushkin).
2- Febrero. Carnaval. (Poema de Pyotr Andreyevich Vyazemsky sobre el carnaval ruso “Máslenitsa”).
3- Marzo. Canción de la alondra. (Poema de Apollon Nikolayevich Maykov).
4- Abril. Campanilla. (Del mismo poeta anterior).
5- Mayo. Noches blancas de Mayo. (Poema de Afanasy Fet conocido como Shenshin).
6- Junio. Barcarola. (Poema de Aleksey Nikolayevich Pleshcheyev).
7- Julio. Canción del segador. (Poema de Aleksey Koltsov).
8- Agosto. La cosecha. (Del mismo poeta anterior).
9- Septiembre. La caza. (Poema de Alekxandr Pushkin).
10-Octubre. Canción de Otoño. (Poema de Aleksey Nikolayevich Tolstoy).
11-Noviembre. Troika. (Designa el trineo tirado por tres caballos alineados uno al costado del otro. La doma y control de una troika constituye un arte único y es uno de los principales símbolos de Rusia. El poema es de Nicolai Alexeyevich Nekrasov).
12-Diciembre. Navidad. (Poema de Vasily A. Zhukovsky).
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Las Estaciones, Op.67, de Alexander Glazunov (Rusia, 1865-1936). Pianista, compositor, pedagogo y director de orquesta, fue discípulo de Rimsky Korsakov. Alternó la recuperación de las raíces musicales folclóricas rusas con su adscripción a las influencias estilísticas occidentales que fueron más marcadas en sus últimas obras. Cercano a los compositores integrantes del Grupo de los Cinco, de orientaciones nacionalistas, se ha considerado el último exponente de la Escuela Nacionalista Rusa. Esta obra es un ballet que narra alegóricamente las cuatro estaciones del año, estructurada en un acto y cuatro cuadros con música y danza.
Preludio inicial.
Cuadro 1 – El Invierno. Andante. Describe los elementos propios de la estación: Escarcha, Hielo, Granizo y Nieve. Termina con una coda final.
Cuadro 2 – La Primavera. Allegro. Aparece un paisaje cubierto de flores que invita a las danzas, los pájaros cantan y las hadas completan el ambiente. Melodías alegres y tempo rápido.
Cuadro 3 – El Verano. Andantino. Expresa el esfuerzo realizado en los campos cultivados. El agua es traída para refrescar el maíz y su espíritu baila como agradecimiento. Las melodías lentas expresan la calma impuesta por el calor de la estación.
Cuadro 4 – El otoño. Presto. Esta estación se manifiesta con una danza gloriosa conocida como la bacanal otoñal. El fuerte viento y el movimiento de las hojas de los árboles están descritos con ritmos muy rápidos. Coda general.
Apoteosis Final.
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Cuatro estaciones porteñas, de Astor Piazzolla (Argentina, 1921-1992). Bandoneonista y compositor, tuvo su primer contacto con el tango a través de Carlos Gardel, quien le acercó al conocimiento de la música tanguera junto con Aníbal Troilo. Después completó sus estudios con el compositor argentino Alberto Ginastera y profundizó en el ámbito de la música clásica. En sus partituras, realizó importantes innovaciones desde una perspectiva contemporánea, con un lenguaje personal, fresco, abundante en recursos técnicos, armónicos y contrapuntísticos con una constante exploración tímbrica bajo el drástico pulso del tango. El adjetivo porteño, gentilicio de la ciudad de Buenos Aires, es utilizado por Piazzolla para evocar las estaciones del año en dicha ciudad. Esta obra es una suite para quinteto instrumental compuesto de bandoneón, violín, piano, guitarra eléctrica y contrabajo. En un principio fueron concebidas como composiciones aisladas pero, posteriormente, decidió agruparlas en una sola completando el ciclo narrativo de las estaciones.
1 – Primavera Porteña. Evoca la sensualidad que la primavera despierta en los porteños. El ambiente de la ciudad renace con bullicio y alegría. Fue escrita en 1970.
2 – Verano Porteño. Describe el calor húmedo de Buenos Aires que dificulta mucho los paseos por la ciudad e invita al descanso, con ritmos lentos y melodías que hacen sentir el sopor urbano. Fue escrita en 1965.
3 – Otoño Porteño. Invoca ambientes de despedidas con melodías melancólicas que sugieren tristeza frente a la cercanía inminente del invierno. Fue escrita en 1969.
4 – Invierno Porteño. Describe el ambiente frío, propio de la estación invernal y transmite sensación de soledad interrumpida por fuertes impulsos rítmicos. Fue escrita también en 1970.
Debemos recordar que, debido a la diferencia estacional existente entre el hemisferio Norte y el hemisferio Sur, el Verano porteño contiene elementos musicales de El invierno de Vivaldi, ya que la estación invernal europea corresponde a la estación estival en la ciudad de Buenos Aires.
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Las cuatro estaciones de Manhattan, Concierto para violín y orquesta Nº 3, de Alexey Shor (Kiev, 1970… ). Compositor, matemático y doctor en Filosofía, de origen ruso y nacionalidad maltesa, emigró a Israel en 1991 y actualmente vive en Nueva York (EE.UU.). Las matemáticas le orientaron, a través del arte de los números y la teoría sobre la armonía de las esferas (Pitágoras), hacia la composición musical. La transición como matemático prodigio a compositor fue un cambio radical en su trayectoria profesional aunque, desde la infancia, sintió un profundo interés por el universo musical. Este prolífico compositor realiza una singular aportación multigénero sobre principios estéticos más antiguos que subyacen en el arte musical expresados desde la perspectiva contemporánea del S.XXI. Colabora con David Aaron Carpenter, violista de formación clásica, quien interpreta múltiples obras suyas.
1 – Verano. Descripción del estío con melodías alegres.
2 – Otoño. Ambiente melancólico con melodías lentas.
3 – Invierno. Entorno duro y austero con ritmos ternarios.
4 – Primavera. Ambiente de confianza frente al porvenir con melodías brillantes de libertad formal que genera una imagen sonora optimista y hace aflorar el espíritu del músico.
En la composición de una obra musical debemos considerar que también intervienen, como factores determinantes del proceso creativo, aspectos invisibles como la curiosidad, el apasionamiento, la reflexión sobre formas de expresión, la imitación de sonidos con instrumentos orquestales y, sobre todo, la imaginación transformadora del creador que hará posible la nueva partitura.
En resumen, con este breve paseo sonoro sobre las estaciones del año, hemos pretendido recordar la gran contribución realizada por algunos compositores al arte musical.
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Mª Soledad Cabrelles Sagredo es Doctora en Filosofía y CC. Educación. Titulada en Música
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Un articulo muy interesante. Muy recomendable. Un punto de vista novedoso sobre la musica y el tiempo. Me ha encantado.
Me ha parecido muy interesante. Es muy pedagógico y tiene un punto de vista muy original en el tratamiento de un tema tan complejo como la relación entre el tiempo y la música. Está muy bien documentado y es muy ameno. Mi felicitación a la autora y a la revista.
Me ha parecido muy interesante. Es muy ameno y la relacion entre las estaciones y la música esta muy bien explicada. Felicidades a la autora.
Muy interesante. La introducción de los videos de las obras comentadas me parece un gran acierto.
Muy interesante el artículo. Da ganas de investigar como funciona la teoría en las zonas cerca de equador, donde viven aproximadamente 3,4 mil millones individuos en comparación con 4,4 fuera de los trópicos. En estas regiones no hay temporadas o estaciones tan claramente distinguidas como aquí. Por el mismo motivo los días son más monótonos en el sentido de dureza, horas con y sin luz. Una composición come “Las cuatro estaciones” no corresponde con la experiencia del hombre allí.
Armonía y acordes son recibidos positivamente aquí. La música clásica de India no lo conoce. Así el público de un concierto “sufre” cuando los músicos utilizan acordes = Multi sonidos “universalmente” armónicos. Que sentido tiene el uso de la palabra “universal” en este caso? Hay que ver la recepción de Schafer globalmente.
Interesante también investigar, come reaccionan personas a sirenas en tiempos de guerra.
O mirar como funcionan los sonidos “universalmente preferidos” según Schafer, se no hay agua. “Universal” en un lado y “campanas” y “sirenas” en otro son términos contradictorias para mi vista. En general el simbolismo como teoría q trata temáticas de arte, teoría de aprendizaje de lengua o lenguaje, música, enfermedades, estados mentales es dubiose por a veces exigir de ser universal, pero utilizar la experiencia, la terminología, la cultura y la realidad de oeste o norte-oeste solo.
Para mi, un artículo muy bueno es uno que me hace sumergirme más profundo en una temática. Voy a estudiar un poco, porque ya me interesa. Entonces buen artículo sin duda
Me ha encantado el artículo. Es curioso para una persona no muy entendida en cuanto a música clásica se refiere, !como lo soy yo…! Como me ha llegado y he disfrutado con el. Ha creado en mi un interés por descubrir la música clásica tan relajante y cercana que te transporta a un mundo más humano. En estos momentos de incertidumbre, por los que estamos pasando…Creo que la música es un gran aliciente para ver el lado positivo de la vida, encontrando la cara más amable de ella a través del sentido del oído, Gracias a la autora del artículo que demuestra tener una gran sensibilidad y amar de música de manera muy especial…
Una vez mas Doce Notas nos deleita y educa con un un tema interesante. La autora ha expresado una percepción profunda y compleja del tema original, que con la adicion audiovisual nos ha resultado un autentico festín!
Me ha gustado mucho esta forma de percibir con el oído aspectos tan visuales de la naturaleza, a través del texto escrito por la autora. La relación existente entre el sentido del oído y la vista está expresada de manera muy amena y comprensible con las composiciones musicales seleccionadas. ENHORABUENA !!
Excelente artículo, didáctico y evocador. Oir/escuchar, es tal como mirar y ver. Ver a través del oido, escuchar el silencio de una mirada.
El acompañamiento musical, las notas sonoras que nos llevan a ver los paisajes estacionales.
Enhorabuena a la autora. Tan solo queda pedirla un bis, en forma de artículo
Magnifica e interesante exposición y disección del sonido y su infuencia y repercusión en la vida de los seres humanos ya desde el vientre materno
Magnifica e interesantisima disección y análisis del sonido y su influencia y repercusión en los seres humanos ya desde el vientre materno.
Genial la aportación y explicación de ios videos de música de las diferentes estaciones interpretadas por distintos autores. ENHORABUENA
Es siempre un placer poder aprender sobre aquellas áreas del conocimiento que, por azares de la vida, no fueron expresamente incluidas en nuestros itinerarios educativos, como sucede con el estudio de la música en mi caso.
Si bien es cierto que la música, quizá mucho más que cualquier otro arte, tiene la magia y la generosidad de hacernos partícipes de su disfrute incluso desde la más elemental ignorancia, tal es su íntima ligazón con nuestra naturaleza humana. Es pues un inmenso disfrute acceder a este conocimiento a través de personas con la sensibilidad que muestra la autora.
Su exposición sobre la habilidad auditiva es muy interesante y sobre la actitud de escucha y el concepto de necesidad del silencio como método para limpiarnos de ruidos.
Me ha gustado especialmente la relación que la autora subraya entre la composición musical y ese otro elemento también inherente a nuestra existencia: la naturaleza y en ella, reflejado mediante las estaciones del año, el transcurso del tiempo como elementos inseparables y definitorios de nuestra vida. La inclusión que hace de las grabaciones facilita la comprensión de sus descripciones.
Gracias también por la abundante bibliografía que se incluye al final. Es una delicia poder aprender de personas con esta sensibilidad.
Muchísimas gracias.
SUGERENTE AL MAXIMO.
ME HA TRANSPORTADO A UN OLVIDADO PASEO SONORO POR EL RETIRO CON UNA PROFE EXCEPCIONAL.
Un artículo educativo musical muy interesante. La construcción del texto es analítica y bien integrada. Un paseo educativo musical. Una profesora con la cual se aprende siempre algo nuevo del ambiente urbano-musical durante un paseo por jardines madrileños
Me ha gustado muchísimo el artículo y al mismo tiempo he aprendido cosas muy interesantes. Es una autora fantástica. Enhorabuena. La introducción de los vídeos con sus cuatro estaciones me ha parecido maravilloso. Todo un acierto. Vuelvo a repetir enhorabuena,felicidades
Maravillosa exposición de sensibilidad y verdad. El artículo de Mª Soledad Cabrelles amplía la magia que la música atesora desde siempre y confirma que no importan las vueltas que el mundo de ni los cambios inesperados que lleguen a nuestras vidas, trágicos o felices. Ahí está, estuvo y estará siempre para devolvernos la paz inundando nuestros sentidos de belleza y serenando el espíritu en cualquier situación. Enhorabuena a esta magnífica autora y, sobre todo, gracias
El deleite de aprender con la doctora Cabrelles. Un tratamiento original y exhaustivo de un tema apasionante. Gracias
Buena introducción y un trabajo de investigación excelentes. La autora nos lleva a escuchar los sonidos de la naturaleza con Las Cuatro Estaciones. Enhorabuena