Y Madrid ardió al ritmo de Jamie Cullum
Jamie Cullum. Universal Music Festival. Madrid. Teatro Real. 22 de julio.
El artista británico supo hacerse, en el escenario del Teatro Real, con un público que empezó dando palmas tímidamente y terminó en medio del patio de butacas bailando con devoción como si estuviera en una improvisada discoteca.
Jamie Cullum trajo a Madrid, en concreto al Universal Music Festival, un espectáculo que fue de más a todavía más, haciendo gala de su virtuosismo y de un encanto y empatía naturales con su público.
Empezó con puntualidad británica (cosa que yo siempre agradezco), tanto que los rezagados tuvieron que acomodarse en sus butacas cuando el concierto ya había comenzado. Lo hizo a los acordes de Please Don’t Stop The Music, combinado con For the love, y el público, sobre todo los que estábamos en las filas de arriba, nos arrancamos con unos vítores y palmas, intentando seguir el ritmo del de Essex.
Jamie Cullum presentó nuevo repertorio, en concreto el de su nuevo disco (con canciones como Taller o Mankind, esta última con un mensaje que animaba al dialogo entre países) salpicado de temas por todos conocidos como o I’m All Over It, Get Your Way o When I get famous. Lo hizo acompañado por buenos músicos y dos cantantes de góspel que se sincronizaron de maravilla con el cantante, haciendo que el concierto tuviera ese aire de improvisación pero metódicamente medido y que a todos nos volvió locos (literal).
Cullum quería que el público vibrara y se entregó a él con auténtica devoción, saludando en inglés con un bonito British accent y aludiendo al terrible calor que hacía en Madrid (a las 21,30 h. había más de 30 grados fuera del recinto). Tanto es así que apareció con una americana que se quitó para quedarse finalmente en camiseta y poder bailar con absoluta entrega. (algo que también hace muy bien)
El artista saca lustre a una partitura de jazz, se sube encima del piano, convierte el instrumento en un improvisado elemento de percusión, hace amago de tirarse encima del público y se entremezcla con los que estaban en el patio de butacas al ritmo de Just a Gigolo, pícaro y encantador, animando a levantar a la gente de sus asientos porque tenía ganas de que hicieran de la platea una improvisada pista de baile. Y lo consiguió. A partir de ese momento, los asistentes no volvieron a sus localidades, se quedaron de pie bailando en una catarsis colectiva con Usher, Sinnerman, o You and me are gone.
Antes hubo tiempo para la melancolía con un tema de Ray Charles (Hard Times) y sobre todo arrancó más de una lagrimita con su sentida y lograda interpretación de What a difference a day made. Ahí pude comprobar el increíble registro vocal de Cullum, yo que le conozco sobre todo por sus habilidades pianísticas, me sobrecogí por la capacidad del inglés por hacer suyo un tema tan conocido y difícil como el de Dinah Washington.
Todos los que allí estuvimos supimos que habíamos asistido a un espectáculo de altura. Por la entrega total de su artista, por su capacidad de hacerse querer y no decaer en ningún momento. Aunque a los más puristas del jazz, quizá Cullum les parezca muy mainstream, para mi.. bendito mainstream.
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Jamie Cullum, ocupa un lugar solo reservado a los más grandes artistas. El espectáculo de ayer en el Palacio Real, destacó por su genialidad. La conexión que el artista consiguió con su entregado público, su perfección, su perfecta irreverencia y la pista de baile improvisada que sorprendió a todos; nos hizo sentir que éramos privilegiados, que vivíamos y éramos parte de un concierto irrepetible. Gracias Jamie.
Una maravilla de concierto de principio a fin. Cullum esta a otro nivel. Los que fuimos podemos sentirnos auténticos privilegiados de asistir a un espectáculo tan mágico