Un sueño ácido en el Teatro de la Zarzuela
El sueño de una noche de verano. Teatro de la Zarzuela. Del 25 de enero al 10 de febrero
La música de Gaztambide eclipsada por una adaptación mediocre de Raúl Asenjo vuelve a los escenarios 167 años después de su estreno
Sueño de una noche de verano
El Teatro de la Zarzuela recupera la ópera en el olvido “El sueño de una noche de verano” del compositor navarro Joaquín Gaztambide (1822-1870). Fruto del compromiso adquirido por la institución por dar a conocer las obras autóctonas menos conocidas del repertorio, surge esta exigua reposición. Este sueño para algunos, estuvo 167 años en letargo hasta hoy. De su estreno, en febrero de 1852 en el Teatro del Circo de Madrid, queda poco en esta adaptación de Raúl Asenjo.
El libreto original fue creado por Patricio de la Escosura basándose, no en Shakespeare, sino en el libreto de la ópera “Le songe d’una nuit d’été” de Ambroise Thomas. El argumento se centraba en la persecución del literato inglés por parte de la Reina Isabel I de Inglaterra, conocida como la Reina Virgen, enamorada de Shakespeare, con el fin de rescatarle de su mala vida y encargarle la creación de la comedia “El sueño de una noche de verano”. Ante la complejidad de la trama, el Teatro de la Zarzuela encargó al dramaturgo Gustavo Tambascio la adaptación del libreto. Revisión que no se pudo consumar por el fallecimiento del argentino a comienzos de 2018. Sin embargo, Tambascio tuvo tiempo suficiente para fijar las bases de la nueva trama, conducida, posteriormente, por Raúl Asenjo.
Situada la acción en Roma a mediados del siglo XX, el Gobierno de España quiere rodar una zarzuela en cinemascope para conferir al género una dimensión internacional. Para ello, pretende conseguir la participación del guionista Guillermo del Moro, en el exilio, y de Orson Welles. El fin último es que del Moro firme su contrato como guionista de la zarzuela “El sueño de una noche de verano”, para lo que el LSD (dietilamida de ácido lisérgico) y una pantomima en la que del Moro se convierte en Shakespeare, la princesa Isabella Tortellini en Isabel I y Juan Sabadete en Falstaff, son las argucias requeridas.
Esta ópera cómica en tres actos tiene un libreto largo en demasía, pobre y anárquico. Ya desde el inicio, con el innecesario diálogo entre el Director General y Don Liborio, se anticipa uno de los defectos más acusados de esta adaptación: los coloquios extensos e inverosímiles que demoran en exceso la acción. De hecho, pasan varios minutos hasta que se escucha el primer acorde orquestal. Otra de las contradicciones más absurdas es el personaje de Orson Welles; primero se le busca, después resulta que contratan a un imitador para que haga de Welles y, finalmente, el actor es el mismísimo Welles haciendo de sí mismo. Con todos mis respetos, si el propósito era aligerar el farragoso libreto, en absoluto lo han conseguido, mucho menos con tanta dualidad de personajes y embrollos argumentales.
Por el contrario, la música de Gaztambide es elegante, belcantista y delicada. Las sonoridades son bastante homogéneas a lo largo de toda la obra y se echa de menos cierta variedad estructural para las 2 horas y 50 minutos de espectáculo (con descanso), y no 2 horas y 20 como estaba previsto. Los momentos más extraordinarios se aglutinan en la segunda mitad de la obra en el que tanto la música como la palabra ganan en seriedad. Por su parte, Miguel Ángel Gómez Martínez dirigió a una orquesta estable, con algún que otro momento de flaqueza bien resuelto y que solo pecó, en contadas ocasiones, de no acompañar a los cantantes.
En este sueño, liviana pesadilla, fue la puesta en escena lo más notable desde el punto de vista artístico. La producción de Marco Carniti es vistosa, agradable a la vista y divertida. La danza del bosque, al inicio de la segunda parte, en la que Isabella realiza su audición y posteriormente seduce, ya como Reina, al embriagado Shakespeare bajo los efectos de la droga, resulta estética y sensual, fundiéndose así lo visual con la música en un deleite para los sentidos.
Para el esperado rescate de “El sueño de una noche de verano”, el Teatro de la Zarzuela eligió un doble reparto, con figuras autóctonas conocidas y no tan conocidas, ambos de un nivel asaz parejo. En la función del día 31 se escuchó al primer cast, que concluyó una función sólida y equilibrada de gran calidad vocal y actoral. La soprano canaria Raquel Lojendio estuvo sobresaliente en el papel de Isabella Tortellini. Lo más destacable de su actuación fue el preludio y aria del segundo acto – con solo de clarinete – en el que se puso “en puntas” realizando movimientos muy evocadores. Demostró así, además de su excelente técnica, su formación complementaria como bailarina. Su voz, siempre adecuada, es más metálica en los agudos pero compacta en su extensión. Lojendio interpretó a la perfección a la princesa con unos dotes dramáticos y aspavientos que no fueron exagerados para caracterizar a la aristocracia italiana.
El tenor Santiago Ballerini, de voz cálida, no comenzó su actuación con muy buen pie. Hasta el ecuador, su interpretación de Guillermo del Moro no terminó de cuajar, con unos sonidos algo calantes y reservados. Luis Cansino, Juan Sabadete, se metió al público en el bolsillo desde el segundo uno, aunando la comicidad y el desparpajo necesarios para sacar adelante un papel que solventó vocalmente con maestría. En definitiva, dio lecciones de elegancia y saber hacer. Lamentablemente, la asturiana Beatriz Díaz pasó desapercibida en el elenco. El papel de Olivia de Plantagenet no dejó brillar una voz de quilates que solo se escuchó en plenitud en los contados agudos. Quizás no era el rol más adecuado para una voz como la de Díaz. Javier Franco estuvo muy correcto en el limitado papel de Arturo Látimer.
Nivel y tablas demostró el coro a pesar de no tener grandes intervenciones. El resto del elenco de actores lo conforman Pablo López (Tobías), Milagros Poblador (Margarita), Jorge Merino (Director General), Pablo Vázquez (Don Liborio), Miguel Ángel Blanco (Mighello) y Sandro Cordero (Orson Welles). Las funciones restantes de esta adaptación continuarán con doble reparto hasta el próximo 10 de febrero en el Teatro de la Zarzuela. Esperemos que el público las reciba entonces con más calidez y respeto, no abandonando la sala en masa tras la caída del telón.
____________________________
- ¿Lección magistral? ¿Libelo? (Sin fantasía) en opinión
- Aprender música, naturalmente en opinión
- Teatro Real, una programación insustancial en opinión
- Los festivales te esperan… ¡en internet! en opinión
- Especial Cursos de Verano 2025 en Doce Notas en Cursos de Verano 2025
- La Educación Musical y su evolución histórica desde comienzos del siglo ... en educación
- El papel de la Psicología en la prevención de la ... en educación
- Petr Popelka y la Sinfónica de Viena de gira por ... en entrevistas
dejar un comentario
Puedes escribir un comentario rellenando tu nombre y email.
Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <strike> <strong>
comentarios
No hay ningún comentario aún, ¡Sé el primero en comentar!