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Chailly Chailly Chailly

Chicago, San Francisco, Berlín, Amsterdam o Leipzig son algunas de las ciudades donde el milanés Riccardo Chailly fijó residencia profesional antes de que en 2015 asumiera el relevo de batuta en La Filarmónica della Scala. Volvía así a la ciudad natal, la misma que le vio debutar en el lejano ya 1970. Por lo demás Chailly es un viejo conocido de Ibermúsica, cita a la que apenas ha fallado desde su primer concierto en España en 1984. No obstante, los aficionados al director italiano tendrán este mes de enero la ocasión de escucharlo dirigiendo a la Filarmonica della Scala y no sólo una vez, sino hasta en dos ocasiones: miércoles 23 de enero (Conciertpo para Orquesta Sz116 de Béla Bartók y Cuadros de una exposición de Modest Mussorgkski) y 24 de enero (Sinfonía nº6 en la menor ‘Trágica’ de Gustav Mahler). Ambos conciertos darán inicio a las 19:30 en la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Madrid.

Chailly retorna a Madrid en esta ocasión con un programa doble cien por cien sinfónico. No le acompaña ningún solista por mucho que el título de la primera de las obras (Concierto para Orquesta) podría incitar a pensar lo contrario. Estrenado en Boston en 1943, dos años antes de la muerte del compositor, el Concierto para Orquesta, como su título deja entrever, da un tratamiento concertístico a las distintas secciones e instrumentos de la orquesta, trasladando a la escala sinfónica la fórmula del concerto grosso barroco. La obra no escatima tampoco en préstamos y alusiones a otras obras previas, en ocasiones incluso para ridiculizarlas, como sucede con la Sinfonía número 7 de Shostakovich, músico por el que Bartók no sentía precisamente admiración.

Al término del descanso, otra obra obligada del repertorio orquestal: Cuadros de una exposición de Modest Mussorgski. Y todo ello gracias a la brillante transcripción orquestal que para esta obra concibiera Maurice Ravel. La música incidental del genio ruso quizás no gozaría de su fama actual, de haberse quedado en su score original para piano. Curiosa la génesis de la misma. Estructurada en 16 pasajes sirve de homenaje a su amigo el pintor y arquitecto Viktor Hartmann. Así la mayoría de estos números aluden directamente a pinturas concretas de Hartmann exhibidas en 1874 en San Petersbugo con motivo de una muestra retrospectiva póstuma, un año después de la muerte del propio Hartmann. La obra culmina majestuosamente con la solemne y archiconocida estampa de La gran puerta de Kiev.

La visita de Chailly con la Orquesta Filarmonica della Scala se completa el 24 de enero con la interpretación como única obra en programa de la Sexta Sinfonía en la menor ‘Trágica’ de Gustav Mahler. Tanto en su etapa en la Gewandhaus de Leipzig como en la Concertgebouw de Amsterdam Chailly dio rienda suelta a su devoción mahleriana, compositor del que ha grabado la práctica totalidad de sus sinfonías.

La Filarmonica della Scala como cuerpo independiente es una formación relativamente joven y fue fundada en 1982 por Claudio Abbado. No hay ningún director italiano de gran renombre que más tarde o más temprano no se haya puesto a su frente. Allí están Carlo Maria Giulini, Riccardo Mutti, Claudio Abbado y el propio Chailly. Con la de este año la orquesta suma ya seis visitas al Auditorio Nacional desde que echara a andar el ciclo de Orquestas y solistas del mundo de Ibermúsica.

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