El Liceu culmina el ‘anillo’ con nota
El presente mes de marzo, el Gran Teatre del Liceu ha presentado la tercera jornada de la Tetralogía wagneriana según el montaje de Robert Carsen, culminando de este modo la representación del Anillo completo en cuatro entregas anuales.

El crepúsculo de los dioses © A. Bofill
Aunque la producción de Carsen no ha logrado hacernos olvidar el espectacular montaje de la Tetralogía de Harry Kupfer (temporadas 2002/2003 i 2003/2004), su trabajo escénico logra cierta coherencia interna (referencias a la destrucción del planeta y a los regímenes totalitarios) y permite seguir con fluidez el desarrollo de la acción dramática, aún a pesar del desencuentro entre algunos de los ambientes evocados por la partitura y el libreto y las escenas concebidas por el director canadiense (sin ir más lejos, las orillas del río Rin convertidas aquí en un vertedero). Con todo, la excelente labor de los intérpretes hizo que el éxito de la aventura fuera rotundo.
Encabezaba el reparto de solistas la inmensa Brünnhilde de Iréne Theorin, cuya interpretación fue in crescendo hasta coronar su actuación con una escena de la inmolación digna de los anales del teatro de Les Rambles: ¡bravísima! A su lado, Lance Ryan defendió con mérito un Siegfried rotundo, de timbre un tanto metálico pero de notables tintes dramáticos y de ajustada expresión. Otra de las sorpresas de la velada inaugural fue la substitución de Hans-Peter König por Eric Halfvarson en el rol de Hagen, el cual rubricó una colosal interpretación del malvado hijo de Alberich, tanto en su incisiva y arrolladora interpretación vocal como en su imponente autoridad escénica. Muy bien, también, el espléndido y sólido Günther de Samuel Youn, del cual aun recordamos su memorable Holandés de 2012. Jacquelyn Wagner fue la encargada de defender el doble rol Gutrune y la tercera Norna, empeño en el que destacó por un canto sensiblemente modulado, aunque quizás faltado de una voz de mayor calado para el rol de la hermana de Günther.
Los papeles coprimarios fueron resueltos magníficamente por muchos artistas de la casa: Isabella Gaudí, Anna Alàs i Jové y Marina Pinchuk (Hijas del Rin) y Cristina Faus y Pilar Vázquez (Nornas). Junto a ellas brilló la irresistible Michaela Schuster en la piel de Waltrude.
La orquesta de la casa, bajo la batuta de su director titular, hizo tragar los prejuicios y recelos de más un liceísta acerca de la espléndida labor que Josep Pons está realizando al frente de la formación instrumental del teatro, a la par de la que su compatriota Conxita Garcia lleva a cabo desde la dirección del Cor del Gran Teatre del Liceu. Ambas formaciones lograron un éxito rotundo, muy especialmente la orquesta, dado el alto grado de exigencia de la partitura. Afortunadamente, entre los metales no se encontraban algunos de los solistas habituales…
Con esta obra, el Liceu cumplió con creces su cuota de exigencia wagneriana, tal y como corresponde al coliseo que se precia de contar con una de las tradiciones wagnerianas más arraigadas del Viejo Continente.
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