Por la integración de las EEAASS en la Universidad
En el norte y durante el invierno, es frecuente que durante dÃas, a veces semanas, una lluvia mansa y fina caiga sobre los campos y las ciudades. “Orballoâ€, “calabobosâ€, “sirimiriâ€â€¦ son algunos de los nombres con los que se conoce a esta lluvia persistente y aparentemente de poco efecto, pero que como todos los paisanos saben, es realmente la que hace que los prados y los montes se empapen, y retengan durante largo tiempo la humedad que los mantiene fértiles y lozanos.
En estos últimos tres años, desde que en 2012 se pusieran en marcha en toda España plataformas por la integración de las Enseñanzas ArtÃsticas Superiores (EEAASS) en la Universidad, la idea, en principio enfrentada por sectores importantes en número y en representatividad –¡incluso de nuestras propias enseñanzas!-, ha ido calando lenta pero inexorablemente, por la fuerza de unos argumentos difÃcilmente rebatibles desde la lógica jurÃdica y académica. Hoy, más allá de los matices siempre deseables y necesarios, existe un consenso prácticamente unánime entre los profesionales y los estudiantes, en que la situación de nuestras enseñanzas es absolutamente insostenible, en las condiciones en que el desinterés, la indolencia o el simple desconocimiento –cuando no el franco desprecio- las han mantenido en los últimos veinte años, cuando menos. Se ha consolidado la convicción general de que, al igual que en el resto de Europa, en España las EEAASS deben integrarse plenamente -y no únicamente a efectos nominales- en los estándares de organización y funcionamiento universitarios, con las singularidades que se precisen en atención a su trayectoria histórica y sus necesidades especÃficas. Y este consenso, tácitamente admitido por todos, desde la acción o desde el silencio, supone un paso irreversible en el camino que sin duda, desembocará en esa tan ansiada normalización.
Cómo haya de hacerse ese camino, cuáles han de ser los vericuetos y cuáles los ritmos de su tránsito, son sin duda cuestiones objeto de diversas opiniones. En todas ellas hay argumentos a considerar, en tanto que todas coinciden en la necesidad de recorrerlo, de un modo o de otro. Desde la Plataforma Gallega por la Integración, hemos defendido el objetivo de la integración como último paso del proceso, contemplando la posibilidad de habilitar perÃodos de adscripción transitorios, que faciliten la adaptación de la actual realidad de nuestros centros a los estándares de la vida universitaria normalizada. La problemática del alumnado como tal: la grave devaluación de los tÃtulos ofertados en nuestros centros – incapacitados por ley para competir con los tÃtulos ofertados por las universidades privadas, o públicas, que ofertan estas mismas enseñanzas-; la discriminación en las polÃticas de becas y movilidades; o la propia imposibilidad de participación democrática del alumnado en la vida de los centros, al no existir normativas que canalicen y garanticen esta participación, debieran ser realidades más que suficientes para no cejar ni un dÃa en este empeño de normalización. A ello se puede y se debe añadir, sin temor al discurso hipócrita de los demagogos que pretenden deslegitimar este empeño (acusando al profesorado de un simple y egoÃsta corporativismo), la situación del colectivo docente: superior en cuanto al nivel de competencia que cada dÃa se le exige con mayor perentoriedad (preparación, posgrados, investigación, etc.), y de enseñanzas medias en sus condiciones laborales. Por no hablar de la grotesca situación de centros con plantillas provisionales en su práctica totalidad, durante los últimos quince años. El análisis de esta realidad y su diagnóstico, está hoy bien claro para todos los sectores implicados en estas enseñanzas; incluso para aquellos que, por razones oportunistas de diversa Ãndole, prefieren ponerse de perfil y mirar, irresponsablemente, hacia otro lado. Procede pues, ponerse manos a la obra.
En aquel conocido informe Embid-Irujo (1997) que tan actual resulta en su diagnosis a pesar de las casi dos décadas transcurridas, se proponÃan varios tratamientos al paciente que nos ocupa. Uno de ellos, con el que coincidimos, era la plena integración de las EEAASS en la Universidad a todos los efectos, bajo la forma de Facultades o de Institutos Universitarios, para hacer frente la necesidad de atender a las singularidades de estas enseñanzas. La creación de “Universidades de las Artesâ€, era otra de las vÃas apuntadas en aquel informe, una posibilidad que ha sido revitalizada muy recientemente por algunos sectores del mundo de las EEAASS, sin duda, comprensiblemente impacientes ante la parálisis de las soluciones. Y como se comprende esta impaciencia, casi deberÃamos saludar con entusiasmo cualquier solución que se propusiese. Pero la prudencia, siempre tan necesaria, aconseja hacer un análisis sosegado y ponderado de las situaciones que se pueden desprender de unos u otros caminos. Y a eso vamos ahora.
La creación de Universidades de las Artes, cuenta de entrada con el atractivo de que prácticamente se podrÃan diseñar “a medida†de las singularidades de las EEAASS, sin necesidad de proceder a perÃodos de adaptación o a modificaciones sustanciales de estas singularidades. Pero, y esa es precisamente una de las cuestiones, sucede que ese diseño, y sobre todo su realización, supone un esfuerzo que cabe la pena preguntarse si es necesario o si es justificable en términos de eficiencia. Para empezar, la creación de “Universidades de las Artes†supone la necesidad de modificar la actual Ley Orgánica de Universidades (LOU) para dar cabida a unas singularidades que se pretende mantener en su totalidad, hasta prácticamente hacer necesaria la redacción y aprobación de una nueva ley orgánica al efecto –idea no por casualidad muy presente en el Informe Embid-Irujo-. La elaboración de una ley orgánica propia de las EEAASS implica emprender un proceso legislativo que no puede –o no debiera- hacerse sin el suficiente consenso de las Comunidades Autónomas; un proceso largo pues, y de acuerdos inciertos, dada las muy diversas realidades de estas enseñanzas en las diferentes administraciones educativas. Y, a la luz de las experiencias habidas hasta aquÃ, cabe preguntarse si nuestras enseñanzas pueden resistir otra legislatura en su situación actual; y eso, contando con que fuese posible sacar esa ley en ese plazo.
Pero existe otra baterÃa de razones que nos hacen ver con prevención la idea de las “Universidades de las Artes†y tienen que ver con asuntos más pragmáticos e inmediatos, como es la cuestión de los costes y la propia viabilidad de unos centros muy condicionados por el número de alumnos y su inevitable dispersión territorial. Es claro que si las “Universidades de las Artes†no quieren ser universidades “de segunda†–lo cual serÃa, eso sÃ, un terrible error estratégico de muy difÃcil solución posterior-. Por el contrario, deberán contar con todos los medios y un organigrama propios de las universidades al uso. Eso implica, además de los servicios directamente asociados a la docencia, como son profesorado, inmuebles, etc., todos los servicios imprescindibles para un normal funcionamiento universitario: servicios administrativos completos –secretarÃa general, intervención, gestión de becas y movilidades, etc.-, servicios de biblioteca –adquisiciones, gestión de fondos, préstamos, etc.-, servicios de residencias y transportes, etc. Igualmente, supone crear una estructura departamental suficientemente amplia y diversificada para dar cauce a las funciones propias de los departamentos universitarios, no solo la organización de la docencia, sino también la de la investigación y la innovación, aspectos estos indispensables para atender a los retos del Espacio Europeo de la Educación Superior y a la integración de los centros de EEAASS en el Sistema Español de Ciencia y TecnologÃa.
Y aquÃ, en la relación entre los servicios a poner en marcha y el conjunto de la población estudiantil a atender, podemos encontrarnos con un serio obstáculo que no es otro que el de las dimensiones de los centros. Es bien conocido que los centros de EEAASS, al tratarse de enseñanzas muy especializadas y con una ratio de enseñanza que en muchas materias es de 1/1, raramente agrupan a más de 300 o 400 alumnas y alumnos y que un muchos casos, ni siquiera llegan al centenar. En una misma comunidad autónoma, nos encontramos con frecuencia, con que la agrupación de todo el alumnado de las diferentes titulaciones no alcanza al millar de alumnas y alumnos. Es claro que con este alumnado, y con el profesorado correspondiente que lo atiende, pensar en una universidad especÃfica para estas enseñanzas, no tiene ningún sentido, ni económico ni académico. De modo que una “Universidad de las Artes†solo podrÃa alcanzar unas dimensiones razonables, centralizando prácticamente todas las enseñanzas del Estado en un único centro, con sedes docentes en las diferentes Comunidades Autónomas. Una especie de “UNED de las Artesâ€. Ni que decir que tal propuesta no parece que fuese a gozar del consenso de las comunidades educativas actuales por muchas y muy fundadas razones, y que por lo tanto, no nos parece que deba ser tomada muy en serio en estos momentos.
Frente a la propuesta de las “Universidades de las Artesâ€, creemos sinceramente que la integración de los centros de EEAASS en el sistema universitario actual presenta muchas e importantes ventajas. Para empezar, no serÃa necesario la promulgación de una ley orgánica especÃfica, desde el momento en que la adscripción –paso previo a considerar en muchos casos- se encuentra ya prevista en el articulado, tanto de la LOMCE como de la LOU, y que la integración puede desenvolverse sin tocar la estructura jurÃdica ya vigente. Igualmente, la mayorÃa, sino la casi totalidad de las carencias normativas que actualmente padecen nuestros centros, se solucionarÃan sin necesidad de una larga elaboración de reglamentos y normas, al aplicárseles directamente las normativas universitarias relativas a alumnado, profesorado, órganos de participación, etc. Por supuesto, la integración evitarÃa la duplicación de todos los servicios propios de una universidad, a que hemos hecho una breve referencia antes, con el consiguiente ahorro y eficiencia del sistema. Más aún, desde un punto de vista no solo económico, sino también académico, permitirÃa un mejor aprovechamiento de los recursos de los centros, estableciendo sinergias con los recursos de las universidades –por ejemplo, para el diseño de titulaciones dobles, como Educación y Música, o para el diseño de programas de master y doctorado especÃficos- y permitirÃa el pleno desarrollo de las funciones de investigación y creación de los centros de EEAASS, en el Sistema Español de Ciencia y TecnologÃa.
Y finalmente, pero no menos importante, la integración da una salida mucho más adecuada al encaje de unos centros que, por su tamaño, no podrÃan constituirse en universidad especÃfica en casi ninguna de las Comunidades Autónomas del Estado. Atendiendo a las tradiciones locales, a las particularidades de los centros y al diseño del plan de titulaciones propio de cada Comunidad Autónoma, los centros podrÃan integrarse como facultades de artes, o si el tamaño y las particularidades lo aconsejasen como facultades de música o de arte dramática, etc. Incluso, podrÃa valorarse, en cada caso, la pertinencia de constituirse en Institutos Universitarios.
Aun considerando las bondades de la integración frente a la creación de “Universidades de las Artesâ€, nada tendrÃamos que objetar a que, en aquellas comunidades autónomas en que asà se viese más operativo, se optase por esta vÃa. Se trata de encontrar la mejor solución a cada realidad. Eso sÃ: respetando la diversidad de estas realidades y el marco de la autonomÃa de las diferentes administraciones; y atendiendo a los principios de eficiencia jurÃdica, académica y económica.
No ha sido fácil llegar al consenso al que aludÃamos al inicio de este artÃculo: el de que entre todos debemos trabajar para colocar a nuestros centros en el lugar en el que debieran estar hace ya largo tiempo, y que no es otro que el de las enseñanzas universitarias. Ahora, corresponde actuar sin precipitación, manteniendo el máximo consenso en los fines, y atendiendo a las necesidades especÃficas de cada una de aquellas realidades. Aun nos quedan algunas curvas. La experiencia dice que esa lluvia mansa y persistente, es más efectiva que los aguaceros tormentosos. Y estamos seguros de que en cualquier caso, ya la tierra está a estas alturas, empapada y preparada para una nueva etapa.
Plataforma Galega pola Integración das EEAASS na Universidade
- Asemblea de alumnas e alumnos do CSM de A Coruña
- Asemblea de alumnas e alumnos do ECRBC de Galicia
- Asociación de alumnos e alumnas do CSM de Vigo
- Asociación de alumnos e alumnas da ESAD de Galicia
- Asociación de titulados en estudos superiores de arte dramática de Galicia
- Asemblea aberta de nais e pais pola Integración na Universidade das EEAASS
- Conservatorio Superior de Música de Vigo
- Conservatorio Superior de Música de A Coruña
- Escola Superior de Arte Dramática de Galicia
- Escola Superior de Conservación e Restauración de BBCC de Galicia
- CIG Ensino, Confederación Intersindical Galega
- Comisións Obreiras. Federación do Ensino de Galicia
- FETE-UGT Galicia.
- STEG, Sindicato de Traballadoras e Traballadores do Ensino de Galicia
http://universidadya.blogspot.com.es
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Muy bueno el artÃculo y perfectamente explicado, aunque no entiendo porqué el criticar al profesorado es demagogia.
Las enseñanzas superiores de conservatorios deben de ser elitistas , en el mejor sentido de la palabra y los profesores serán quien atraigan al alumnado, remunerándose por horas como se realiza ya en muchos conservatorios superiores de España. Si se propusiera asà ningún profesor estarÃa de acuerdo, porque saben que la gran mayorÃa no tienen capacidad para ello.
Pero vamos, el camino como siempre ,será crear otro cuerpo de funcionariado estático, cómodo y poco productivo. Sé que es una injusta afirmación hacia determinado profesorado, pero es una minorÃa.
Si finalmente ,como parece ser, prospera el proceso a mano armada para la adjudicación de cátedras en la Comunitat Valenciana, no sé como la universidad se va a tragar a tanto catedraticucho que no ha sido seleccionado bajo sus canones, sino por puro amiguismo. Ya nos veo 20 años más a pedales, hasta que estos se jubilen.